◾Texto 172◾

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En un rincón tranquilo del parque, un niño observa cómo las hojas caen lentamente de los árboles. Cada hoja cuenta una historia, desde el vibrante verde de la primavera hasta el dorado y marrón del otoño. El niño se pregunta a dónde van las hojas cuando el viento las lleva lejos. ¿Se convertirán en parte del suelo, alimentando nuevas vidas? ¿O viajarán grandes distancias, explorando el mundo en su último viaje?

La curiosidad del niño es contagiosa. Los adultos que pasan se detienen un momento, atrapados por su inocente fascinación. En sus ojos, ven el reflejo de su propia infancia, cuando el mundo estaba lleno de misterios por descubrir. En ese pequeño rincón del parque, el tiempo parece detenerse. Las preocupaciones cotidianas se desvanecen, reemplazadas por el simple placer de observar la naturaleza y dejar que la mente divague.

El sol comienza a ponerse, bañando el parque en tonos cálidos de naranja y rosa. La brisa refrescante acaricia las mejillas, y el niño, con una sonrisa tranquila, se levanta y corre hacia sus padres. El día termina, pero la sensación de maravilla y la conexión con la naturaleza perduran, un pequeño recordatorio de la belleza que nos rodea y de la importancia de tomarse un momento para apreciar las pequeñas cosas.

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