03. "Velaryon"

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121 d.c , Desembarco del rey.


Con el capitán de la guardia real detrás de ella, Daena se dirigió con la cabeza en alto a los aposentos de su padre.

La presencia de la princesa en aquel cuarto era requerida por la reina Alicent e intuía que no sería para nada bueno.

La mujer y ella no habían cruzado muchas palabras, pero aún así, a la chica nunca le había agradado la forma en la que se comportaba, queriendo manipular a todos y todas; y odiaba cómo se refería despectivamente a los hijos de su hermana.

Al verla, Sr Criston se inclinó ante ella, aunque muy a su pesar. Sr Harwin se quedó en la puerta a su lado, mientras la princesa entraba en la habitación.

— ¡Daena, querida!- exclamó la mujer con júbilo al verla.- Hace tiempo que no te veo pasear por el castillo.

La nombrada agachó la cabeza, en forma de saludo.

— No puedo pasear si tu guardia personal no me deja hacerlo, ¿no?— Se agarró las manos por detrás de su cuerpo.— Pero no se preocupe, Majestad, entiendo que Sr Crispin tenga tanto poder, teniendo en cuenta cuán cercano es a usted.

Sonrió con sorna, sabiendo la historia que había detrás de ellos dos y lo que forzó a Criston Cole a jurar ante la reina.

— Sr Criston.— enfatizó en el nombre.— Es un hombre honorable, que cumple con su función al pie de la letra. Ahora, cambiando de tema, ¿te importaría sentarte?

Con desconfianza, se sentó en sitio vacío a su lado. Aceptó el té de hierbas verdes que le ofrecía, pero lo dejó frente a ella, sin beber siquiera un sorbo.

— Sé que no hemos tenido un buen principio, querida. Y eso es algo de lo que me arrepiento terriblemente.

— En eso estoy de acuerdo, no creo que hayamos tenido el mejor inicio, pero dudo mucho que usted se arrepienta.

Alicent frunció el ceño y ladeó la cabeza.

— ¿A qué te refieres?

— A que si no nos hemos llevado bien ha sido en su mayoría por usted, majestad. Yo vine aquí siendo una niña, por lo que no tenía ningún perjuicio sobre su persona, y fue usted quién decidió que no quería tratar conmigo porque yo era una bastarda más de mi hermana, Rhaenyra, según las palabras del guardia que está detrás de la puerta.

— Eso, no es...

— Has sido usted la que me ha dedicado mirada despectivas disfrazadas de cordialidad cuando me veía por lo pasillos, y la que ha lanzado puñaladas en forma de palabras hacia mí cada vez que ha tenido oportunidad.

The dance of heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora