Celos

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Carol y Daryl se separan rápidamente al oír la voz de Lilly. Ni siquiera tienen tiempo de analizar lo que acaba de pasar.
—Lilly... —se adelanta a hablar Carol —. Esto... esto no es lo que parece.

La niña arquea una ceja.
—Os estabais besando —dice con seguridad, a ella no la engañan —. ¿Ahora vas a tener un bebé? —pregunta aplaudiendo y dando saltitos emocionada.

Carol y Daryl se miran sin comprender y vuelven la atención a Lilly.
—¿Por qué dices eso, Lilly? —pregunta Daryl.

—Mi Hada dijo que para tener bebés la tenía que besar un hombre, así que... —se congela al recordar algo —. ¡Oh, mierda! Se me olvidó robarte las pastillas.

Carol mira a la niña intentando comprender, y Daryl se pellizca el puente de la nariz en un desesperado intento de aclarar su mente para hablar con su sobrina.
—A ver, cariño... no puedes decirle a nadie lo que acabas de ver ¿Vale?

—¿Por qué no? —pregunta algo molesta, estaba deseando contárselo a su padre.

—Pues porque... porque es un secreto y los secretos deben guardarse, o sino Santa Claus no te traerá nada por Navidad.

Lilly se encoge de hombros.
—Me importa una mierda ese gordo moralista.

Carol y Daryl vuelven a mirarse sorprendidos por el vocabulario que tiene. Es una vieja encerrada en el cuerpo de una niña de seis años. En otro momento se reirían, pero ahora tienen demasiado miedo de que ese secreto haya sido descubierto.

Lilly nota la desesperación en ellos y decide apiadarse.
—Vaaaale, no diré nada ¡Con una condición! —los mira malévola —. Besaos otra vez —exige cruzándose de brazos.

—No... no vamos a hacer eso —se niega Carol.

—Pues vale —echa a correr a casa —¡MAM...

—¡ESTÁ BIEN! ¡ESTÁ BIEN! —grita Daryl para traerla de vuelta. Menos mal que el lago está a cierta distancia de la casa.

Lilly corre hacia ellos saltando feliz y los mira expectante.
—Pero un beso de verdad, hasta que yo cuente diez.

—Pero cuentas a un ritmo normal —pide Daryl, que conoce sus trampas.
No sabe si Carol está de acuerdo con eso, pero no ha visto otra salida.

Vuelven a mirarse, han perdido la cuenta de las miradas que han compartido ya en esos dos minutos que llevan hablando con Lilly. Miradas confusas, sorprendidas, y ahora... ahora no saben cómo calificar esa mirada que están lanzándose.
Están un frente al otro, en silencio, con la respiración acelerada, los labios aún rojos tras el beso anterior, atrapados a merced de ese diablillo que no levanta un palmo del suelo.

—¡VENGA! —se impacienta Lilly. Sus padres no se lo piensan tanto cuando les pide que se besen.

Daryl resopla, y un mechón de su cabello que caía sobre sus ojos se eleva suavemente.
—Lo siento, es por nuestro bien —le dice a Carol antes de tomar su rostro y acercarlo al suyo.

—Por nuestro bien —repite ella cerrando los ojos segundos antes de que sus labios vuelvan a hacer contacto.

Y se besan de nuevo, esta vez es suave, no tan desesperado, por lo que tienen tiempo de centrarse en las sensaciones que el otro les provoca.

Lilly sonríe y se marcha silenciosamente de allí antes de que se den cuenta.

Un escalofrío recorre la nuca de Carol cuando la mano de Daryl se desliza hasta allí y sus dedos se enredan con los mechones de su cabello. Daryl respira pesadamente ante el movimiento de la mano de Carol, que va del pecho hasta sus hombros rozando su cuello.
El corazón se les va a salir, y sienten un pellizco en el bajo vientre que hasta duele.
Carol nota la lengua de Daryl pedir permiso para entrar y ella gustosamente se lo concede para profundizar así en ese beso tan...
Entonces recuerda la presencia de Lilly, se separa abruptamente de Daryl. Mira hacia atrás, pero la niña ya se ha ido.

Llegaste tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora