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—no olvides estos también minie

el bartender puso dos vasos más de whisky en la charola que el rubio llevaba al hombro, esa noche el burdel estaba a tope, había gente esperando por entrar afuera, las salas privadas estaban totalmente agotadas y las mesas vip también estaban totalmente llenas

los chicos y las chicas iban y venían, sirviendo trago tras trago en las diferentes mesas, otros acompañaban a muchos de los clientes, algunos sentados a sus costados, otros dándoles masajes en los hombros y otros sentados en sus regazos, dejándose presumir por aquellos hombres como si fueran sus trofeos de la noche, jimin tenía suerte esa noche, le había tocado servir las mesas y presentarse en el escenario, de lo contrario no dudaría que estaría haciendo cualquiera de las otras cosas o podría ser peor y estaría en subasta

—aquí están sus bebidas —sonrió dejando las bebidas en la mesa cuatro—, espero que las disfruten

pudo sentir una mano masajear descaradamente su trasero mientras se inclinaba a dejar los vasos, eso ya ni si quiera le sorprendía o le asustaba, después de tantos años se había vuelto tan rutinario que incluso era raro que no hubiera ocurrido

—muchas gracias precioso —le giñó el hombre a su izquierda— estoy seguro que lo voy a disfrutar

un poco incómodo fingió la mejor de sus sonrisas y se retiró observando a las chicas que se encontraban con ellos, por sus expresiones de miedo podía deducir que se trataban de las chicas nuevas, seguro habían llegado apenas hace un mes o menos, era terrible estar ahí, él lo sabía pero no había mucho que hacer, era preferible estar ahí que ir a subasta

—creo que es hora de que vayas a camerinos a prepararte

el encargado del burdel se acercó a él cuando el rubio regresó a la barra por más bebidas, la cantidad de meseros no era suficiente y a él comenzaban a dolerle sus piernas y los hombros, por suerte sabía que después de su presentación su turno habría terminado y podría irse a descansar

corrió tras bambalinas saludando a los guardias de seguridad y personal del local, a muchos les sorprendía lo amable y simpático que podía llegar a ser el rubio estando en el lugar en el que estaba, todos en aquel lugar sabían cómo habían llegado la mayoría de los empleados del burdel, jimin sabía que ya no podía perder nada más en la vida, por lo que optó por volverse amigo de los empleados ahí, después de todo, era con quienes viviría por lo menos hasta el último de sus días

—así que hoy te tocará presentarte en el escenario.

y a pesar de que jimin intentaba llevarse bien con todos en aquel lugar, había una persona que nunca se la había dejado fácil, gigi había llegado poco después que él, lo recordaba muy bien, una pequeña castaña pecosa de piel blanca, de ojos llorosos y llena de moretones, gritaba por ayuda y se negaba a hacer lo que se le ordenaba, no sabía cómo era que seguía viva a esas alturas, pero nunca habían sido particularmente cercanos

gigi era hermosa, tenía una piel tersa, los ojos grandes color avellana, una cintura diminuta, caderas anchas y senos promedio, sus piernas eran largas y bien tonificadas y sobre todo era bastante buena en el baile, quizá ligeramente mejor que jimin, pero sobre todo jimin entendía porque el jefe destinaba muchísimo más presupuesto a ella que al resto de los bailarines

— ¿qué haces aquí? —soltó con fastidio—. ¿no deberías estar atendiendo a alguien en algún privado?

y ahí estaba, el enojo de la castaña salió a flote.

—vete al diablo maldito idiota

la muchacha se fue del lugar maldiciendo en voz alta, jimin aún escuchaba sus gritos y maldiciones por todo el pasillo pero poco le importaba

DEVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora