4; sentir

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—Hay que resolverlo, ¿qué nos dice la nueva conducta?—pregunta Hocth al salir de la casa.

—Que sólo hubo un ignoto esta vez—responde Prentiss. —Rafael, solo.

—No si él es el psicopata, no podría operar lo suficientemente bien—replica Hotch. —Había alguien aquí que pudo controlarse para no dejar ni una evidencia.

—En el primer crimen, el ignoto llamó a la policía, ¿si?—Morgan debía concentrarse y calmar su preocupación, Hotch tenía razón, había personas muriendo, no podía darse el lujo de no prestar atención. —Está vez fue Rafael, ¿por qué? Parece que la llamada es necesaria, es parte de su sello.

—¿Hemos visto algun caso igual a este?—preguntó Hotch.

—Una mezcla de psicosis extrema y un individuo controlado, no—el moreno siguió—, uno de los principales indicadores de psicosis extrema, es la soledad.

—No saben armonizar con otros.

—¿García encontro algo de Rafael en los archivos?—Guideon aparecio de la nada, fijando sus ojos en Morgan, como si quisiera estar seguro que se encontraba centrado en el presente.

—Aún no—respondió, cortante. Había podido mantener la calma después de la replica con su jefe, pero había algo en Guideon que lo tensaba, que colocaba hasta a su más profundo ser en un estado de alerta.

—¿Por qué se nombra a sí mismo? Dos veces. No le preocupa que sepamos su nombre, la verdad quiere que lo sepamos.

—¿Un alias?

—O Rafael no existe en realidad—murmuró Guideon.

—¿Buscamos a un equipo?—Morgan preguntó, sacando de su mente al agente frente a el.

—Rafael es el nombre de uno de los arcángeles.

—¿Y...?

—Puede ser un ignoto que sufre la alucinación de que realmente es un arcángel.

Al mencionar aquello, Hotch suspira, Morgan maldice en su mente y Prentiss abre grande los ojos, los cuatro sabían que los asesinos con ese tipo de alucinaciones son difíciles de manejar, usualmente no dan el brazo a torcer y no dejan de matar, porque sienten que deben de cumplir con su misión.

—Tal vez en la primera llamada no eran dos personas, sino una—continuó

—¿Y la tercera voz?—Prentiss cuestionó.

—Mmm, de esa no se nada aún—negó con la cabeza.

—Si la señora Douglas es Jezabel, hay una muerte especialmente horrible en su futuro.

—Regresemos, tenemos que atraparlo lo más pronto posible.

Los cuatro retomaron el camino hacia las camionetas donde todos iban, yendo por delante Prentiss y Hotch.

—¿No te parece interesante?— pregunta Guideon al lado de Morgan, quien giró su rostro.

—¿El qué?—soltó.

—El aire es cálido, el sol brillante, las aves cantan—dijo desacelerando el paso.

—Guideon no es tiempo de juegos—murmuró, viendo de lejos la imponente camioneta negra, deseando llegar ya a ella, sus manos picaban por tomar el volante e irse de ahí.

—Un clima perfecto y dos personas muertas—y llegaron junto a la auto. —Morgan.

—¿Qué?—se detuvo, molesto por la interrupción abrupta.

—Reid estará bien.

—¿Por qué sigues tocando el tema?—colocó sus lentes de sol, queriendo esconder el ceño fruncido que ha estado presente durante todo el día.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora