SIN QUERER... ME ENAMORÉ...

«Tío Darien»

«¿Qué me había pasado por la mente para hacer semejante atrevimiento?» Sinceramente no lo sé. Lo único que sabía con certeza, es que sentí tanta pena por él, al verlo tan acongojado, que no medí mis actos, y quise brindarle un sincero gesto de afecto. Claro, que después me di cuenta, que tal vez me había pasado de la raya, pues ahora no podía ni verlo a los ojos, ya que mis mejillas de inmediato se teñían; Se estuvo en silencio y atento, no muy lejos de nosotras, mientras le hacíamos el chequeo de rutina. Pero cuando terminé, que fue no mucho después de que Mina volviera, mientras ella estaba distraída haciendo unos apuntes, me giré a buscarlo con la mirada. A lo que él, adivinando lo que quería preguntarle, murmuró:

—Quisiera quedarme aquí un momento más. Tal vez pueda encontrar alguna solución, o más recuerdos. Así que... te buscaré más tarde —asentí, justo en el momento en que mi compañera terminaba.

—¿Lista? —asentí, yéndome detrás de ella. Pero la conversación que tenía con Mina, no me dejó pensar en todo lo que había pasado hoy. Cosa que le agradecí en silencio. Ya de vuelta, hicimos algunas paradas antes de llegar al cubículo. Pero cuando entramos, no nos habíamos ni instalado en nuestras sillas, cuando, aprovechando que no había pacientes, Berjerite murmuró sin poder ya aguantar la curiosidad.

—¡Hasta que vuelven! Mina, me tienes en ascuas. Por favor. ¡Dinos ya! ¿Cómo te fue ayer con el plan que te sugerimos? —la aludida, lejos de emocionarse, dibujó una mueca en su rostro.

—Pues... a mi ver, creo que no muy bien, chicas —tanto Berjerite como yo, nos miramos asombradas.

—¿Y eso por qué? ¿No te invito a salir Yaten? —Mina resopló.

—No. No lo hizo. Verán, les contaré lo que pasó —no avisó y nosotras nos sentamos para poner más atención. —Bueno, pues ayer, yo había salido e ido directamente a los sanitarios para cambiarme de ropa. Ya que, no me gusta salir de uniforme —murmuró informándome solo a mí, ya que yo era la única nueva por aquí, a lo que yo solo asentí. —Y mientras me cambiaba, no dejé de pensar en todos los consejos y palabras que ustedes me habían dado. Y una vez que terminé, tras darme una mirada en el espejo, decidí que les daría una oportunidad a sus consejos. Así que, salí decidida a ya no rogarle más a Yaten. Pero no había ni avanzado mucho, cuando me lo encontré... —Berjerite resopló, interrumpiendo su relato.

—Y no me digas que hasta ahí llegó tu valor —musitó con algo de burla, a lo que Mina le rodó los ojos.

—Pues para que lo sepas, no fue así. Sí, digo, casi me derretí como gelatina a sus pies, con solo verlo, pero no cometí el mismo error, porque realmente estaba decidida a darme esa otra oportunidad. Así que cuando lo vi, lo saludé de modo casual. Sin rastro de la emoción que normalmente le expreso cuando lo veo. A lo que él, rápido se puso a la defensiva. Como siempre que me veía. Y aunque yo no le había dado más que mi saludo, me dio una de sus clásicas excusas para no salir conmigo.

—¡Bastardo! Te juro que realmente no entiendo cómo es que puedes estar enamorada de alguien como él, Mina. Eres un amor de persona. Tú vales mucho, y no mereces a un tipo tan antipático como él —Mina le sonrió cabizbaja. Y debo admitir, que, aunque yo apenas las conocía a ambas, se notaba a leguas, que Mina, sí era tal como la describía Berjerite. Por lo que le daba la razón a nuestra compañera.

—Lo sé. Pero bueno, pues el caso es que, me gustó la reacción que puso cuando realmente lo sorprendí, al decirle con indiferencia, que solo había sido un simple saludo. Que tan cansada estaba ya de sus rechazos y desplantes, que me había dado por vencida, y no pensaba volver a rogarle más —de inmediato, Berjerite y yo le festejamos su actitud, con grititos no tan fuertes, para que no nos fueran a regañar, y con aplausos llenos de orgullo.