10; contacto

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Morgan podía sentir la tensión en el cuerpo de Reid, quería abrazarlo y quedarse junto a el, a centímetros de tocarse, era el plan perfecto.

—Necesito pensar—murmuró el menor.

—Pero, ¿qué es lo que necesitas pensar? ¿No me he explicado?

—Sí, lo he entendido muy bien—comenzó, dándose vuelta —Pero necesito pensar, durante todo este tiempo he creído que no veías en mi más allá de un compañero de trabajo, durante tanto tiempo creí que estabas en busca de la mujer perfecta, pero ahora me dices que... Que yo...

—Si Reid, si. Tu. Sólo tu—A pesar de que Reid volteó, Morgan no tomó distancia, seguían ambos a un suspiro de distancia.

Y el moreno no lo pensó, se dejó llevar, observó con detenimiento los bellos detalles en el rostro del menor, admirando cada una de sus características, esas que había amado en silencio desde tiempo atrás.

El espacio entre ellos disminuía lentamente, hasta que ambos labios se acariciaron con paciencia y armonía, con calidez y delicadeza, era un beso esperado por los dos, ansiado por los dos.

Morgan tomó el rostro de Reid entre sus dos manos, acunándolo con suavidad, siguiendo el beso. El castaño se mantenía quieto, tranquilo, no pensaba demasiado en lo que estaba sucediendo, habían pasado tantas cosas en pocos días que su corazón estaba cansado de latir tan arduamente, simplemente quería paz y el moreno se la otorgaba, no podía perder la oportunidad. No ahora que su mente estaba inundada de pensamientos.

Pero, como siempre, los momentos perfectos, son sólo eso, momentos.

El celular de Morgan comenzó a timbrar, rompiendo la burbuja que lo unía, lejos de lo complicado de la vida misma.

—Contesta—murmuró Reid habiéndose separado tan solo unos centímetros. Ambos sin abrir los ojos, Reid por temor a darse cuenta de la jugada que su mente pudo haber creado al hacerle creer que estaba besando a Morgan, y Morgan por temor a que Reid se cierre en sí mismo de vuelta.

—No quiero—respondió.

—Contesta, puede ser importante—susurró.

El moreno suspiró, haciéndole caso pues era verdad.

—¿Si?—habló Morgan al celular, contestó sin ver quien era, sin separarse demasiado del contrario. —¿Debo ir ahora?—espetó, sobándose la sien. —Bien—y colgó.

—Ve.

—Pero...

—Era Hotch, ¿cierto?—murmuró. Morgan asintió. —Debes ir, no descuides tu trabajo.

—No quiero irme.

—Pero debes irte. Estaré bien.

—No desaparezcas. Mantén el contacto.

—Ve.

Morgan pudo haberse ido sin más, pero no pudo resistirse al impulso que le atacó y se acercó de nuevo a él, posando sus labios en su tersa frente, cerró los ojos y le rogó al cielo que todo fluyera a su favor. Pareció que pasaron horas, pero tan sólo cinco segundos después, caminó hacia la salida y dándole una última mirada al menor se retiró del lugar.

El moreno bajó las escaleras con pesar, no se quería ir de donde se encontraba, sin embargo, Hotch le había dicho que debía de entregar el reporte esa misma tarde, pues al haber habido un percance tan grande como el secuestro de un integrante del equipo, todo debía ser redactado por los demás compañeros para que no quedaran lagunas en lo que sucedió.

Al ir hacia donde Hotch estaba estacionado, no podía dejar de pensar en todo lo que pasó en el poco tiempo que estuvo junto a Reid. Distinguió el automóvil sin dificultades, subiendo en el asiento del copiloto, su jefe se encontraba en mensajeando por celular.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora