Capitulo cinco: Sensaciones

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Regulus ya no soportaba ese maldito encierro. Sabia que iba a morir en cualquier momento. No sabia si se debía por todos sus problemas o por su herida. Si llegaba a morir por culpa de sus frustraciones y problemas (por que sentía que iban a consumirlo), todo seria culpa de Pomfrey. Pues ella era la que no lo dejaba salir. Regulus demostró, muchas veces, que era completamente responsable de su herida. Incluso, demostró, que podía caminar e incluso saltar (lo cual no era cierto) sin que ninguna gota de sangre sea derramada. Pero, lamentablemente y por desgracia, la primera vez que consiguió salir, ocurrió el trágico accidente de haberse desmayado en medio de la biblioteca, la única maldita vez que lo había dejado salir. ¡La única! Fue tan desastroso, que arruino sus planes a futuro, los permisos que posiblemente conseguiría para salir, aun que sea unos cuantos días, o menos, poder volver a sus clases, se vieron arruinados por el absurdo desmayo que tuvo.

El saber eso era completamente frustrante.

Y todo fue de peor a peor. El cuarto día después de su primer desmayo, Regulus tuvo la grandiosa idea de pararse a caminar. Necesitaba movimiento, aparte del que hacia cuando se paraba para ir al baño. Ese día, tenia un ambiente decaído. Lo único que quería hacer era estar recostado en su cama todo el día, pero la grandiosa idea de caminar, ilumino su mente. Así que, al mediodía, un Regulus todo decidido, se paro de su cama y empezó a caminar por toda la enfermería. Había aprovechado ese momento, pues Pomfrey no estaba.

Después de eso, lo único que recuerda fue volver a encontrarse tirado en el frio suelo.

Cuando abrió los ojos, fue una desgracia que Pomfrey se encontrara ahí, pero fue una verdadera sorpresa que Sirius también estaba. La maldita Pomfrey le había avisado sobre su segundo desmayo. Después, Sirius le confeso su preocupación sobre su salud. También, muy extrañamente, se disculpo por su comportamiento el tercer día en que Regulus había despertado después de su primer desmayo. Regulus sabia que el también estaba esperando una disculpa, pero su orgullo eran tan grande, que no se digno a decirle nada. Envés de eso, hablaron como si nada hubiera pasado. Cosa que lo despreocupo.

Ese mismo día, después de que Sirius se había despedido de el, Regulus creyó que al fin podría volver a estar solo, pero una cabeza castaña con unos horribles lentes, se asomo por la entrada de la enfermería. Al divisar bien quien era, la paz que se instalo a su alrededor, se fue. Potter le confeso su inquietud ante el primer desmayo que tuvo (pues el era el que lo había encontrado y, Dios, en toda la conversación que tuvieron, lo menciono cuatro veces)...pero no se esperaba que sus míseras palabras tuvieron más efecto que las de su propio hermano. Le ocasiono un leve sonrojo y un revoloteo agradable se instalo en su pecho. No le presto importancia, pues no creía que fuese nada.

Y no se diga de Pomfrey, quien también le comentó su preocupación, pues ya era la segunda vez que se desmayaba por no cuidarse y entender que debía estar en reposo. Era una completa desgracia. El conocía sus limites, si, pero quería volver a caminar como antes, sin necesidad de cojear o sostenerse de los estantes o de las paredes

Regulus necesitaba volver a salí, aun que sea solo por unas cuantas horas, pero desde que la perdida de sangre lo hacia perder el conocimiento con más frecuencia, la posibilidad de volver a ver el exterior, se había escurrió de sus manos como agua. Añoraba volver a sentir el sol, volver a respirar aire fresco. Era una tontería, pero lo necesitaba. Su piel se ha vuelto tan pálida que pensó que si seguía así, terminaría como servilleta.

He incluso, Altair le repetía que su piel se había vuelto grisácea, haciéndolo parecer como si estuviera desnutrido. Que era otra consecuencia de su herida. La comida ya no se le antojaba, no tenia hambre. Lo único que se dignaba a comer eran una secas barras energéticas que tenían la enfermería. Sabían horrible, pero era lo único que su cuerpo aceptaba sin vomitarlo, aparte del agua y un poco de fruta, pero extrañamente solo los duraznos. No se quejaba, los duraznos eran sus favoritos, desde niño. Pero sabia, que en algún momento, se tediaría de eso.

¿El amor lo es todo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora