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Hace tres años atrás.

Era un día normal en su vida, un jueves para ser exactos, siendo dueño de una Cafetería-Librería el trabajo llegaba a ser agotador

Ordenaba a sus empleados que sacarán de las cajas los libros nuevos que recién habían llegado, todo ese aroma a café lo reconfortaba, lo hacía sentir como en casa

Esa tarde, ya casi finalizando el día llegó una camioneta negra, usualmente así pasaba, así que no le tomo tanta importancia.

Siguió acomodando los libros que uno de sus empleados habían estado desempacando, cuando el aroma de un Alfa casi lo hace caer de la silla de la que estaba subido, bajo con lentitud de la silla y observo a lo lejos un hombre hablando con su empleada, se veía apuesto, su cabello negro le daba un toque sombrío y el traje a medida le lucía bien

Una mesera tomo la orden de aquel misterioso hombre, el prefirió irse a su oficina.

Pasaron unos quince minutos cuando la mesera tocó la puerta, la invito a pasar

—El hombre de la mesa 3 quiere hablar con usted—Eso lo confundió, ¿Porque quería hablar con el?

—Sabes el motivo?—Ella nego, camino rumbo a las mesas, justo a la mesa 3

—Buenas noches,He escuchado que ha solicitado mi presencia, ¿En qué le puedo ayudar?—Hablo mirando por primera vez el rostro del atractivo hombre

Inmediatamente se sintió atraído por aquel Alfa, y cuando esté le sonrió fue imposible no devolver el gesto

—Siéntense porfavor—Pidió el Alfa, y lo hizo—Déjeme presentarme, Soy Miguel Díaz.

—Mucho gusto Señor Díaz, Soy Robert Keene—Entendió su mano en un gesto amable, automáticamente su mano fue acaparada

—El gusto es mío—Su mirada lo puso nervioso a decir verdad pero lo disimulo—Entonces, ¿Porque me ha pedido venir?

—Quisiera rentar su establecimiento el sábado, tengo una reunión con unos socios de mi trabajo y quisiera tener un lugar reconfortable para atenderlos, me ha gustado el lugar, es algo diferente a lo están acostumbrados mis socios—Hablo mientras miraba el lugar— Además, de que me han dicho que preparan los mejores pasteles de chocolate.

Una sonrisa se instalo en su rostro, apreciaba que su negocio recibiera buenas críticas, el Alfa derrepente saco un cheque en blanco y lo puso sobre la mesa

—Elija la cantidad, Mis Socios y yo necesitamos el lugar al menos desde las 9 pm hasta que cierre—Aquello lo tomo desprevenido, parecía que no quería negociar, estaba ordenando

Miró el cheque en blanco por un instante, el solo debía poner una cantidad, un número y rentaría su lugar por un par de horas.

—¿La cantidad que yo quiera?—Pregunto aún no creyéndolo

—La cantidad que usted quiera—Dijo pasándole un bolígrafo que se veía tan fino, lo tomo y puso una cantidad considerable e incluso barata y volteo el cheque viendo la expresión del Alfa

—Muy bien, Parece que tenemos un trato—Firmo el cheque y se lo entrego

—Exacto—Apenas pudo decir aún un poco sorprendido por lo ocurrido

—Solo tengo unas condiciones—Exclamo Miguel

—¿Condiciones?

—Si, Solo pido cuatro empleados, aparte de usted para que nos atiendan, que sean de su total confianza—Bueno, eso fue algo extraño, pero se imagino que era una reunión muy importante

Jaula de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora