Mi nombre es Mei, soy la nieta del jefe de una cafetería, mi abuelo Matsuda fue quien me crío y cuido desde que era pequeña, la historia del como llegue a parar a su cuidado es simple, mi abuelo fue el único familiar que tengo después de la muerte de mi madre, a quien no conocí pues cuando falleció yo tenía la corta edad de tres años.
Mi abuelo me cuido de la mejor manera que pudo, por suerte, tenía buenos amigos quienes le ayudaron en todo así que vivíamos bien, no por nada estábamos en Roppongi. Y aún que no fuéramos millonarios o tuviéramos muchos lujos, al menos vivíamos cómodamente. A decir verdad me encanta mi vida, amo pasar tiempo en la cafetería ya que desde pequeña siempre admire y amé lo que hacía mi abuelo, y no solo era yo, la mayoría que se paraba en este café lo hacía, el preparaba las mejores bebidas calientes que podían existir y muchos lo halagan por ello. Esos pequeños pero significativos momentos eran de mis partes favoritas, que alguien más reconociera su dedicación y esfuerzo por lo que hacía.
Yo quiero ser alguien capaz como él, que disfruta y ama lo que hace.
Conforme fui creciendo pude aprender varias cosas, además de preparar distintos postres o cafés otro ejemplo sería los clientes, varios de ellos eran frecuentes en el local de mi abuelo y ya los conocía desde años, entre ellos estaban dos peculiares y especiales hermanos. Y digo especiales ya que el único que siempre los atiende exclusivamente es mi abuelo, no se porque tenían un trato diferente o porque nadie se les acercaba, a mí en ese entonces me parecían dos chicos extraños. Pero mi abuelo en cambio nunca los trato diferente, era todo lo contrario, parecía tenerles aprecio ya que siempre me contaba como los conoció.
No entendía muy bien su relación pero si a él le parecía bien no me oponía, aún que a mí me daban algo de miedo.
Los años pasaron y aún que no quería debía ocuparme en otras cosas además del negocio del café, la escuela con los años era más pesada y así solo podía asistir de vez en cuando a el local pero nunca falte los fines de semana. A mis dieciséis años aún mantengo el mismo sueño y metas, de ningún modo cambiare ese pensamiento y sin importar que pase o a quienes conozca se que mi lugar siempre será este.
La campana de la tienda que esta colocada justo en la puerta sonó, dando a conocer mi llegada y haciendo que las personas que había dentro me mirarán.
- buen día. -entre saludando con una sonrisa a él resto, aún eran temprano así que solo habían dos clientes, hoy era día sábado por lo que seguro no tardarían en llegar los demás.
- buenos días Mei. -me saludo Liz mientras atendía una mesa sirviendo café. Para no distraerla solo la saludé con la mano y con una sonrisa, pasando de largo hasta llegar a la barra donde se encontraba Eric, el suele atender órdenes y limpiar el lugar, como aún había poca gente se encontraba limpiando algunos cubiertos.
- buen día Mei. -me saludo sin dejar de hacer su labor.- no te hubieras molestando en llegar temprano.
- es cierto. -desde la puerta de la cocina se asomó el señor Ethan. -no debes preocuparte por el negocio, deberías estar con tu abuelo.
Me adentre más hasta donde estaban ellos para dejar mi bolsa en una mesa pequeña aún lado de la barra.
- quería quedarme con él pero ya saben que es muy terco, prefiere que venga a ayudar aquí. -suspire pesadamente.
- si es así entonces no hay nada que hacer, pero deberías decirle que procure cuidar su salud. -aconsejo Ethan antes de ir a regresar a la cocina.
- se lo diré. -mi abuelo tenía muy buenos amigos que se preocupaban por el y eso me hacía feliz.
De pronto, justo en el momento en el que me colocaba mi delantal, la campanilla de la entrada sonó, indicando la llegada de nuevos clientes. Tanto Eric cómo yo miramos en dirección a la entrada donde para nuestra sorpresa las personas que habían llegado eran nada más ni nada menos que aquellos hermanos peculiares y que suelen llamar mucho la atención por aquí, eran Ran y Rindou Haitani.

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Café ~Rindou Haitani x Oc~
AcakMei es nieta del dueño de una cafetería, desde pequeña se interesó por la labor de su abuelo por lo que aún a sus dieciséis años de edad le gusta trabajar junto a su abuelo y compañía. Para Mei era fácil hacer lo que quería hasta que un día tuvo que...