Capítulo 3

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Jin Ling y Jin Guangyao caminaban por el bosque del límite sur. Era media día, a lo que el bosque estaba menos tenebroso que de costumbre.

— Tu Jiujiu tiene una hermosa sorpresa para ti -Guangyao le sonríe al pequeño dulcemente.

— ¿Qué? ¿Qué es? —pregunta Jin Ling, brincando tiernamente y con la emoción de un niño ante la mención de un regalo.

— Si te dijera ya no sería sorpresa, ¿verdad?

— Si me lo dices me haré el sorprendido.

— Eres verdaderamente un pillo —susurra Guangyao, riendo levemente luego de dejar a Jin Ling bajo un árbol. 

— Por favor, tío Yao —Jin Ling se pega a las piernas de su tío, pero este niega con la cabeza.

— No, no, no, no. Esto es para ti y tu Jiujiu como algo entre padre e hijo —lo último lo comenta Guangyao con una mueca—. Bien —su sonrisa amable vuelve a su rostro—, ahora me voy por él.

— ¡Iré contigo! -Jin Ling apenas pudo dar un paso, pero la postura de su tío Yao y el rotundo "no" lo hizo retroceder dos más hasta chocar con el árbol que se encontraba detrás de él.

— No... —dice suavemente, acariciando los cabellos de Jin Ling—. Solo quédate en el árbol, ¿no querrás terminar en otro lío como sucedió con los bandidos?

— ¿Supiste eso? —pregunta el pequeño con algo de vergüenza en su rostro.

— Jin Ling... Todo el mundo lo sabe...

— ¿Deberás? —Jin Ling baja la mirada, completamente avergonzado de dejar a su Jiujiu en vergüenza por su travesura.

— Ah si... Suerte que Jiujiu llego para salvarte, ¿eh? ¡Ah! Y aquí entre nos, te conviene ensayar ese pequeño truco con el látigo —Guangyao sonríe al ver a Jin Ling sacar su látigo de su cintura luego de unos momentos de duda. 

Guangyao comienza a caminar con tranquilidad, cuando la voz de su sobrino lo detiene.

— Oye tío Yao... ¿Me va a gustar la sorpresa? —pregunta Jin Ling con inocencia.

— A-Ling, es para morirse —con esto dicho, Guangyao se retira.

Xue Yang y Su She se mantienen alejados del lugar en el que se encuentra Jin Ling. Un ciento, o más, de cadáveres feroces se encuentran detrás de ellos, esperando la orden de sus dueños. Ambos cultivadores demoniacos se encuentran esperando la señal, la cual llega en forma de flecha dorada estampándose en uno de los árboles cercano a ellos.

Jin Ling comienza a infundir energía espiritual en su látigo como su Jiujiu le enseño días antes. El látigo brillaba en un tono dorado con destellos morados, aunque de vez en cuando este brillo se apagaba al momento de hacer contacto con la tierra de forma brusca.

— Tsk... —Jin Ling comienza a desesperarse—. Intenta lo imposible...

Jin Ling pone más esfuerzo al recordar las palabras de su Jiujiu, el látigo brilla un poco más intenso que otras veces y, con eso, lo estampa contra un árbol mediano que se encontraba frente a él. El árbol cae en seco, ocasionando un eco en todo el bosque. Jin Ling sonríe con orgullo, pero su sonrisa se borra al escuchar unos gruñidos. Conoce esos sonidos, sabe que son cadáveres feroces.

Lo comprueba al verlos caminar un poco más rápido que de costumbre. Jin Ling no pierde tiempo y comienza a correr intentando ponerse a salvo. ¿Dónde está su Jiujiu? Es lo que se pregunta en estos momentos mientras siente que el aire comienza a faltarle, pero no deja de correr.

— Mira Jiang-Xiong, ¿por qué habrá tanto polvo levantado en el bosque? —Huaisang ve a lo lejos el bosque viendo como una nube de tierra cubre una parte de éste.

La peonía que resurgió del fangoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora