Capitulo III. "Entrega, deseo y arrepentimiento".

2.1K 204 5
                                    

Cathaysa.


¿Qué nos pasa a algunas mujeres, cuando ciertos hombres nos hablan, cómo este hombre me ha hablado a mí? Le pasó a Judith Flores con Eric Zirmmerman, en "Pídeme lo que quieras", le pasó a Anastasia Steel con Christian Grey, en "Cincuenta sombras de Grey" y le pasó a la luchadora y rebelde Scarlett O'hara con Rhett Butler, en "Lo que el viento se llevó". No sé si comprendéis a lo que me refiero, pero en el momento que este hombre me dijo que era suya, que me iba a hacer suya esta noche, mi feminidad estalló por todos mis poros, me sentí más mujer que nunca, ser capaz de hacer que un hombre pierda la cabeza así, por ti, aunque sólo sea sexual, te desarma. Y te presentas voluntaria para lo que dese hacer de ti, como se diría en mi país, se te caen las bragas.

Quizás sea porque nunca en mi vida un hombre me había hablado así. Creo que os he contado el castigo que me envió dios, en forma de hermanos controladores, que, al no poder con su rebelde hermana, ejercen la presión en él otro lado. En el pobre que decide acercarse mí.

Que el hombre más atractivo que he conocido en mi vida, se dirija a mí de esta forma, que el hombre que me dio el primer beso accidental, me lleve en estos momentos a una habitación, para darme a conocer que es ser mujer, es algo que ni podía ni quería evitar, mi cuerpo tomo el control de mi mente, que cada vez que intentaba dejarse oír, una mirada un rose o simplemente el olor de ese hombre medio desnudo, que me sostenía en sus brazos, mientras yo le rodeaba los hombros, con mis brazos, lo acallaba.

-" ¿Se dejaría intimidar este hombre por mis hermanos?"- lo mire, la decisión en esos ojos que no me miraban, la fuerza y la musculatura que sentía bajo su piel de los hombros, y su aura intimidatoria, y supe que presentaría batalla, no sería tan fácil a Zipi y Zape, derrotar a este hombre.

No me dijo nada solo entró en la habitación y me deposito con delicadeza sobre la cama. Mientras él se colocaba sobre mi sosteniendo su peso para no aplastarme. Me miro con esos precioso ojos color miel, y mi corazón se paró, para a continuación comenzar una carrera, como queriendo salírseme del pecho. No me había tocado y ya mi piel me ardía.

-" Sólo tienes una oportunidad de salir corriendo, preciosa, y es ahora te doy dos segundos para que te pienses si deseas continuar, o sales por esa puerta, y el tiempo comienza ahora"- no apartaba la vista de mis ojos, y mi cabeza comenzó a luchar para hacerme entrar en razón, me hablaba de mis responsabilidades, de mi deber con mi familia, con mi prometido, del regalo que debía darle, de miles de cosas, pero una voz fue más fuerte que las otras, esa voz sólo me dijo:

- "No vas a volver a sentir esto nunca más, sólo ahora, sólo ahora será especial"- Eso fue suficiente.

Rodee el cuello con mis brazos, de quién yo creí sería mi primer amante, y alzando mi cabeza lo besé, el primer beso que daba yo voluntariamente, el primer beso que no había sido un accidente, y mi mundo se volvió del revés.

Me había quedado impresionada por aquel simple choque de labios accidental, que me dejó desconcertada, pero en el momento que ese hombre se adueñó y tomo el control de mi beso, todo a mi alrededor dejó de existir, no podía evitar gemir ante el placer que sentía, mi cuerpo temblaba y mi corazón se agitaba, el calor empezó a recorrer todas las venas de mi cuerpo.  
Escuchar los amortiguados gruñidos de impaciencia que salían de su boca, sólo añadían más leña al fuego, que me devoraba.

Sentí como me arrancaba la camisa, al no poder desabotonarla, y esto lejos de asustarme, intensificó mi deseo. Ni en todas las novelas que había leído, ni en todas las películas que había visto, me había preparado para el nivel de excitación y de irrealidad que me estaba creando este hombre. Pronto sus manos recorrieron mi cuerpo, mientras se deshacía de las prendas que lo cubrían, yo por mi parte no dejaba de recorrer los músculos que se marcaba en su espalda, mientras mis labios eran tragados por los suyos, y su lengua bailaba con la mía. Él separó sus labios de los míos, para recorrer mi cuello, lo sentía como si unas plumas de fuego lo recorrieran y me gustaba su sensación, comenzaba a humedecerse mi entrepierna y las caricias que recibía de sus manos hacían caminos de fuego, que iban, desde sus labios y sus manos, pasando por mis pezones que se erguían contra mi sujetador, bajando por mi abdomen hasta ese punto en mi entrepierna, para introducirse en mi interior acumulándose en esa zona, haciendo que me debilite de deseo. 

Unidos por la venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora