A pesar de casi no haber dormido, cuando sonó la alarma a las cinco de la madrugada, me levanté de un salto. No quería despertar a Andrea, que seguía en el sillón. Al final, entre los ruidos que hice yendo y viniendo y los maullidos de Berenjena, pasó lo inevitable. Le dije como diez veces que podía mudarse a mi cama y dormir un rato más, pero no hubo caso. Él insistió en que quería levantarse y hacer el desayuno.
-No hay mucho que hacer, de todos modos; sólo tengo galletitas y café.
Incapaz de abrir los ojos del todo y tropezándose con algún que otro mueble, se posicionó a mi lado. Dijo algo que apenas logré escuchar:
-Puedo batir el mío?
Se refería a su café. Yo le pasé una taza. Observé disimuladamente como se puso a batir con cara de frustración. Ya, sin poder reprimir mi sonrisa ni mi curiosidad, le pregunté por qué estaba tan contrariado.
-Quería levantarme antes que vos para hacerte el desayuno. No sabía que te despertabas tan temprano...
-Viste? Mi vida es un infierno -dije a modo de broma, aunque me arrepentí al instante al recordar los moretones.
-Ya no -respondió sin inmutarse -Porque llegó tu musa inspiradora y ahora te vas a volver famosa pintándome.
Dijo todo eso mientras seguía batiendo, aún con el gesto ceñudo.
Ésta vez fui yo quién rodeó su cintura con los brazos. Le estampé un beso ruidoso en la mejilla, que se tensó alegremente en una sonrisa.
-Aunque no me hiciera famosa creo que la voy a pasar bien de ahora en más -dije, sin soltarlo -Y hay algo que no te dije: ese que estás batiendo, en realidad es mi café... Así que al final sí me estás haciendo el desayuno.
-Andá a sentarte, que yo sigo con todo -dijo, sin estar del todo satisfecho con la idea todavía.
-Es una orden? -pregunté con malicia.
-N-no! No podría dar órdenes...
Se había puesto rojo. Se las arregló para agregar:
-Solamente quiero agradecerte por lo que hiciste.
No podía sentarme como él quería, ya que tenía que peinarme, lavarme, y alimentar a la gata, entre otras cosas. Pero él me avisó cuando el café estuvo listo. Se acercó hasta mi con la taza y entonces... Se arrodilló al dármela.
De nuevo estaba esa sensación de irrealidad. De verdad estaba ese chico hermoso, en mi casa, sirviéndome el café de rodillas? Pensé que me estaba haciendo una especie de broma, pero nunca llegó la risa.
-Qué hacés, Andrea?
-Te sirvo.
Yo tomé la taza que me ofrecía, más que nada porque me pareció que debía estar quemándose, al sostenerla de esa manera por tanto tiempo. Se hizo silencio por unos segundos.
-Me dejas servirte? Si te incomoda no lo hago nunca más.
Servirme... No entendía a qué se refería, pero me gustaba cómo sonaban esas palabras. Quizás, sólo porque era él quién las decía.
Andrea tomó mi silencio como rechazo y se levantó rápidamente.
-Olvidate de eso, por favor... Qué vergüenza! Hacé de cuenta de que nunca lo dije... -y antes de que pudiera responder, siguió -Pero no te enojes conmigo...
-Ey, no estoy enojada! - intenté tranquilizarlo.
-No vas a querer volver a verme.
Dejé la silla y puse mis manos sobre sus hombros, atrayéndolo ligeramente hacia mi.
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MUSA
Romance"Él es mi chica, él es mi droga... Si no te gusta podés irte. Hacemos las cosas a nuestra manera porque somos hormonalmente incorrectos. Yo no sabía lo que era la libertad hasta que lo conocí... Y si algún día me vuelvo famosa (cosa de la que esto...