02."First Meet"

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Daena sabía que su padre jamás le dejaría entrenar en el arte de la lucha como se lo había permitido en otras. Lo había intentado varias veces cuando vivía en Dragonstone y siempre la situación había acabado en una discusión que amargaba a la niña cómo por una semana.

Había aprendido muchas artes, más de las que podía contar con los dedos de una mano. Había practicado y perfeccionado durante años el arte de la lectura, de la música, de la costura, de la historia, de la plática, del vuelo... Según su hermana era la niña más inteligente con la que las septas habían tratado, pero su padre le negaba aquel deseo.

A veces deseaba volver al lugar donde había pasado ocho años de su vida. Allí podía practicar todo lo que quisiese; su tío Daemon le enseñaba las técnicas necesarias para ser una jinete de dragón perfecta y Harwin Strong, el guardia de su hermana, le enseñaba como usar su espada.

Sabía cómo era su tío, un alma libre, que iba de un lado a otro sin preocupaciones, por lo que no lo extrañó mucho cuando se mudaron, pero el otro hombre era una historia totalmente distinta. La chica echaba bastante de menos al caballero, quien había sido una especie de figura paterna para ella.

Harwin era un hombre respetable de buena familia noble que había obtenido el puesto de capitán de la guardia real, por lo que debía cumplir con su deber fuera dónde fuera. Era por eso que le había insistido muchas veces a Rhaenyra, quién tenía el mismo deseo que ella, para que lo trasladase y así poder convivir con él como antes, pero Alicent Hightower se negaba a darle esa satisfacción a su hermana y a ella.

— Maldito rey...

La princesa salió del cuarto de su padre dando un portazo, totalmente enfadada como solía estarlo cuando terminaban aquella conversación que parecía no acabar nunca entre padre e hija.

Esta vez no estaba dispuesta a darle el gusto y acatar su orden, así que, aunque tuviese que dejarse la piel en ello, Daena volvería a coger una espada y ni el mismísimo rey podría impedírselo.

Ideó un pequeño plan en cuestión de minutos, y decidió seguirlo. Caminó hacia la habitación de su hermano mayor, el príncipe Aegon II.

Jamás había visto a ese muchacho en lo que llevaba de estancia en el castillo, por lo que no le fue difícil suponer que no estaría en su habitación. Cuando lo confirmó solo alcanzó a alegrarse mientras rebuscaba en sus cajones y agarraba algunas de sus prendas más pequeñas; aunque por mucho que intentase arreglarlas y ajustarselas un poco, siempre había algún trozo de tela que sobresalía.

Maldijo al hermano que no conocía a la vez que salía del cuarto y se dirigía al patio, con mejor cara y su espada en la cadera. Escondida en una esquina, pudo observar como un niño rubio peleaba contra un hombre alto y moreno; el guardia de la reina.

The dance of heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora