El ingreso

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Me desperté y cuando miré hacia un lado estaba mi padre.

-Hola chiquitina - dijo él- ¿Como te encuentras?

-Bien- mentí.

- No he venido antes porque estaba trabajando.

-No importa.

-Sientate anda.

-No puedo.

Mientras dormía mi madre debería haberme puesto un manta por encima así que no se veía que estaba atada. De repente entraron unas enfermeras.

-¿Ya te vas a calmar y te podemos desatar?

-Si.

La verdad, no tenía fuerzas para discutir otra vez. Me desataron y me senté en la cama. Al poquito tiempo me trajeron la cena.

-Que se tome lo que ella vea que pueda no tiene que ser todo, pero si la mayoría.

-Vale, gracias - dijo mi padre.

Cuando ese señor se fue, levante la tapa de la bandeja que me habían traído y debajo había, un puré naranja, un San Jacobo seco, tomate en rodajas, un trozo de pan y una pieza de fruta.

Sólo me comí el puré.

-Mami, no tengo cepillo de dientes.

-Yo puedo ir a comprarlo a parte que tengo que cenar algo de la máquina expendedora que hay afuera- dijo mi padre.

-Vale- dijo mi madre.

Mi padre se fue y más tarde llegó otra vez el señor que me había traído la bandeja.

-Esta bien, pero tienes que comer un poco de pan.

Arranque un trozito al pan y me lo comí.

-Vale.

- Puedo comerme lo que le ha sobrado - dijo mi madre.

-Si, si claro. Ahora yo solo apunto lo que se ha comido y puede comérselo.

- Gracias.

El señor apunto algo en una hoja, supongo que lo que había comido, y se fue. Mi madre se comió todo lo que había quedado, pues sí que tenía hambre.

Mi padre llegó pasado un tiempo.

-Toma- me dijo mi padre mientras me daba el...

-¡El principito!

Bueno os tengo que decir que a mí me encanta leer, y desde hace meses quería el libro del principito.

-Si, lo he visto al bajar a la planta de abajo.

-Gracias.

- Oye me tengo que ir ya, porque mañana tengo que trabajar.

-Vale.

Me dio un beso en la mejilla y un abrazo.

-Oye, que te quiero mucho y eres muy valiente.

Yo sonreí a modo de respuesta.

-Adios, mañana vendré a verte.

-Adios.

Y se fue. Mi madre mientras tanto se sentó en la silla que estaba al lado de la camilla.

Después de 20 minutos más o menos vino una enfermera a cambiarme de sala. Fui hacia una mucho más grande con varias camillas. Delante de mi cama, a varios metros, había otro niño pequeño, y a mí lado estaba una especie de cortina así que no podía ver a mi vecina de camilla. Mi madre se tumbó en un sillón rojo que había al lado, y yo en la camilla. Al poco apagaron la luz, me costó un poco dormirme pero lo conseguí.

8 de junio de 2022

Me despertó mi madre. Estaban repartiendo los desayunos. Cuando me dieron el mío, y levante la tapa, vi que era un vaso con leche sola, un vaso con zumo de naranja, un pan y mantequilla. Me comí todo menos la mantequilla. Después se llevaron la bandeja. Me sentía muy llena ya que nunca en estos últimos meses, o más bien último mes, habia desayunado tanto nunca.

Llegó la hora de la comida. Eran filetes rusos con salsa de tomate y patatas, judías verdes con trocitos de jamón, un trozo de pan y fresas.
Vale, os acordáis que dijo la enfermera que solo haría la cena y desayuno y que ya veríamos, bueno pues yo me acordé de eso y me negué a comer, diciendo que me quería ir a mi casa. Empecé a llorar muchísimo, obvio me dijeron que si no me lo comía me iban a poner la sonda, llamaron a algún siquiatra, pero nada más, no vino ni nada. Y por fin conocí a mi vecina , ya que mientras lloraba ella me llamó.

-Como se llama- dijo la niña que era mi vecina.

-Vanesa, dijo mi madre.

-Vanesa, Vanesa.

No me giré y seguí llorando. Se puso delante mía y me miró.

- Mira yo tengo que comerme lo mismo que tú , si yo puedo tú también.

Y después de llorar un poco más, me comí las judías menos una poquitas, los filetes rusos, dos patatas fritas, y dos trocitos de fresas.
Después de 3 horas vino la merienda, un yogurt natural con una pieza de fruta. Me lo comí todo.

Después de 2 casi 3 horas, vino una enfermera con otro señor vestido de amarillo, que manía con esos señores. Él iba con una silla de ruedas agarrada por los manillares.

-Te vamos a cambiar de sitio- dijo la enfermera.

Mi enemiga, la anorexia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora