No Me Dejes Ir

Capitulo 13

Elizabeth

Lo abrazo.

Siendo tan fuerte que podría lastimarlo, odio sentirme así tan frágil pero el dolor de la perdida es algo inevitable.

-Lo siento dice en un susurro – No estuve para protegerlos.

-No es tu culpa. Logro decirle – A cualquier persona le puede pasar un accidente.

Siempre he dicho.

Si es tu día, hasta dormido te puedes ir, cuando nuestro padre supremo solicita nuestra presencia.

Fue muy pronto su llamado, no pude despedirme de él, lo único que queda en mi memoria es lo malcriada que fui con mi padre ese es el dolor más grande que tengo.

-Vamos te llevare a casa. Dice observando alrededor

- No solo un momento más por favor.

-Princesa atraparas un resfriado. Algo no esta bien se me pone los pelos de punta y no es por el frio.

-Que sucede – Dan me levanta con fuerza, con la mirada fija en un lugar.

-Es hora irnos aquí no estas a salvo. Me lleva corriendo a su auto cuando escucho el vidrio del auto quebrarse.

¿Eso fue un disparo?

Dan me cubre con su cuerpo a la vez que saca un arma de su costado y comienza a disparar en una dirección.

Miedo esa sensación que no se va en ningún momento.

Puedes sentir miedo por una prueba en la secundaria, por tu primer beso, miedo por ser atrapada, miedo por llegar ebria a tu casa, miedo por defraudar a tu familia y el miedo a morir.

Ese ultimo es el peor de todos, esa sensación de no saber cuándo, ni como pasara.

El abre la puerta para que entre en el auto, pero lo dudo por un segundo siento miedo de que le pase algo a él por mi culpa.

-Vamos Elisabeth que esperas. Tengo que sacarnos de aquí si no quiero lamentarlo.

Entro con rapidez y me siento en el lado del conductor.

-Sube le digo. Ya adentro pongo en marcha el auto, los disparos no cesaron hasta ya estar a una distancia del cementerio.

Miro por el retrovisor, anulando cualquier peligro.

Respiro con pesadez aun me tiembla las manos, que demonios esta sucediendo y porque alguien quiere herirlo.

- ¿Estas bien? Pregunta un preocupado Dan. Aun en shock asiento con la cabeza.

- ¿Quiénes son y porque quieren herirte? Me observa.

- No vienen por mi princesa. Esas palabras hacen que recuerdo los días anteriores, con una velocidad extraordinaria, la cabaña, mi padre otorgándome un guarda espaldas, ahora esto.

Quieren hacerme daño.

Pero quien rayos querría hacer eso, no tengo enemigos.