dragon's duty - aemond targaryen

ii. drangonstone

chapter ii | rocadragon

10 años

ALYSANNE SOLIA VER LOS entrenamientos de sus hermanos y tíos desde lo alto junto a su abuelo.

Le encantaba observar como las espadas chocaban entre sí y giraban con fuerza para dar en el blanco del objetivo. si su tío daemon estuviera con ella seguro podría practicar un poco pero prefería mantener la postura y no hacer el ridiculo delante de tantas personas.

Apoyo su cabeza en el puño mientras veía cómo era el turno de aemond y este atinaba con movimientos ágiles al contrario de aegon que combatía como un bruto.

Aunque se veía que a ambos les faltaba práctica porque cuando sir criston les hizo combatir contra el terminaron sudados en el suelo.

Harwing se acercó al grupo a hablar sobre algo que no podía escuchar desde arriba pero cuando vio que su hermano menor tendría que luchar contra aegon bajo hasta una esquina del campo de batalla para verlo todo desde más cerca.

Como supuso, aegon lo tiro al suelo con fuerza y Alys lo levantó del suelo.

—pies rectos y movimientos ágiles—le susurro y volvió al combate

Y aunque Alys trato de darle su consejo el pobre jacaerys volvió a caer al suelo y era completamente normal ya que la diferencia de edad era demasiada.

—está en el suelo, para el combate—exigió a sir criston pero este la ignoro

—sigue el combate, sin compasión—dijo en un tono agresivo—que no se levante

Alys miro hacia los lados sin saber que hacer y se acercó hacia donde las espadas de madera reposaban y antes de que alguien pudiera impedírselo cogió una de ellas y se acercó a aegon dándole en el abdomen con fuerza haciendo que esté se doblara del dolor

—¡alys!—grito su abuelo desde arriba en modo de riña

Sabía que se había metido en problema y sobre todo con la reina pero no iba a dejar que se metieran con su hermano pequeño.

Soltó la espada en el suelo y le sacó el dedo corazón a sir criston, pudo escuchar el grito de asombro de la mujer que le enseñaba de modales quien se la llevó al interior del castillo pero antes de entrar a castillo pudo ver como Aemond le sonreía.

ALYSANNE LLORABA CON LA espalda apoyada en el árbol, las lágrimas se le escapaban de las manos que cubrían sus ojos.

Se sobresaltó al notar como un cuerpo la cubría en un abrazo pero al notar quien era solo lo abrazo de la cintura y siguió llorando. Aemond acarició su pelo y limpio las lágrimas con las mangas de su chaleco. La dejo llorar hasta que ya no pudo escuchar más los silenciosos sollozos.

—¿mi madre...te ha reñido demasiado?—Alys negó, es verdad que le había reprimido por lo que paso con aemond pero no había sido para tanto como esperaba—entonces, ¿que te pasa?

El pequeño se estaba agobiando porque no sabía porque estaba llorando y ni como podía arreglarlo. No le gustaba verla llorar.

Trato de aguantar sus sollozos para poder contar lo sucedido—harwing se ha ido y ha sido mi culpa

Volvió a llorar sin poder aguantarlo y aemond trato de calmarla de nuevo

—que dices, no fue tu culpa

—yo provoqué que se enfrentara con sir criston y se marchó por mi culpa y ahora—no termino de hablar cuando volvió a llorar

Esta vez se calmó ella sola y se separó del abrazo que tenía con Aemond

—aemond

—¿si?—la cogió le los hombros para poder mirarla mejor

—me voy—al ver que no entendía a lo que se refería volvió a repetirlo—me marchó hacia rocadragon junto a mi familia—sintió que el agarre de sus hombros se aflojaba con decepción

—no—susurro con ganas de llorar—dime que es mentira

Pero ella solo pudo negar su cabeza

—yo...—no sabía que decir

Para aemond, Alysanne podía ser una de las personas más importantes para él en ese castillo y estaba a punto de perderla por una estupida pelea. Quería a su familia pero nadie le hacía sentir esas mariposas que revoloteaban en su estómago cuando veía a Alys a los ojos.

—prométeme que nunca perderemos el contacto—Alys subió la cabeza para poder mirarlo mejor—enviare los cuervos que sean necesarios y cuando tenga un dragón iré a visitarte día y noche—los ojos de la niña volvieron a chispotear entre lágrimas—Alys, yo...—pero su boca no le permitía decir las palabras que su corazón sentía—solo...prométemelo

—te lo prometo Aemond

Y en la comodidad de la sombra del árbol donde habían compartido tantos momentos Alys acercó los labios a los de Aemond en un pequeño y dulce beso. Fue solo un toque pero fue suficiente para sellar la pequeña promesa que se habían hecho.