Nuevo mundo

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Los días pasaron, uno tras otro, y cada vez más, segura de que era así, comparaba a mi vida con una montaña rusa, me sentía en la cima de ésta cuando compartía tiempo con Michael y por el contrario cuando notaba su ausencia sentía que llegaba de una manera brusca a la parte más baja de ella.

¿Qué puedo decir?, Me moría por ser más que una amiga para él, que sintiera lo mismo que yo sentía cuando lo veía llegar, que surgiera en él el mismo cosquilleo que surgía en mi interior al sentir su tacto, ¡quería presentarlo no sólo ante mi familia y amigos, sino ante todo el mundo como mi novio!, sentirme orgullosa de tenerlo a mi lado, y viceversa, pero no, nunca iba a ser así, jamás cambiarían las cosas, nada llegaría a ser diferente.

Recibí un mensaje en mi móvil:

-¿Podemos vernos?, ven a mi casa

*¡Quería verme! ¡Nunca le diría que no!

-Claro, salgo para allá

Él vivía en casa con su madre. Tenía tres hermanos, pero ellos vivían con su padre y por cuestiones de trabajos en diferentes ciudades, no podían vivir juntos. Pasaba la gran parte del día solo, pienso que fue el motivo de no sentir ni pizca de avergüenza al aceptar ir a su casa, ya que no tendría miradas de nadie sobre mi, juzgando mi manera de hablar, vestir o actuar aparte de él.

Al llegar inmediatamente entré, ¡se había tomado la molestia de dejar la puerta abierta!

-Aquí estoy, dije. Él no pronunció palabra, me atrajo hacia él y plantó un cálido beso sobre mi boca, era la sensación más placentera que hasta el momento había sentido, no di paso a ningún pensamiento, sólo quería disfrutar del momento.

Enrolle mis brazos al rededor de sus anchos hombros y hice ademán de que se acecara más a mí, quería sentirlo lo más cercano posible, gozar de cada segundo que pasara mientras estuviéramos siendo tan del otro, no sentía miedo de lo que pudiera pasar, confiaba en él, no habían motivos para que fuese así, ero CONFIABA EN ÉL, haría lo que me pidiera, estaría junto a él en el fin del mundo si me lo pidiera.

Entre sus brazos me llevó a su habitación. (No la había visto antes, era pequeña, con las cosas mas escenciales, muy cómoda, muy para él a decir verdad, no era de gustos extravagantes). Me acostó sobre su cama y yo le abrí paso entre mis piernas, tenía calor, mucho calor, nunca había estado de esa manera con alguien, nunca me había sentido tan viva con alguien, (siempre había soñado mi primera vez de una manera totalmente diferente, más cursi a decir verdad, soñaba con pétalos de rosas, velas, vino y cosas así), pero no me molestaba como estaba sucediendo, al contrario, sentía que era el momento y el lugar perfecto para convertirme en mujer, sin pensar en nada más, sólo en él y en mi, en ese mundo en donde nos olvidabamos de todos los demás, y sólo pensábamos en nosotros.

A medida que nos besábamos aumentaba el deseo, quería saber que se sentía, quería experiementar las sensaciones que aún eran desconocidas para mí, me sentía diferente en ese momento. ¿Y si no le gustaba lo que pudiese pasar?, no tenía la experiencia que posiblemente él tenía, no sabía como debía tocarlo, no sabía nada, ese mundo era desconocido para mí.

Me detuve.

-¿Qué pasa kat?

-Es que..

-¿Quieres que nos detengamos?

*Nooo, claro que no, era lo que menos quería en ese momento*

-Es sólo que no sé cómo debo actuar

-No te preocupes, sólo disfruta y dejate llevar por el momento

Y así fue, me dejé llevar por el momento, y eso dio paso a que fuera el día más especial y un poco doloroso de toda mi vida, se sentía maravilloso, no creo que pueda tener comparación con algo más, le entregué todo a ese ser que para mi en ese momento era maravilloso, fue la sensación más placentera de mi vida, al principio hubo dolor, mucho dolor, pero a medida que me adentraba a ese magnífico mundo, experimentaba sensaciones cargadas de placer, si por mi hubiese sido, jamás me hubiese desprendido de ese momento. Hubo amor, paciencia y confianza, él no sólo pensó en su placer, sino en el mío también. Estuvimos tumbados en la cama no sé cuanto tiempo, pero parecieron horas, no quería que ese momento acabara nunca, quería tenerlo siempre ahí a mi lado, haciéndose sentir deseada y plena.

En ese momento sólo pensé que ya que las cosas habían llegado a un nivel tan alto y sin regreso iban a cambiar, y sí que cambiarían, pero no precisamente para mi agrado.

Para tan poca edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora