Capitulo 3

50 7 0
                                    


Elisabeth

Siento como la brisa azota mi cabello suelto, el aroma refrescante del café me llega al tomar un sorbo, mientras estoy leyendo por quinta vez romeo y Julieta de William Shakespeare, uno de mis libros favoritos.

Mi vista se posa en el chico de cabello castaño, que está frente de mi dándome la espalda siente mi mirada clavada en su espalda y se gira para regalarme una sonrisa de las que enamoran, coloco mi taza de café a un lado del libro para encaminarme hacia él.

Me detengo a medio camino ya que alguien más se me adelanto, ahí es donde me doy cuenta, que sus hermosos ojos color miel nunca me han mirado, siempre estuvieron fijos en la chica que en estos momentos lo está abrazando.

nunca he estado de acuerdo con el trágico final, pero de eso se trata la vida no todo es color de rosa como quisiera creer, no todo el tiempo son finales felices como el mío.

Quisiera llegar hasta él, pero mis pies no quieren ceder.

Elisabeth alguien dice, se escucha como un susurro, despierta ya llegamos lo escucho más claro. Intento abrir los ojos, pero la luz me hace que los vuelva a cerrar otra vez.

Elisabeth esa es la voz de ese chico que me ayudo- vuelvo abrir los ojos y en efecto es él está muy cerca de mi cara y puedo ver con más profundidad sus ojos hermosos como el mismísimo cielo.

-Hola princesa hermosa. Dice tan cerca que logro olfatear una esencia a menta de su boca- hemos llegado a su palacio, espero disfrute de su estadía. –señalando el lugar más hermoso que mis ojos pueden ver, siempre he estado enamorada de los paisajes que Dios nos regaló.

-Es hermoso- digo admirando el lugar.

-Sabía que te gustaría- dice conforme con mi reacción. Le regalo una sonrisa de agradecimiento.

Me ofrece su mano para ayudarme a salir del auto, colocando un pie fuera, es donde me doy cuenta cuan lastimada tengo mis pies, me duele un poco por lo rustico del suelo. Genial gran idea de salir corriendo descalza de la iglesia Elisabeth me reprendo mentalmente.

-Déjame ver eso. Dice con amabilidad – No deberías caminar así. Sus facciones se llenan con desaprobación. -Déjame cargarte hasta dentro. Ofrece, pero mi subconsciente se niega rotundamente no es nada del otro mundo aun puedo caminar, es mucha molestia con haberme traído hasta aquí.

-No. Gracias estoy bien. Le digo y continuo mi andar para demostrarle que puedo sola- Vez no me duele- mentirosa claro que te duele, solo déjate ayudar mi yo interior me reprende.

-No seas testaruda mujer- dice colocándose a mi lado- déjame ayudarte ya dentro te presto las pantuflas de mi madre.

Voy a repicar decirle que no es necesario, cuando detengo mi andar, cierro mis ojos con fuerza al sentir un breve dolor en mi pie derecho, alzo un poco mi vestido para confirmar y si me he cortado.

-Que sucede? Cambiaste de opinión – se da cuenta que no le prestó atención y su rostro cambia de arrogante a preocupado en segundos- Mierda te has cortado.

Aquí es donde le lanzo una mirada asesina, se ha ganado el premio al más observador. - enserio fíjate no me había dado cuenta, genio. Le digo con burla.

No Me Dejes IrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora