9; silencio

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No podía ser posible.

¿Cómo es que Morgan sabía sobre eso? Se suponía que Tobias había apagado la cámara para confesar su más grande secreto.

Había huido de una manera bastante cobarde, encerrándose en el baño, como si la puerta pudiera bloquear los pensamientos del moreno que lo hizo preguntar aquello.

Se observó en el espejo colocado encima del lavabo. Tenía grandes ojeras, la cabeza le martillaba, tenía su boca seca y el estómago le ardía. Se veía deplorable.

Junto agua en sus manos juntas, para después frotarlas contra su rostro, tratando de alejar el sonrojo que sentía aún.

—Reid, Morgan, tenemos que irnos—el menor escuchó la voz de su jefe desde dentro de donde se encontraba, no podía ausentarse más, debía confrontar la situación.

Salió del cuarto de baño sin pensarlo más, tenía claro que no podía huir otra vez de esa conversación, se sentía sin verguenza al salir, sin embargo, apenas su mirada se topó con la de Morgan, se vino abajo. De nueva cuenta ahí estaba el, viéndolo, viéndose fijamente.

—¿Se encuentran bien?

Morgan volteó hacia la puerta y de regreso a él.

—Enseguida vamos Hotch.

—Bien, hay comida en el avión para Reid.

—Gracias—respondió Reid.

Seguido de esto, ambos escucharon los pasos de su jefe a través del pasillo, ahí fue cuando el menor pudo respirar tranquilo.

—Reid...

—C-creo que debemos irnos ya—tartamudeó, yendo a través de la habitación buscando sus objetos personales.

—Pero-

—¿Has visto mi celular?—le interrumpió. Siguió mirando hasta tener entre sus manos la billetera, celular, bolso. —Creo que tengo todo, vamos.

Reid hablaba tan rápido que había veces que ni siquiera el se entendía, pero los nervios le respiraban en la nuca y el se había jurado dejar ir esos sentimientos. Cuando le confesó aquello a Tobias había dos factores muy importantes y ninguno eran las agallas para enfrentar al moreno.

En primera, el efecto de la droga atravesando su torrente sanguino lo nubló tanto que no lo pensó. Y en segundo lugar, no pensó que iría a salir vivo de ahí, le dio señales a Hotch para que fueran por su cuerpo y tuviera un lugar donde podrían ir a visitarlo. El que Morgan supiera tal cosa, lo avergonzaba muchísimo.

—¿Quieres escucharme por un breve instante?—preguntó, interponiéndose en el camino de Reid quien iba directo a la puerta.

—Si, Morgan. Eres tu—soltó sin más, hablando igual de rápido. —Eres tu a quien le pertenece mi corazón, pero sé que a mi no me pertenece el tuyo, y lo entiendo. No necesito que me rechaces porque he sido rechazado toda mi vida y me sé de memoria las señales. A ti te fascinan las mujeres pero a mi me fascinas tu. Y ambos amamos nuestro trabajo, pero tu lo amas más que yo y a mi me dolería que te quitaran lo que amas, así que, dejémoslo así.

Y sin más, esquivó a Morgan para luego salir de la habitación, dejando a un moreno estupefacto, fue tan rápido que no lo dejó responder, no lo dejó pensar. Cuando escuchó la puerta cerrarse, quiso correr para detenerlo y decirle lo muy equivocado que estaba, sin embargo, justo cuando salió, se encontraba Penélope afuera y sin rastro de Reid.

—¿Dónde está Reid?—preguntó.

—Ha ido al avión, parecía muy consternado—le respondió. —Bueno yo también lo estaría si me hubiera secuestrado un loco demente con tres personalidades dentro de sí.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora