Nueve - final

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Una tarde en la que deben hornear los cupcackes de fin de curso para la demostración y evaluación final, meses ya han pasado desde que se saludan en los pasillos y se despiden en el autobús. El profesor les ha dejado de encargo glasear las charolas y tanto Kimmon como Copter trabajan en silencio y comodidad.

—Oye, Copter... —El ahora pelirrojo sonríe, con la manga de glaseado entre sus dedos— ¿Te gusta la vainilla?

—Sip. —responde, concentrado en su labor.

Antes de poder preguntar por qué, Kimmon aprieta la bolsita que contiene crema de vainilla y rocía el lateral derecho del rostro del castaño, sacándole un grito de asombro.

—¡Grosero! —Copter grita sobre la risa estruendosa de Kimmon.

—¡Pastelito Glaseado! —Kimmon corre a esconderse detrás de la barra, sin dejar de reír.

Copter toma un puñado de harina del bol y lo arroja sobre su víctima, manchando únicamente su barbilla y labios porque el maldito rufián, sabe huir a zancadas. Para desgracia del castaño, la guerra de ingredientes sigue entre risas y gritos, incluyendo glaseado, harina, un huevo que termina roto en el suelo y azúcar glass en el cabello de Copter.

Cansados y sucios, ambos se dan tregua, sentados sobre el suelo sucio.

—Hicimos... Un caos. —Kimmon se sacude una cereza del cabello agitado.

—Hicimos arte, Kimmon. —Copter se ríe, mirando hacia arriba al pelirrojo—. Es abstracto, nadie más que nosotros lo comprende. —y le toma de la mano, casi sin sentirlo.

—Copter... —susurra Kimmon con una sonrisa—. Me encanta verte feliz ¿Sabes?

—Y sucio, por lo que veo.

—Si... —Kimmon sonríe, escondiendo su rostro un poco bajo su flequillo—. Déjame, hmm... Aquí. —Le limpia la crema debajo del ojo, pasando suavemente el pulgar por encima—. Listo.

Aunque toda su cara sigue sucia de harina y crema, Kimmon se detiene a observar el azúcar sobre las pestañas de Copter, las líneas dulces color crema sobre sus mejillas, las manchas blancas de harina en su cabello y parte de su cuello y se da cuenta, de que efectivamente Copter es arte, tan abstracto y tan único que nadie ha sabido cuidar y comprender cómo debe. Una prefecta obra de arte dulce, un pastel cubierto de azúcar.

Cuando se dan cuenta de la cercanía, sus labios se tocan, sus ojos se cierran y suspiran, tan cálido como una taza de chocolate caliente, dulce como crema, suave como pan recién horneado. Kimmon es tan suave como tibio y se siente tocar algodón de azúcar, saborear sus labios cubiertos de azúcar y harina, acariciar su cabello de Red Velvet y sentir sus manos firmes de panadero sobre sus caderas.

Para el glotón repostero, el amor es tan dulce como un puñado de azúcar glass, tan único como lamer la cuchara de Nutella, tan suave como un panqué, un pastel rojo, un muchacho de cabello Red Velvet que le limpia a besos la crema del rostro, sacándole risas y suspiros.

Se besan, en el suelo cubierto de harina, con el sabor a vainilla entre los labios, con las manos entrelazadas y los mandiles sucios.

—Te quiero, Ratoncito... —le susurra Kimmon al oído, acariciando sus mejillas con la punta de su nariz.

Copter lo besa sin reparo, sin miedo. Se deja ir recorriendo sus dedos entre el cabello de Kimmon y suspira, porque la comida no es el único amor sincero que conoce.

Kimmon es una mezcla de todo lo que ama, es dulce, es suave y podría probarlo todo el día.

El amor para Copter, es Glaseado de Vainilla.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Caramel macchiato y Glaseado de vainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora