<<Llanto infernal>>

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Leo abrió lentamente sus ojos al sentir el leve brillo de la luz del sol golpeando directamente su rostro, se enderezó antes de mirar a su alrededor; no estaba en el bosque o en un tren en pleno movimiento, si no en una linda y bien decorada habitación tradicional.

"Cierto, estoy en la finca de la liebre, de seguro estaba demasiado cansado que me dormí cuando me dijeron cuál era mi habitación"

El moreno se estiró un poco antes de analizar su estado actual, sus manos estaban vendadas al igual que su cabeza, la cual le dolía un poco. Antes de ser capaz de levantarse, el shoji de la habitación se abrió suavemente para revelar a una bella mujer de cabellera negra quien sostenía un vaso con té caliente.

-Buenos días Leo, espero que la habitación te agrade. Me llamo Rosa, seré quien los cuide durante su estancia aquí -. Con tranquilidad, la mujer se hincó al lado del futon para entregarle el pequeño vaso a su paciente. – Traje té de manzanilla, ayudará con tu migraña y en seguida vendrá mi hija con un poco de pan para que comas-.

Leo agradeció por todo mientras miraba a través de la habitación en busca de su uniforme y su katana, cosas las cuales yacían en una mesa no tan lejana a donde él se encontraba, soltó un suspiro de alivio al recordar que al menos se cambió al vestuario que ofrecían en la finca, si no hubiese dormido bastante incómodo.

No mucho tiempo después, la misma pequeña de cabello índigo se acercó a la habitación del castaño a paso apresurado y al llegar, entró a la habitación con un plato, el cual solo tenía un pan y medio, mientras "discretamente" limpiaba migajas de pan de las mejillas.

-Kika -. Habló la señora Rosa, quien parecía un poco irritada. - ¿Dónde está el pan que te dije que trajeras para Leo? -. Kika, miró a los lados en busca de una excusa antes de responderle a su madre.

-¿Cuál pan? -. Su voz sonaba extraña debido a la gran cantidad de pan que estaba masticando.

-El que te dije que trajeras para Leo -. La mayor se cruzó de brazos mientras miraba a su hija.

-A mí no me pediste nada -.

-Kika! Ve por el pan que te pedí -. Con eso, la pequeña niña salió de la habitación por el encargo de su madre.

La señorita Rosa aprovechó el "incidente" de su hija e hizo un chequeo médico rápido en Leo, revisando sus retinas, reflejos, respiración, etc. La mente de Leo se preguntaba donde se encontraría su compañera, aunque conociéndola, tal vez estaría revisando donde conseguir internet.

Minutos después llegó Kika con la charola llena de pan y la dejó en la mesa que se encontraba frente a Leo.

-¿Tú eres el que nos vino a ayudar San Juanito? -. Preguntó la pequeña mientras daba saltitos de emoción.

Rosa le pidió a su hija tomar asiento al lado suyo mientras mantenía su mirada baja. La confusión se vio reflejada en el rostro del cazador en el momento que escuchó aquella pregunta.

¿A qué se refería?

-Verás Leo...yo mandé el mensaje de aviso al patrón, para que algún cazador me pudiese ayudar -. La mayor mantuvo su mirada baja mientras volteaba a cualquier lugar menos a su paciente. – No ha pasado mucho desde que los niños que Xochimilco comenzaron a desaparecer cada noche, nadie sabía que causaba las desapariciones; pero una noche, Kika estaba pidiendo dulces con su hermano Beto. Lo que ella me dijo es que cuando se separó un momento de él, una criatura flotante se lo llevó lejos. Por eso pedí ayuda, el mayor dolor de una madre es perder a su hijo... -. Leves lágrimas comenzaron a crearse en el contorno de los ojos de la mayor, quien rápidamente recibió un abrazo de parte de su hija menor.

La leyenda de los DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora