Amor de Puerta a Puerta© #1 (Saga Camino Al Amor) [Terminada]

Capítulo Extra

Rocío

Hago una mueca de asco cuando terminó de vomitar, apreto el botón del bidet y lavo mi cara.

¿Y si estoy...?

Abro los ojos grandemente mientras me miro al espejo, agarro mi celular y abro la aplicación que controla mi período, suelto un chillido al ver que tenía una semana de atraso.

Busco desesperadamente en mi bolsa el test de embarazo extra que me quedó de hace dos semanas atrás cuando Len se enteró que estaba embarazada por segunda vez.

Tener mejores amigas que se embarazan seguido tiene sus ventajas...

Suspiro profundamente y sigo las indicaciones.

cinco minutos después...

Suelto un sollozo de felicidad al ver las dos rayas, un mini Ciro o una mini yo esta dentro mío. Tocó mi panza y sonrió guardando mis cosas.

Guardo la caja del test en mi bolso, no puedo dejar evidencias aquí, el baño de la oficina de juntas del hotel.

Acá todos son unos chismosos entrometidos.

Salgo del baño y me siento en una de las sillas,cuando estoy por prender mi computadora la puerta se abre.

Alzo la vista y veo a Leo, el botones del hotel.

—¿Qué pasa Leonardo?—

—Señorita Rocío, hay un señor que ansia hablar con usted—

Frunzo el ceño confundida

—¿Es algún socio de mi esposo?—

—No señorita—

—Que raro...—

—¿Lo dejó pasar?—

—Sí— suspiro y arreglo mi outfit para estar presentable

Mi respiración se para cuando vuelvo alzar la vista, todo dentro de mi empieza a entrar en caos.

No puede ser que este aquí enfrente mío.

¡NO PUEDE SER!

—¿Vos? ¿Qué haces acá?—espetó enojada y sin creer lo que estoy viendo

—Estas hermosa hija— camina para abrazarme pero rodeó la mesa poniendo distancia

—Ni se te ocurra—

—Hija...— exclama dolido

—¿Hija?—espetó sin gracia

—Soy tu padre dentro de todo...—

—Vos me abandonaste cuando era una niña...—

—Princesa...—

—¿Y ahora piensas que vas a volver así de la nada como si estuviera todo bien?—

—No pienso eso, solo quiero una oportunidad de explicarte todo—

—Quieres una oportunidad...—repito con voz quebrada—¿Y qué me diste para merecerla? Tengo veinticinco años, y en todo este tiempo no recibí ninguna señal tuya, crecí pensando que había tenido la culpa de tu abandono, mi mente de nueve años pensaba que porque había empezado a tener amigos había descuidado al número uno, a ti— mis lágrimas empiezan a caer—crecí pensando que te habías ido porque ya no me amabas. ¿Sabes que significa todo eso? ¿Sabes del destrozo que hiciste adentro mío? —