Miradas que hablan

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Carol revisa su ropa por enésima vez.
Jamás ha tardado tanto en elegir su atuendo para correr, y no sabe porqué.
Primero cogió las mallas que mejor culo le hacen y la camisa más ceñida que tiene, pero luego pensó que quizás él pensaría que pretendía seducirlo, y esa no es su intención ¿O sí? No, claro que no, sólo van a salir a correr.
Al final ha escogido unas mallas piratas negras y camisa de tirantes de sisa ancha color fucsia que deja al descubierto parte de su costado, y con ello los laterales del top deportivo color negro que lleva puesto. Aún no está segura de si ha sido la decisión correcta, a Tobin no le gusta mucho ese tipo de ropa, ni los escotes, ni los bikinis... Ya no tiene edad para esas cosas, según él, pero le da igual, le entra por un oído y le sale por el otro, ella se ve estupenda con esas prendas, y a quién no le guste que no mire.
Está esperando junto a la cabina al final de la calle, justo donde Daryl le dijo.
Está algo nerviosa, Dios, se siente como si fuera un primera cita. Pero no es una cita, eso lo sabe.
Mira su teléfono, quizás a última hora él le envíe un mensaje cancelando ese encuentro. No se lo reprocharía, apenas se conocen, y la última vez que se vieron lo recibió medio desnuda vestida con esas espantosas bragas. Quizás se sienta incómodo. Vale que han hablado por Facebook y eso, pero no es lo mismo que estar cara a cara ¿De qué van a conversar? Pues de nada, porque sólo tienen que correr, trotar uno al lado del otro y punto.
—Deja de preocuparte, imbécil —se regaña.
Vuelve a mirar el reloj en la pantalla de su teléfono, son las 20:50, pronto llegará.

—Por dios Sauron ¿Quieres dejar de pararte a oler cada mierda que te encuentras por el camino? —gruñe Daryl desesperado.
Tira de la correa del enorme perro para guiarlo por el sendero correcto, pero Sauron, como buen Dixon, es un cabezota y continúa en su mundo, queriendo empaparse de todos los olores que encuentra.
Daryl resopla.
—Voy a llegar tarde a mi cita por tu culpa —se queja.
¿En serio ha dicho cita? ¿En qué está pensando? No es una cita, es una quedada entre amigos, iguales que las que hace con Rick. Claro que a él lo conoce de toda la vida y a ella de dos días, no puede considerarla su amiga, no sabe nada de ella ¿Cómo estuvo tan loco como para ofrecerse a salir a correr con ella? Ya no puede remediarlo, lo hecho hecho está, no va a cancelarlo. Va a ser educado, salir a correr con ella, y luego de vuelta a casa con su preciosa mujer que tanto ama.
Mira a su perro, que lo observa con esa mirada pura tan propia de los animales.
—Oye Sauron, hoy te voy a presentar a una amiga —comenta mientras camina, no entiende porqué, pero tiene la necesidad de hablar con alguien sobre Carol —, bueno, no es una amiga, sólo conocida, ella es... —el corazón se le acelera al verla — ...preciosa... —susurra sin darse cuenta de como ha escapado la palabra de sus labios.
Ella está ahí de pié, mirando su teléfono, sonriendo suavemente.
La luna la envuelve con cariño y la suave brisa despeina sus rizos.
Lleva puesta una camisa que le permite ver sus oblicuos ligeramente marcados. Tiene un cuerpo atlético, eso le gusta.
Sacude la cabeza ¿Qué más le da si es de su gusto o no? ¡Sólo han quedado para correr!
Se acerca lentamente a ella, más lento de lo que le gustaría, porque Sauron ha encontrado una piedra que es merecedora de su interés, está entretenido olfateándola, y se niega a alejarse de ella.
Traga saliva cuando está a escasos metros de ella. Le gusta la elegancia con la que cambia el peso de su cuerpo de un pie a otro.
No sabe cómo saludarla.
"Buenas noches, Carol, hace buen tiempo para correr ¿verdad?"
"Hola Carol, ¿Qué tal estás? ¿Llevas mucho esperándome? Porque yo llevo toda mi vi..."
Ella alza la vista y hacen contacto visual por accidente.
—Bu...bu...He...Hey... —saluda finalmente tropezándose con las palabras.
Como siempre esos ojos se han llevado toda su elocuencia y le ha hecho parecer gilipollas.
Carol se muerde el labio y mete su cabello tras la oreja con timidez.
—Hola...—devuelve el saludo. Su voz ha salido como si llevase seis horas corriendo y estuviese sin aliento.
Daryl está vestido con un pantalón negro y camiseta transpirable azul marino, que... Dios, ¿Ese hombre no tenía otra camisa que marcase más su cuerpo atlético? Y encima tiene la desfachatez de hablarle con esa voz grave que...
No, si ahora iba a ser culpa del pobre hombre que ella esté tan falta de... de eso.
Se sobresalta cuando algo lame sus dedos.
—¡Oh Dios, un perro! —exclama sonriente, olvidándose momentáneamente del Adonis que tiene frente a ella.
Sin perder el tiempo se agacha para acariciar al animal,cosa con la que él está encantado, y antes de que se de cuenta ya está panza arriba, esperando que le rasquen la tripa y moviendo el rabo de forma frenética.
—Se... se llama Sauron —informa Daryl sonriente. Le agrada ver que le gustan los perros tanto como a él.
—Hola, señor oscuro de Mordor —lo saluda sin dejar de acariciarlo.
Sauron se mueve sobre su espalda ofreciéndole otros ángulos y zonas sobre las que poder rascar.
"Chucho con suerte" piensa Daryl.
—¿Te gusta El señor de los anillos? —pregunta, sorprendido por saber de dónde viene su nombre. En un principio Janet lo llamó Dior, por el diseñador de ropa, pero como al final no se lo quedó, fueron sus sobrinos quienes eligieron su nombre. Y como por aquel entonces habían visto esa película con su tío, y Sauron era una bola de pelo negra de enormes ojos color ámbar pues...
—Oh, sí, me encanta —responde sin mirarle —Voy a dejar de acariciarte, porque me estás poniendo perdida de pelos y mi novio es alérgico —murmura ella sacudiéndose la ropa —Pero es que eres tan rico... —canturrea pellizcando sus belfos. 
Daryl sonríe malévolo ¿Así que el grandullón ese es alérgico a Sauron? Lo tendrá en cuanta si algún día van a cenar todos juntos. Tendrá que irse a casa porque no será capaz de comer nada entre tanto estornudo y así él podrá... ¿Podrá qué?¿En qué coño piensa? Dios, ¿Por qué pretende alejarlo de ella?
Sacude la cabeza intentando despejar las ideas de su mente.
Mira a Carol que aún está de cuclillas intentando eliminar el rastro de Sauron.
Desde esa perspectiva puede ver perfectamente sus clavículas, su canalillo, y la hermosa forma que tienen sus pechos a pesar de estar aplastados dentro de ese top deportivo.
Ella alza la vista y él se siente enrojecer. Mierda ¿Lo habrá pillado mirándole las tetas?
—Yo... emm... a... ¿A dónde quieres ir? —pregunta.Joder, ¿Qué coño le pasa en la lengua, que parece que tiene un nudo?
Carol se incorpora lentamente, mirando con disimulo cada palmo de su cuerpo. Ha preguntado a dónde quiere ir ¿A estrenar el colchón de su cama, por ejemplo?
—A... a donde quieras, yo... yo no me conozco esto... ¿Qué zona te gusta más? Elige tú por dónde quieres empezar.
Daryl observa sus clavículas, su cuello largo, las pecas sobre el pecho que desearía borrar a base de besos... Sí, definitivamente por ahí quiere empezar.
—Ha...Hay una ruta muy agradable cruzando el parque, es por allí —señala a la izquierda donde se encuentra un camino de tierra —Marca tú el ritmo —pide. No sabe el nivel que tiene ella, no quiere que se lastime por intentar seguirlo, aunque visto los metros que acaba de sacarle de ventaja en estos escasos segundos, parece que va a ser él quien acabe con un tirón en el gemelo y tendrá que... ¡Joder, que culo tiene! Ahora le preocupa más acabar con un tirón en otro sitio.
Agarra firmemente la correa de Sauron y echa a correr para ponerse a su altura antes de que su mente siga fantaseando ¿Qué bragas llevará bajo esos leggins? A lo mejor no lleva... ¡Céntrate, Daryl!
—Pensamientos traumáticos, pensamientos traumáticos —murmura.

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