Una voz

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Lentamente me fui colocando por encima de su cuerpo, apoyando mi pecho contra su espalda y enredando nuestras piernas. Deslicé la mano hasta su entrepierna. Su respiración comenzó a agitarse, sin embargo percibí cierta tensión.

No habían pasado dos minutos cuando él quiso que pare. Inmediatamente me bajé. Me alarmé al verlo luchando contra las ataduras, en vez de pedirme que deshiciera los nudos, cosa que hice.

Cuando pudo por fin sentarse en la cama, esquivaba mi mirada.

-Me quiero ir. - dijo.

-Esperá -rogué - necesito saber qué está pasando.

-Me siento mal, Ivi, perdón. Quiero salir.

Si quería irse no iba a oponerme. No entendía nada, solamente quería que lo que fuese que le estaba pasando desapareciera. Lo que no me imaginaba era que al abrir la puerta, el que desaparecería sería él mismo.

Poco después de que se fuera, abrí Whatsapp y escribí:

-Cuando quieras y puedas, me gustaría hablar de lo que pasó. No digo que sea ahora. Solamente quiero saber si estás bien y cómo llegaste a tu casa. Pido perdón de antemano si hice algo que no te gustó...

Iba a agregar algo más sobre mi torpeza en el ámbito sexual pero me quedé pensando. Era torpeza o algo más? Hasta ese momento había deseado a Andrea a tal punto que me quemaba. Entonces por qué me había hecho a un lado en el mejor momento? Luego recordé la sensación del roce de mis muslos contra los suyos cuando empecé a masturbarlo... "Dejá a la pobre vieja". Qué? Esa frase había aparecido en mi cabeza de la nada. Quién la había dicho?

Fui hasta la heladera a buscar una lata de cerveza. Esperé, mientras la tomaba, la respuesta de Andrea. No llegó esa noche, ni la siguiente ni la otra.

Andrea sabía dónde trabajaba y dónde vivía. Yo no tenía nada. Nada, salvo los puntos de encuentro que habíamos tenido en la calle. La plaza, el supermercado y...

Después de cuatro días sin noticias, me armé de valor y fui, después del trabajo, hasta el hotel.

Media hora había pasado de las ocho, y si la calle estaba oscura, no quería imaginar el interior de esa pocilga. Cuando por fin estuve al frente de su ruinosa fachada, me pareció una idiotez la idea de entrar. Podía haber otra persona ahí, o más de una. Si me pasaba algo, quién se iba a enterar?

Y aún así, la desesperación que sentía no me dejaba más opción que buscarlo.

Estaba intentando pasar por ese agujero cuando mi celular vibró.

"Puedo verte?"

Le respondí que sí todavía agachada e intentando no rasparme con nada y agarrarme tétanos. Prácticamente volví corriendo a casa.

Me puse a limpiar rápido antes de que llegara. Entonces recibí otro mensaje:

"Te parece que pase el sábado?"

Recién era jueves. Suspiré y me fui a hacer la comida. Al menos había aparecido y estábamos hablando. Tuvimos un pequeño diálogo usando los audios.

-El sábado está bien. Si querés podés venir a las nueve. Cómo estás?

-Mejor, pero me porté como un tarado con vos.

-Me dejaste preocupada.

Me arrepentí de ese último mensaje porque me sonaba a acusación, pero no me dio tiempo a eliminarlo porque lo escuchó al instante.

-Perdón... No hiciste nada malo. Es que a veces no sé cómo reaccionar a las cosas y esa posición...

El audio se cortó ahí. Esperé. En un momento él estaba grabando pero terminó eliminando el mensaje antes de mandarlo.

-No me pidas perdón. -dije yo, que mientras hablaba vi que él estaba grabando de nuevo - Como te había dicho esa noche, si hay algo que no te gusta siempre me lo podés decir. No importa en qué situación estemos; vos decís que pare y yo paro.

Hubo otro audio de él que nunca llegó. Se puso a escuchar el mío. Después contestó:

-Gracias, Ivi.

En ese momento entró otro mensaje pero por Instagram: alguien quería comprar uno de mis cuadros. Era la primera vez que me pasaba. Seguía las dos conversaciones en paralelo, comiendo unos fideos con manteca.

-Ojalá estuvieras acá... Estoy por vender mi primer cuadro.

Él tardó en responder. Primero llegó una seguidilla de stickers y después, por escrito:

-Te dije que te ibas a volver famosa... Éste es el comienzo. Después vamos a tener que hacer más.

Me moría por verlo. Le pregunté si me dejaría pintarlo ese sábado.  Nada. Supuse que se había quedado dormido porque no volvió a responder.

...

Cuando uno come nervioso, hasta un plato de fideos puede caerle mal. Tenía un dolor de estómago espantoso cuando me acosté y creo que eso generó que mis sueños fuesen más vívidos y horribles.

Lo que recuerdo es que veía a Andrea girando alrededor del árbol junto al cuál lo conocí. Jugaba y reía. Al notar que lo estaba mirando, me hizo un gesto para que me acercara. Yo avancé. Ahora la plaza era un bosque oscuro.

Todavía me sorprende lo real que se sintió el beso que me dió como bienvenida, rodeándome el cuello con sus brazos finos. Yo también lo abracé pero a la altura de la cintura.

- Deja a la pobre vieja.

Me separé unos centímetros de Andrea. Desde atrás de un árbol viejo y grueso se había escuchado la voz de un hombre. Un terror insoportable me llenó el cuerpo.

Andrea volvía a besarme, despreocupadamente, como si no hubiera escuchado nada.

-Nosotros somos aventureros, vamos, dame la mano...

Ésta vez corrí bruscamente al chico.

-No escuchaste eso? -pregunté.

Él se encogió de hombros. Pero mis ojos estaban ahora fijos en el árbol. Había alguien ahí escondido. Yo conocía esa voz, sí... Me sonaba tan familiar... No podía recordar a quién le pertenecía. Pero si rodeaba el árbol podría verle la cara y sabría.

-Yo también necesito cariño -dijo la voz.

Por alguna razón, me entró pánico. Me di vuelta para buscar el apoyo de Andrea pero al mirar me lo encontré tal como lo había dibujado en el hotel aquella vez: los ojos en blanco, la boca torcida y la piel grisácea, muerta. Un sonido gutural brotó de su garganta casi a la par de mi alarido, justo antes de despertar.

-Qué carajos?... Qué mierda.

No podía creerlo: tuve que prender la luz por lo asustada que estaba. Me llevó un buen rato recuperarme de eso. Finalmente con algo de música y Berenjena a mi lado, logré conciliar el sueño de vuelta.

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2023 ⏰

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