56- Suéltame.

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Bajo su mirada veo como él me observa y trata de acercarse a mí.

Camino por la habitación tomando mis prendas y poniéndomelas bajo su incrédula mirada.

No tiene sentido que me vista en otro lugar después de lo que hicimos anoche y el resto de la madrugada.

Cuando estoy por ponerme mis zapatos de tacón escucho como él vuelve a hablar.

—Hinata enserio, perdóname...

—¿Por qué yo tendría que perdonarte? Yo fui la que cometío la falta, ¿no? —la ironía con la que digo termina por desarmarlo, no quiero tenerlo cerca, mucho menos ahora.—

Me levanto y voy directo hacía la salida de la habitación y cuando estoy apunto de girar la perrilla para salir de ese lugar tan asfixiante, el azabache que se encontraba a mis espaldas retiene mi brazo para que no me pueda ir.

Estrella...

¿Cómo me dijo...? ¿Él en realidad me dijo estrella? Él no puede ser el dueño de este lugar ¿O sí?

—Suéltame.

Sea como sea, siendo que este sea, o no sea de su propiedad eso a mí no me interesa, él ya me dijo todo lo que me tenía que decir, yo ya no sirvo aquí.

Inmediatamente de haber dicho que me liberará de su agarre, este cumplió con mi exigencia.

Lo dije tan molesta que creo que hasta se asusto por mi tono de voz.

Estrella yo...

—Cállate.

Y salí de la habitación, no podía tolerar ni un segundo más ahí.

Las lágrimas se agolpaban en mis orbes pero yo me forzaba a contenerlas, él no se merecía que llorara por él. No sé lo merecía.

Camine a paso rápido por el pasillo hasta llegar hasta el ascensor y toque el botón de la cabina como una loca.

Aunque eso era, una loca por volver a caer, por pensar que ahora sería diferente, por creer nuevamente en él.

Entre en el ascensor y marque planta baja, pero antes de bajar los dos primeros pisos el elevador fue detenido haciendo que yo me tensará.

Mi aspecto no era el mejor, mi maquillaje a de encontrarse corrido por no habermelo quitado anoche, mi cara hinchada y roja por el llanto y sueño y utilizando el mismo vestido de ayer, me he de ver ridícula, simplemente patética,

No alce la vista en ningún momento, me daba vergüenza verme así, tan... Estúpida.

Sabía que era una mujer por los zapatos de tacón que portaba pero además de eso no quería ni levantar el rostro para ver cómo me observaba, seguro que con lastima.

Levanta el rostro, no hiciste nada malo.

La voz de la chica me hizo brincar, ella... Me estaba hablando cuando ni siquiera me conocía.

¿Qué? —levante el rostro pues, misteriosamente la petición que ella hizo me dió algo de fuerzas para realizarlo.—

—No tienes por qué sentir vergüenza, no tienes porque bajar el rostro delante nadie. —vi una sonrisa tierna en el rostro de la chica rubia de orbes claras, pero su sonrisa era sincera, como si supiera lo que estuviera pasando dentro de mi cabeza.—

—¿Por qué me dices esto?

—Porque sé lo difícil que es volver a caer, y echarte la culpa de ello, sé lo difícil que es sentirte una tonta por volver a hacerlo, sé lo que se siente cuando alguien te decepciona. Lo sé porque ya lo he sentido antes y veo en tu cara lo mismo que ví en la mía cuando me pasó.

Yo... Muchas gracias.

Trate de limpiarme el rostro con mis palmas, tenía todo mi maquillaje corrido, sentía cierta vergüenza por verme así, pero ahora ya no tanto.

Aliso mi vestido y enderezó mi postura, sujeto mi cabello en una coleta alta y con una pequeña toalla húmeda obtenida de mi bolso me limpio el rostro.

Ahora me sentía mejor, mucho mejor.

Al llegar a planta baja me despedí de la chica y salí del elevador, caminó a paso lento por el salon hacía la puerta principal en donde el sol calienta mi rostro por los rayos que están sobre mi y que me dan de lleno.

Maldición...

Al fin recordé que ayer vine en taxi ya que mi carro no tuvo un mejor día para dañarse.

—Maldición...

¿Y como se supone que llegaré rápido a una farmacia? Porque de lo poco que recuerdo anoche es que ni Sasuke, ni yo, usamos protección y en este momento no estoy planeando un posible embarazo.

Creo que no podría con otro si algo sale mal.

Con mi móvil en manos y con ayuda del GPS ubico una farmacia que se encuentra como a cinco cuadras del hotel, es la más cercana y lo único que me importa que vendan son las dichosas píldoras del día después.

Al llegar al local pido lo que necesito y pago por ello, la señora de la caja observo mis ojos rojos más no dijo nada, supongo que a visto a varias chicas en mi situación buscando lo mismo.

También compro una botella de agua y ahí mismo me bebo la pastilla... ya por lo menos tengo un problema menos.

—Uno menos...

"Ojo por ojo y Diente por diente" (Sasuhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora