Capítulo 4

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Después de llegar al trabajo y, literalmente, acosar a su compañera para que la dejara en la recepción ese día trabajando, había conseguido salvar un poco su honor ya que sería ella quien se lo dijera primero, que ella era Estefanía.

Abrió un poco los dedos de las manos para fijarse en el reloj y gimió dolorosamente, cuatro minutos y caerían sobre ella los ángeles vengadores por haber mentido.

Tomó una respiración profunda y apartó las manos de la cara para prepararse, ella no era de las que huía "era de las que esquivaba los problemas, pero huir no".

En cuanto lo viera aparecer por la puerta y la saludara ella le diría la verdad estaba decidida a hacerlo, no podía seguir faltando a su palabra. 

Cogió su teléfono auricular para ponérselo pero, con las manos temblando, éste cayó al suelo así que tuvo que agacharse por él, en el momento en que se levantó una sombra tapaba su visión de la puerta, una sombra con una jersey negra. 

Siguió levantando la mirada hasta quedar a la par con los ojos de... trató de levantarse de la silla pero sus piernas no estaban dispuestas a tanto y acabó dando con su trasero en el suelo.

Pablo: ¡Hey! ¿Te has hecho daño?.- Preguntó dando la vuelta al escritorio para ayudarla a levantarse.

Marizza: Solo en mi orgullo...- Masculló enrojecienda, él rubio reprimió la risa que amenazaba con salir, cuando ella lo fulminó con la mirada.

Pablo: No sabía que trabajabas aquí.

Marizza: Si, parece que el mundo es un pañuelo...- Contempló su mano aún aferrada a la de él, sus dedos acariciándole en un toque que rayaba lo erótico... retiró la mano antes de hacer otra cosa.- ¿Qué... qué haces aquí?

Pablo: Ah, busco a mi amiga al parecer es compañera tuya.

Marizza: ¿De veras?.- Inquirió con demasiada entonación.

Pablo: Si, se llama Estefanía bueno, así es como me ha dicho que la conocen sus amigos... ¿La conoces?

Marizza: ¿A Estefanía?.- Como no conocerla, se dijo a sí misma.- Sí, claro. Ella...ella... ha subido hace un momento.- El rugido de su conciencia no la alentó demasiado sobre estar haciendo bien las cosas.

Pablo: ¿A Subido?

Marizza: Si... estaba haciéndome compañía mientras esperaba a su amigo; qué coincidencia que fueras tú ¿Verdad?

Pablo: Si... mucha.- Contestó algo más serio.- ¿Tardará mucho? tengo una reserva en el Hilton Mistrou.

Marizza: ¿¡En el Mistrou!?.- Alzó la voz tanto que algunos clientes la miraron alarmados.- En ese sitio no se consiguen reservas más que de cuatro en seis meses.- Murmuró bajando la voz.

Pablo: Tengo contactos y me hicieron un hueco, pero deberíamos salir ya.

¡Rayos! tenía que decírselo, no podía seguir con ello, él se estaba tomando tantas molestias con ella y a cambio... lo miró de arriba a abajo sin duda su conjunto de ropa era estupendo parecía un ángel oscuro vestido entero de negro.

Marizza: Pablo, yo...

¡Mari menos mal que te encuentro a tiempo!.- Gritó una voz detrás de ella ¿¡Por qué!?, ¡¡Iba a confesarlo!! de verdad, iba a decirlo ¿No era suficiente tener que armarse de valor que ahora la interrumpían antes de soltarlo?

Marizza: ¿Si, Relie?.- Apretaba los dientes en un intento de no gritar... no iba a gritar en mitad de su trabajo con ese hombre a su lado.

Relie: Vaya ¿He interrumpido algo? ¿Es un cliente? no se preocupe, yo misma le atenderé en un momento, ella ya se va ¿Verdad?.- Recitó tan rápido que no sabía si Pablo habría entendido la mitad de las palabras.

Marizza: ¿Querías algo de mí antes de irme?.- Pregunté con toda la cortesía que tenía, no mucha, para ser sinceros.

Relie: Oh, sí, verás este listado de llamadas no puede estar bien porque hay números desconocidos y en las fichas de los clientes los números no coinciden con...

Marizza: Relie... ¿Y tú te acuerdas que te dije ese problema hace dos semanas en la última reunión y que ninguno me hizo el menor caso? avisé que había llamadas a números desconocidos y que los clientes llamaban también con números desconocidos, ahora lo que habrá que mirar será todas las fichas y comprobar con los clientes usando otras vías como el correo ordinario o el correo electrónico.- Su compañera enrojeció ante la información que estaba dándole la castaña.

Relie: Yo... no lo sabía ¿Seguro que lo dijiste en la reunión?

Marizza: ¿Quieres que te pase la copia de la grabación de la reunión?.- Atacó cruzándome de brazos con una sonrisa de suficiencia.

Relie: No, te creo claro, si tú ya avisaste no es culpa tuya, sino nuestra y tendremos que ocuparnos nosotros.

Marizza: Ajá...- La mirada de su compañera fue hacia el hombre detrás de ella y sonrió con malicia.

Relie: Ya puedes irte Marizza, tú turno ha terminado, nos veremos mañana en cuanto a usted, puede acompañarme y me haré cargo de lo que necesite, si lo desea...

Pablo: Lo siento mucho, señorita.- Se disculpó arrastrando el brazo por el costado hasta el vientre de Marizza ante el asombro de ésta, sintió cómo el cuerpo de él se cerraba en torno al suyo, su barbilla ahora apoyada sobre su hombro.- Creó que se confundió conmigo no estoy aquí para pedir nada, sino para recoger a alguien.

Relie: Lo lamento, no sabía que tuvieras novio desde que está trabajando aquí jamás ha hablado de hombres así que pensaba que era...

Marizza se quedó boquiabierta ante lo que estaba insinuando su compañera, ¿Cómo se atrevía delante de otros cuestionar su condición sexual? iba a responderla cuando el apretón del rubio la detuvo.

Pablo: Créame, Marizza es una mujer selectiva que sabe lo que quiere en un hombre, si no ha hablado de otros hombres quizás es porque no merecía la pena gastar saliva en ellos en cambio conmigo creó que no tendrá ninguna queja al respecto y, si no quiere hablar de mí en el trabajo y prefiere mantener separadas su vida laboral y personal, por mí está bien.

Marizza lo miraba de reojo sin poder dar crédito a lo que hablaba, ¿Cómo podía decir eso de ella si no se conocían? es más ¿Por qué la defendía? había usado un tono de voz afilado que, con su acento, más parecía el de un guerrero defendiendo aquello que era suyo, que otra cosa.

Pero no eres suya, Marizza, tú solo eres una mentirosa que tiene que decir sus mentiras.- Susurró su conciencia.

Era cierto, no podía seguir con eso en cuanto estuvieran a solas de nuevo intentaría decirlo.

Relie: Tiene razón, lo siento mucho Marizza nos vemos mañana.

Marizza: Si, Relie.

Los dos la vieron marcharse algo más apurada que antes, quizás deseosa de desaparecerse después de haber metido la pata hasta el fondo, Pablo no se apartó de ella como había supuesto que haría sino que lo sintió mover la cabeza hacia su cabello y aspirar el olor, un calor abrasador atravesó su cuerpo.

Pablo: Hum... vainilla y miel, mi favorito...- Susurró a su oído.

Marizza: Pablo...

Pablo: Perdona.- Se disculpó soltándola y alejándose de ella.- Es que no quería que se metiera contigo y... bueno, quizás me pasé un poco.

Marizza: No, no te preocupes, gracias.

Pablo miró su reloj y blasfemó en un idioma que no entendía ella, él sacó su móvil junto con un papel y empezó a teclear.

Marizza: ¿Qué haces?.- Preguntó curiosa.

Pablo: Si no nos vamos ahora perderemos la reserva así que estoy llamando a Estefanía.

Marizza: Ah...

A Estefanía, a su cita claro, era lo más lógico el problema es que ella ya estaba allí, la tenía delante... ¡Sorpresa!

Continuará...

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