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Después de su intento de escape fallido se hundió en la tristeza.

Miguel no quería hablar con el, tenía restringido salir, solo podía estar dentro de la mansión y si quería salir al jardín iba acompañado de un guardaespaldas.

Habían pasado dos meses de aquel día, nadie quería responderle las dudas que tenía.

Acaricio su barriguita de seis meses en la inmensa pero solitaria sala, aún no podía, por más que trataba de olvidar aquel suceso en el cuarto secreto.

La piel se le erizaba al recordar a Miguel manchado de sangre ajena...su mente empezo a maquinar a mil por hora, llegó a la conclusión que en definitiva su esposo no era tan bueno como el creía.

Y debió sospecharlo, desde el momento en el que no quiso marcarlo, había herido a su lobo en el proceso.

El sabía que fue estúpido haber escapado cuando su esposo era un hombre tan rico, y con mucha gente mirando, pero estaba tan asustado por lo que había visto que no pensó claramente.

Escucho los pasos de unas zapatillas resonando sobre el piso, alzó la vista para ver a Tory, según sabía era trabajadora de Miguel.

Se sentó a su lado, el se trató de hacer pequeño en el gran sofá.

—Puedes hablar conmigo, lo sabes no?—Hablo la Alfa despacio

—Me puedes decir que sucede? No entiendo nada—Ella nego con la cabeza

—No me corresponde a mi decirte esto—Solo dice con su voz sería.

—Entonces déjame en paz—Responde molesto parándose del sofá e ir a su habitación

Miguel llega de lo que sea que haga y lo mira.

—Robby, ¿Sigues molesto conmigo?—Pregunta su Alfa atrayendolo a su cuerpo.

—¿Porque sigues mintiendo, a mí, tu esposo?—Robby se quebró en llanto sentado en la cama de la inmensa habitación

Toda la situación era tan estresante que se sentía tan mal, su lobo no había hecho acto de presencia desde esa noche y lo estaba desestabilizando

El Alfa solo se dedicó a acariciar su suave cabello, no dijo nada durante un rato hasta que decidió hablar

Te estoy protegiendo honey, no quiero que te hagan daño—Le susurro con suavidad escuchando los sollozos del Omega

S-Solo quiero la verdad—Robby puso su frente en el hombro del Pelinegro, no podía seguir así, podía enfermarse o enfermar a su bebé—Me mientes mucho, tu nombre ni siquiera es Miguel Díaz...

Miguel se tenso ante sus palabras y su respiración se hizo más pausada, los latidos de su corazón se aceleraron y el levantó la cabeza para verlo a los ojos

Mi nombre completo es Miguel Salazar Díaz, Cariño, quiero que entiendas que no te mentí en ese aspecto, me gusta más usar el nombre de mi madre...La vida con mi padre fue algo difícil, después de que mamá huyo y me dejara con el fue complicado, así que cuando tuve oportunidad me cambié el apellido por el de mi madre—Estaba siendo sincero, no iba a mentir en eso, no tenía caso, los grandes ojos verdes de su Omega lo miraron buscando la absoluta verdad, y la halló.

La historia de Miguel Díaz seguía siendo un poco inconclusa en su mente, trataba de captar todos los puntos y unirlos para tener algo coherente.

Durante el año y medio de relación, conoció a sus amigos y trabajadores de la empresa, le dijo que su Padre estaba fuera del país y que no sabía nada de su madre desde hace un tiempo.

¿Que tanto era verdad y que tanto era mentira entonces?

Esa duda se disipó en la Boda cuando un hombre bien parecido se apareció en la recepción, y ahí conoció a Héctor Salazar, su suegro.

Un hombre encantador, analizó sus propios recuerdos, estaba tan maravillado por su celebración que omitió detalles que apenas notaba, como los guardaespaldas que llevo su suegro, como algunos invitados parecían un poco sospechosos.

Incluso en su propia boda no tuvo mucha familia suya ahí, Su madre fue, encantadora como siempre.

Shawn fue, al igual que Kenny y Anthony, casi no había muchos invitados por parte de el, pero el estaba feliz.

Ahora entre los brazos de Miguel se cuestionaba si su esposo le había mentido en otras cosas.

Parecía que todo estaba tranquilo, el se propuso a mejor callarse y no preguntar nada, quería seguir su embarazo tranquilo y sin tanto problema.

Su Alfa lo seguía consintiendo comprándole muchas cosas para el bebé, y el, bueno, el decidió ocuparse en el cuarto de su bebé.

Doblando la pequeña ropa escucho como la puerta se abría, olió el aroma de Miguel entrando, se giró con una prenda en manos y la figura alta e imponente de su esposo apareció en toda la habitación decorada de azul con toques amarillos

El Alfa vestía un suéter azul rey de cuello largo, con un saco y pantalón igual azul marino, lo que hacía un contraste con la habitación de colores suaves.

—Se ve bien el lugar—Lo algo posando su mano sobre el vientre de ocho meses, puso su nariz sobre el cuello del Omega queriendo sentir mejor sus aroma dulzón

A Robby le gustaba fingir que no sabía nada cuando Miguel llegaba aveces con olor a sangre, o incluso en la noche que lo veía salir del lugar "secreto" de la habitación, el solo quería llevar su embarazo en paz.

¿Te gusta?—Exclamo refiriéndose al cuarto, los labios del Alfa empezaron a besar su cuello acorralandolo entre la cuna del bebé y el cuerpo del más alto

Me encanta—Obviamente no se refería al cuarto, poso sus manos sobre el trasero del más pequeño, lo escucho dar un gemido bajito

¿Me amas Miguel?—Robby deseaba saber que Miguel lo amaba, el Alfa se separó de el y acaricio su cabello

Te amo como amo al oxígeno—Lo atrajo a un beso lento perdiéndose en la suavidad de sus labios.



[Nota de Autora]

No puedo hacer a Miguel malo por más que lo intente.

Jaula de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora