—Escalera de colores—desplegó la baraja de cinco cartas sobre la mesa de café, luciendo una sonrisa complaciente, pero al notar que su compañero apenas le prestaba atención, su sonrisa desapareció. No pudo evitar sentirse un poco patética—. Steve, ¿me estás escuchando?
El Capitán asintió como por inercia, pero el par de ojos azules no hizo más que quedarse fijos en la puerta del ascensor y no los movió ni siquiera para parpadear. Con la nariz arrugada por el desconcierto, la joven se preguntó qué tanto esperaba ver allí... o más bien, a quién.
—Te decía que estoy pensando en tomar un trabajo en el club de striptease que abrieron recientemente a dos cuadras de aquí—secundó, encogiéndose de hombros como para agregar un toque más realista a su actuación—. Stark dice que por bailar en la barra te pueden ofrecer una buena suma de dinero.
—Creo que es genial, Wanda.
—Yo también. Además, el dinero será útil para la fianza si la policía alguna vez encuentra el cuerpo escondido en el armario de mi dormitorio.
—Por supuesto.
Y con eso terminó perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
—¡Steve!
Esta vez, su amigo levantó la vista.
—Lo siento—se disculpó Rogers, sabiendo que poner una excusa solo empeoraría su situación. Wanda podía leer la mente y descubriría que él le estaba mintiendo con solo fruncir el ceño un poco—. Estoy esperando a Nat—admitió.
—Pensé que estaba en una misión.
—Y lo está, pero es sólo que… —negó con la cabeza y logró sonreír—. No te preocupes, es solo mi paranoia.
O eso o no quería admitir cuánto le importaba la espía, pensó Wanda. No necesitaba entrar en su mente para saberlo. Cualquiera que prestara suficiente atención se daría cuenta de que lo que esos dos habían bordeado era más que solo amistad. Aunque los demás fingieran no darse cuenta de nada.
El complejo de los Vengadores era excesivamente grande y los días tan largos y aburridos que la obligaban a buscar alternativas para no morir de aburrimiento. No era tan inteligente como Stark, Vision y Banner, quienes cuando no estaban encerrados en el laboratorio creando sus extravagantes inventos, pasaban el resto del día reflexionando sobre nuevas ideas. Tampoco contaba con un martillo mágico como Thor, que le permitiría perderse en el espacio y desaparecer hasta que llegara el secretario Ross con una nueva misión. Ni podía hacerse tan pequeña como Scott y caminar por las calles de Nueva York sin que nadie la detuviera para una fotografía o un autógrafo (aunque dudaba que alguien lo hiciera, de todos modos). Y aún menos quería hacer ejercicio todo el día en el gimnasio como solía hacer Sam.
Wanda solo tenía su mente y ella. A veces también las mentes de los demás, pero se le había prohibido usar sus poderes a menos que fuera estrictamente necesario.
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MY MISSION〘marvel〙
Fanfiction⚖ 𝗜 ¿Qué pasaría si existiera un universo en el que Steve Rogers accediera a firmar los Acuerdos de Sokovia? James Barnes tendrá que refugiarse en las sombras y buscar la forma de sobrevivir a un mundo que pide su cabeza. Mientras que su viejo amig...