Parte 2 - Apareamiento

1.4K 196 21
                                    


"¿Cómo se supone que oculte las astas?"

"No hay manera" le dijo Hannibal después de dejarlo quedarse a dormir en su casa, habiendo consumido tanta carne que en el plazo de día y medio se desarrolló por completo su cornamenta y en lugar de un demonio ahora más bien parecía un alce antropomorfo.

"¿Estamos de acuerdo en que no puedo salir a la calle con ellas?"

"Ciertamente no."

"¿Entonces?"

"Entonces nos deshacemos de ellas" se movieron las líneas de su cara.

Los ojos azules del más joven de ellos se abrieron perplejos.

"¿De qué manera?"

Hannibal se puso de pie cerrando el botón de su saco, deslizando sus dedos sobre la tela para evitar arrugas.

"Con una sierra, por supuesto."

Will le miró impávido, incrédulo, negándose a dar crédito a lo que acababa de escuchar. Ante el silencio que respaldaba la primera aseveración tuvo que admitir su derrota.

Pasó saliva intranquilo.

"Eso suena doloroso."

"No lo es en realidad. No son como los dientes, son más resistentes de lo que crees, sin raíz y sin conectarse a nervios. Si te incomoda puedo darte un sedante."

"Lo acepto gustoso."

Hannibal lo guío hasta el sótano secreto donde cortaba la carne de sus víctimas para su futura preparación y consumo. Le entregó el sedante y un vaso de agua. Después vino la sierra que de estar en otras circunstancias Will habría jurado que en manos de Hannibal Lecter en lugar de retirarle la cornamenta bien podría abrirle el cráneo.

Cerró los ojos para desechar el pensamiento. Respiró profundo. Hannibal era habilidoso así que fue lo rápido y sencillo que le había asegurado.

En lugar de depositarlas cómo restos inservibles, Hannibal se dispuso a limpiarlas con un paño húmedo para luego guardarles en una caja de ébano con interior de terciopelo púrpura.

"¿Por qué las quieres guardar?"

Hannibal cerró la caja, lo vio acariciar la tapa con afecto.

"Por qué son las primeras, por eso son las más importantes. Después de un tiempo quedarán más como fantasmas."

"Y todo se volverá casi un espejismo" terminó Will por él tratando de tronarse el cuello. "Lo entiendo. Tu transformación es evanescente, te revelas a voluntad. No todos lo notan. Más bien nadie lo nota. Pasas a la perfección por humano. No entiendo porque yo sí pude verte en ocasiones."

Aquella aseveración se ganó el completo interés de su anfitrión. Había tanto que debía decirle para que entendiera un poco mejor la mecánica de las especies.

"Es importante, Will."

"Lo sé" se puso de pie destensando sus hombros. Hannibal detuvo su andar hacia afuera del sótano.

"Eres importante para mí."

La mano en su pecho se sintió cálida a la vez que imperiosa.

"También lo sé" le miró.

La mano entonces acabó en su cuello, las dos frentes juntas, y de la nada, un beso, uno corto pero significativo, sujetando su barbilla. Solo eso. Nada más.

-  ♠ -

Los cambios en Will fueron notorios.

Sus ojos veían ahora el mundo con otro color, sus sentidos se agudizaron, hasta su postura cambió, aún con sus jeans viejos y una desgastada camisa de franela era imposible ocultar que su cabello estaba más sedoso o su piel más limpia y rosagante. Todo se debía a la alimentación correcta. La comida era reflejo directo en su salud.

La balada del WendigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora