UNO

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Era la cuarta vez esa semana que se despertaba hiperventilando y con una capa de sudor cubriendo su cuerpo. Aunque se había hecho costumbre, no dejaba de molestarle.

Dio una rápida ojeada al lugar donde estaba y se detuvo al ver un par de ojos que la miraban fijamente desde la esquina de la cama, un tanto molestos y con fastidio.

Ya estoy despierta, pensó.

Tuvo que esforzarse en controlar su respiración una vez que entendió que nada era real y que estaba en su cuarto.

Otra vez el mismo escenario. Los mismos gritos lejanos y desgarradores. El mismo rostro.

Agradeció que, al menos esta vez, su mente le dejara descansar de su otro tormento, su otra pesadilla recurrente.

Se rio para sí de manera amarga.

Qué considerada era su psique. Si hubiera continuado con sus planes de ser psicóloga, seguramente ahora sabría como alejar las imágenes y el dolor. Eso, o al menos, la tendría más fácil para conseguir los medicamentos que le ayudarían a olvidar y al menos tener una noche de sueño decente.

— Maldición - murmuró la joven mujer cuando su respiración ya estaba más calmada y pudo sentarse en la cama limpiando un poco del sudor en su frente - Lo siento pequeña - Dijo suavemente al ver como Nott, su perra, se acercaba poco a poco desperezándose para luego acostarse más cerca de ella.

Tomó su celular para observar la hora y vio que eran las tres y cuarto de la mañana. En unas horas debía tomar un vuelo a Escocia para tener, la que se suponía debía ser la entrevista para un trabajo que daría inicio a una nueva vida, una oportunidad para iniciar todo de una manera diferente, o al menos intentarlo.

Si todo corría bien, sería la nueva traductora de textos antiguos en la universidad de Glasgow.

Habían descubierto unos textos hace unos meses y la habían contactado para hacerle una entrevista debido a su experiencia en el campo. Sin embargo, ahora con su insomnio y esas infernales pesadillas veía ese futuro un poco lejano, ya que las personas que le realizarían la entrevista con total seguridad pensarían que habían contratado a una muerta en vida.

Tomo su bata y se dirigió al baño a lavarse la cara y refrescarse un poco.

Tan pronto como encendió la luz y observó su reflejo en el espejo, no pudo más que soltar bufido desganado.

— Joder Cassandra, tienes un aspecto de mil demonios.

Tomó una toalla que tenía al lado del lavabo sin mucho cuidado y se secó la cara. Cuando terminó se percató de ese detestable tejido de flores lilas y amarillas, la tiró con desgana y cierta molestia rodando los ojos por no haber tenido el cuidado de haberla tirado a la basura.

— Creí que me había deshecho de todo - dijo saliendo del baño y apagando la luz detrás de sí.

Cassandra se acercó a la barra de la cocina donde estaban los licores y se sirvió una copa de bourbon. No es que fuera especialmente aficionada al Whiskey, pero le ayudaba a calmar los nervios y a concentrarse en algo más que no fuera algún recuerdo, además, ya estaba completamente segura de que no volvería a dormir.

Caminó descalza hasta el balcón y abrió la puerta corrediza, dejando que un poco de frío se colara dentro de la casa.

Salió y se inclinó sobre la baranda respirando el aire fresco, era otoño, así que el aire era ya más frío. No le importó, siempre había amado los días fríos, le ayudaba a despejar su mente.

Todo estaba tan silencioso, tan calmado, todo y todos dormían plácidamente ajenos a lo que ocurría fuera de sus casas.

Sintió envidia.

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