Día 5: Bandai-Asahi -Yamagata (parte 2)

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Tadashi sabe que Kei odia los antros y si alguien preguntara la razón, probablemente sería por su baja tolerancia al alcohol y su inhabilidad de bailar si su vida dependiera de ello pero era lindo verlo intentar. Ambos tomaron el shot de cortesía y aunque su amigo tenía claras intenciones de quedarse en la barra, no lo dejó, arrastrándolo inmediatamente a la pista de baile.

—No estoy lo suficientemente ebrio para esto— trató de pelear.

—Te doy 5 minutos en lo que te hace efecto ese shot.

—Culero.

—Tú me enseñaste—Tadashi sonríe moviéndose al ritmo de la música.

Kei intentó, de verdad que lo hizo, pero bailar siempre ha sido vergonzoso porque es demasiado grande y siempre se sentía incómodo pensando en que probablemente lucía como uno de esos inflables que ponen afuera de las automotrices y probablemente lo hacía. Tadashi ríe sobre la música y se acerca a él, tomándolo de las caderas y haciéndolo congelarse por completo, no quería levantar la mirada hacia Yamaguchi porque no sabía lo que pasaría si lo hacía, así que se quedó quieto, mirando a algún punto entre el pecho de Yamaguchi y sus zapatos mientras que su amigo intentaba que se moviera con la música, sólo lo siguió porque ya no se sentía en control de su cuerpo.

—De verdad necesitas un trago, cierto?

—Estoy por rogar.

—Entonces esperaré un poco más— Tadashi bromea y eso lo hace levantar la mirada, su mirada encontrándose con los ojos verdes de Yamaguchi, su estómago da un vuelco porque incluso si está muy mal iluminado, sabe que son verdes con manchas de color caramelo, son moteados, como la piel de Yamaguchi.

—No me vas a bultear, ¿okay? —e incluso si trata de usar la voz que usaba cuando les ordenaba en el entrenamiento, se siente gentil y siente las manos de Yamaguchi moverse de sus caderas, cesando el movimiento que estaban haciendo, es un reflejo pero las toma, inseguro de si volverlas a poner sobre su cuerpo así que solo sostiene sus manos. Yamaguchi le mira de regreso y traga duro.

—No lo haré —le contesta en cambio.

—¿Me lo prometes? —esta vez, suena mas como un ruego y Kei quiere mantener cualquier promesa que Tadashi le pida.

—Te lo prometo.

—Okay— Kei quiere repetirlo de vuelta, quedarse ahí congelado con sus manos entre las de Yamaguchi (estan sudadas, como las suyas, pero el calor y el peso de ellas se siente correcto), la música en sus oídos y mirándose como si fueran los únicos en el lugar, en el mundo, como si no estuviera en un antro de mala muerte, solo es Tadashi y él. En vez de hacerlo, ve la manera en la que los labios de Tadashi se curvan hacia arriba y aprieta sus manos—. Pero tú los pagas.

Eso hace que sus labios se curven también.

—Sabía que ibas a decir eso. Me parece bien mientras que no ordenes nada raro.

Kei los dirige al bar, su mano no le ha soltado y a estas alturas le da miedo hacerlo, Yamaguchi de alguna forma lo malinterpreatará si lo hace. Llegan a muy mal tiempo porque hay unas chicas a unos banquillos de distancia que están animando a una de sus amigas a beber de una copa en llamas, literalmente prendida en fuego, y puede ver como los ojos de Yamaguchi brillan al verlo.

—Ni se te ocurra.

Yamaguchi le sonríe y en dos largos pasos se encuentra con las chicas y empieza a hablar con ellas, probablemente tratando de preguntarles por el nombre de la bebida, siendo dulce, encantador como sólo él sabe hacerlo. No puede evitar el rodar los ojos, queriendo mirar hacia otro lado pero incapaz de hacerlo, sabe que Yamaguchi no está interesado, es tan romántico que no coquetearía con alguien en el club, pero aún así hay algo que le molesta al ver como las chicas se ríen y caen a sus pies tan fácilmente. Ordena lo primero que se le viene a la mente, al fin mirando hacia otro lado para cuando Yamaguchi viene de regreso.

15 horas || TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora