Día 4: Niigata-Bandai Asahi (parte 2)

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No fue divertido.

Tsukishima agita la rama en la que su malvavisco no deja de quemarse, el soplarle solo hace que se aviven las llamas. El dulce comienza a oler a caramelo quemado y empieza a verse como carbón.

—¡Verga! —Yamaguchi sólo lo mira batallar, su risa resuena por el bosque y no estaría sorprendido si alguien enviara a un guardabosques para asegurarse de que no esté siendo asesinado— ¡Ayúdame o algo!

—Tsukki, ya valió.

—No me gusta esta idea tuya— le dice una vez las llamas se consumen, al igual que su malvavisco.

Yamaguchi asa el siguiente para él.

Tsukishima casi quiere regañarlo por no haber leído sobre la lluvia de estrellas antes, aquí, lejos de la ciudad y las carreteras, Tsukishima cree que es lo más claro que ha visto el cielo en su vida. Las estrellas brillan tanto y tan naturalmente, es una maravillosa vista, y él y Yamaguchi no pueden dejar de mirar hacia arriba.

—Sabes, se me hace impensable que vayamos a ser universitarios en menos de un mes.

—Ni que lo digas— le dice mirando a Yamaguchi apuñalar otro malvavisco para asar—. A veces desearía poder parar el tiempo y quedarme aquí.

—¿Aquí conmigo? — Yamaguchi estaba tratando de aligerar el ambiente con una broma, estaban poniéndose algo tensos y aún tiene preguntas para Kei sobre sus futuras decisiones, pero no le gustaría arruinar el viaje presionándolo con ellas. Con su comentario, esperaba que Tsukishima notara el cómo estaba molestando y que pasarán a otro tema, lo que no esperaba era la sonrisa suave en los labios de Tsukishima mientras mira el cielo.

—Contigo es el único lugar en donde quiero estar— susurró pero Tadashi pudo oírlo incluso si la fogata crepitó al mismo tiempo. Tsukishima tarda unos segundos más en darse cuenta de lo que salió de su boca y cuando lo hace, Tadashi puede ver como se sonroja y se apresura a mirarlo.

Siguieron mirándose por un rato, ambos tratando de formar palabras, una excusa, una respuesta, pero no podían encontrar las palabras. Tadashi quiere decirle lo mismo, Kei ha sido su persona favorita desde la infancia, a veces se refiere a la casa de los Tsukishima como su hogar y sabe que es el primero al que Kei acude cuando necesita algo, apoyo, un amigo, un confidente pero oír palabras de afirmación de Kei, incluso después de todos estos años, es raro, y estas siendo dichas tan abierta y libremente, con tal expresión en su rostro aún más.

—Mmm...mi malvavisco se está quemando— es lo único que Kei le dice y Tadashi lo saca del fuego, al fin logrando separar la mirada, soplándole al malvavisco que estaba empezando a quemarse. Trata de deshacer el nudo en su garganta y sonríe, sintiéndose eufórico.

—Este es mío, hazte el tuyo. Ahora no lo quemes.

—Por favor— aquello lo tienta ya que la mera palabra le hace feliz, pero si van a pretender que no pasó nada, entonces no lo hizo y sería divertido verlo pelear contra un malvavisco quemado de nuevo.

—Noup.

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—Hola, Yamaguchi-san, me llamo Kei.

—¡Hey! — ella saludó con un tono entusiasta, incluso si está dando vueltas por el lugar reuniendo sus cosas—. Siento tener que dejarlos, chicos. Me llegó una llamada y van a necesitar ayuda extra en emergencias antes de mi turno.

—Está bien, mamá— Tadashi dijo, removiéndose en su lugar, sólo un poco incómodo, era la primera vez que traía a Kei a su casa y bueno, no se parece a la suya.

15 horas || TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora