STEPHAN
-¿Estás despierto? -escuchaba entre sueños, parecía que había mucha gente a mi alrededor. Poco a poco iba regresando en mí, era como si mi alma hubiera salido del cuerpo y llegara totalmente extenuada.
-PATRONA NO NO NO. -escuché que dijeron
-¿Aleska? -traté de hablar hasta que escuché unos pasos y luego sentí como mi rostro se empapaba de lo que parecía ser agua.
-Si quiera recuerdas mi nombre. -escuché que dijo la Rusa, parecía estar enojada.
Al abrir los ojos me di con que estaba parada frente a mí, con la mirada fija en mis pupilas, al parecer tenía lágrimas en los ojos. Era como esos juegos que solíamos hacer.
-¿Estamos jugando? -pregunté con la voz quebrada producto del licor -digo, para poder darte un beso. -sonreí antes de caer al suelo.
Aleska echaba fuego por los ojos, todos los hombres estaban atrás de ella en silencio.
-Ni siquiera puedes ponerte en pie. -recriminó.
Poco a poco fui comprendiendo lo que estaba pasando y solo atiné a callarme.
-Llévenlo a darse un baño para que se le quite la resaca. -ordenó
El letargo en el cual me había encontrado sumergido producto del alcohol había entorpecido a tal punto mis sentidos que no podía caminar por mi cuenta, sino que Rufino y Rolo me habían llevado al baño casi cargado.
-La patrona no se la va a perdonar fácil patrón. -dijo Rolo mientras caminábamos por el pasillo
-Está furiosa. -agregó Rufino
No sabía que responder, así que solo me quedé en silencio.
Entre dormido y despierto logré ducharme y recuperar un poco la lucidez.
Pasada una hora, regresé a la sala ya más consciente de mí. Aleska permanecía cruzada de piernas y sentada en su sillón, con un libro en sus manos. Cuando sintió mis pasos, levantó la mirada, producto de la inclinación de su lectura y el constante mirar hacia abajo, los anteojos habían caído un poco y por encima de ellos me plantó la mirada, como desafiándome.
La Rusa levantó el dedo índice y acomodó los anteojos en su rostro, para luego cerrar el libro con fuerza, haciendo sonar la tapa y las hojas del mismo. Debido al silencio sepulcral que invadía la sala, aquel sonido se escuchó con total claridad que más parecía un trueno.
-Posterior a ello dejó el libro sobre la pequeña mesa que reposaba al lado suyo, al mismo tiempo, se retiró los anteojos y los dejó sobre el libro.
Los hombres aún permanecían alrededor de ella.
-Retírense todos, quiero hablar con el señor. -ordenó
-Todos hicieron caso a sus palabras y se retiraron de la habitación.
-Aleska, yo no quería...
-¿CÓMO TE LLAMAS? -interrumpió.
-Axel Stephan D'angelo Ortega. -respondí.
-¿CUÁNTOS AÑOS TIENES? -preguntó
-Veinticinco. -volví a responder.
-Eres un hombre hecho y derecho, ¿acaso tengo que estar detrás de ti para que te comportes bien?, yo no soy tu mamá. -dijo.
Cuando Aleska mencionó la palabra "Mamá" dirigí la mirada hacia los cuadros que estaban colgados alrededor de la sala. En uno de ellos me encontraba junto a mi madre, la fotografía había sido tomada en Italia, justo cuando me había graduado. Las lágrimas fueron incontenibles y sin darme cuenta mis ojos se desbordaron en llanto.
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Amarte Hasta La Eternidad
Ficção AdolescenteDespués de una dolorosa pérdida, él queda hecho cenizas, ella tratará de buscarlas y hacerlo resurgir de entre los escombros, pero para eso, uno de ellos debe ceder. Ella no dejará que él se de por vencido.