Capitulo 8

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Marizza: ¿Cómo supiste lo de la foto?.- Repitió, sus labios temblaban también la voz le había salido asustada.    

Pablo suspiró y dejó la copa en la mesa mientras se acercaba a ella, la cogía del brazo, mientras la conducía hasta el sillón empujándola levemente para caer sobre él poniéndole la copa en sus manos.    

Pablo: Bebe.- Ella se fijó en sus ojos; parecían preocupados y no se apartaban de ella se obligó a tragar el líquido hasta que su propio cuerpo lo rechazó apartó la copa tosiendo y girando la cabeza para taparse con la mano.- ¿Has comido algo desde ayer?.- Ella negó.  

Fue hasta el teléfono y encargó comida que fuera llevada a su habitación en quince minutos después volvió con ella y se arrodilló a su lado.    

Pablo: Marizza mírame.- Pidió.- Tengo que saberlo ¿Te hice algún daño ayer?.- Ella abrió los ojos con amplitud y negó con energía, había sido lo mejor que le había pasado en su vida.- Gracias.- Susurró agradecido. 

Marizza: Lo siento... Pablo lo siento quería decirte la verdad pero temía que, cuando me vieras tú... .- Las lágrimas de ella empezaron a caer.      

Pablo: ¿Que no te volviera a escribir? ¿Qué me enojara?.- Propuso él.    

Marizza: Sí, ¿Cómo supiste lo de la foto? cogí la foto de un sitio que sabía que tú no visitabas; ni siquiera por los buscadores podías encontrarla, ¿Cómo?.- La sonrisa de él asomó en sus ojos.    

Pablo: Lo supe en el mismo momento en que me la enviaste.- Cuando ella no dijo nada más él continuó.- Déjame preguntarte algo ¿Es verdad que no has salido nunca de tu ciudad?    

Marizza: Sí, claro, ¿A qué viene esa pregunta? recuerdo que me la has hecho varias veces.    

Pablo: Así es y siempre me decías lo mismo, que no habías salido.    

Marizza: No lo he hecho, ¿Qué tiene que ver eso con la foto?    

Pablo: Esa foto está tomada en una playa, en la playa de Cancún, reconocí el lugar por la tienda que aparecía detrás de la chica y supe que no eras tú.- Marizza quedó boquiabierta sin saber qué decir, ¿Lo había sabido todo ese tiempo?

Eso te pasa por querer pasarte de lista.- Masculló su conciencia despertándola de golpe y cerrando la boca.

Marizza: ¿Por qué no me dijiste nada entonces?.  

Pablo: Estaba intrigado nunca me has mentido pero, cuando la foto... he de ser sincero, me dieron ganas de coger un avión y buscarte en la ciudad, saber cómo eras por eso quería quedar contigo.    

Marizza: Soy una idiota...- Murmuró agachando la cabeza arrepentida, el rubio rió y elevó el mentón de ella con sus dedos para que lo mirara.    

Pablo: A decir verdad, yo tampoco te dije la verdad en algo, ¿No viste el contrato cierto?

Marizza: Ya te lo dije en el mensaje, lo borré directamente sin mirar nada más, ¿Por qué?    

Pablo: ¿Dónde piensas que trabajo?    

Marizza: ¿Dónde? no lo sé, nunca me has dicho mucho de tu trabajo, supuse por lo del contrato que estabas en algún departamento de recursos humanos y aunque me contabas sobre tu trabajo tampoco podía hacerme una idea, pensé que eras una persona en un puesto importante pues tomabas decisiones con respecto a otros.    

Pablo: ¿No te suena la firma Rojas?    

Marizza: ¡Por supuesto! es la empresa más conocida mundialmente tanto por ser pionera en la utilización de la nanotecnología en aplicaciones médicas como en el sector tecnológico, ¿Tú...?   

Pablo: Mi nombre es Pablo Bustamante Rojas, soy el dueño de la compañía.    

Sin palabras...- Susurró su conciencia.

Marizza: ¿Por qué no me lo dijiste?    

Pablo: Al principio pensé que lo sabías por el contrato pero, conforme íbamos escribiéndonos, me di cuenta que no era así, caí encuenta entonces que no sabías con quién hablas, llegó un momento en que te convertiste para mí en un oasis en el desierto de personas que me rodeaban no pedías más de lo que yo te daba, jamás quisiste presionarme hablar sobre mi trabajo, siempre te conformabas con lo que te decía y te centrabas más en mis gustos, en las peleas que teníamos cuando diferíamos.- Sonrió recordando los e-mails llenos de palabras malsonantes que se decían el uno al otro cuando había algo que no les gustaba y el otro lo defendía a capa y espada hasta que al final los dos estallaban en risas en sus correos pidiendo tregua y apartando el tema para tocar otros más nuevos.- Fuiste abriendo mi corazón poco a poco lo compartía todo contigo, lo bueno y lo malo sabiendo que tú no me cuestionabas como los demás, me pasaba todo el día esperando tu mail y, cuando llegaba, dejaba cualquier cosa que estuviera haciendo para leerte.   

¿Cómo se responde a eso?.- Le preguntó en silencio a su conciencia.    

¿¡A mí me preguntas!? ¡¡La impulsiva eres tú!! ¡¡Improvisa!!.- Gritó ésta.    

Marizza: A mí...í me pasaba igual.- Confesó avergonzada.- No podía ver a ningún otro hombre sin compararlo contigo era como si buscara en ellos aquello que encontraba en ti, no sabes cuántas veces he dejado colgados a mis citas porque no me sentía a gusto con ellos solo pensaba en ti, si me habrías contestado, si estabas bien o tenías problemas, si habías salido con alguna mujer...    

Pablo: ¿Sentías celos?.- Preguntó sorprendido, ella bajó la cabeza y asintió.    

Marizza: Cuando me contabas tus conquistas o las reuniones y cómo alguna mujer se había acercado a ti me mordía las uñas llena de rabia quería ser yo quien estuviera allí contigo... y cuando me enviaste la foto y vi que eras...    

Pablo: ¿Un chico griego ?.- Propuso con su sonrisa torcida, ella rió por primera vez en la noche.    

Marizza: Si, ese chico griego deseado por cualquier mujer en su cama, cuando te vi y me miré yo pensé que no te iba a gustar.    

Pablo: ¿Y no pensaste que de quien me había enamorado era de ti y no de tu cuerpo?.- Ella alzó la mirada de repente para cruzarla con la suya.    

Marizza: ¿Amor?    

Pablo: Te amo, ya seas Estefanía o Marizza, te amo a ti, no a la mujer de la foto, quien quiera que sea ella yo no me enamoro de un cuerpo, Marizza, lo hago de la persona creería haberte dicho todo ayer después de la noria pero tú... saliste corriendo.    

Marizza: Pensaba estar engañándote por no contarte la verdad y cuando lo hicimos... fue lo más maravilloso para mí...- El rubio posó su mano en la mejilla de ella besándola para acallarla.    

Pablo: ¿Me perdonas?.- Preguntó separándose.    

Marizza: Eres un mentiroso.- Sentenció cruzándose de brazos y haciendo un puchero.    

Habló la mentirosa.- Dijeron a la par y rieron juntos.    

Pablo: Esto es para ti.- Le entregó un paquete envuelto.

Marizza: ¿Qué es?    

Pablo: Ábrelo.  

Continuará...

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