Prólogo

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-¡Buenos días Ethan! ¡Felices quince años!- Dijo mi madre abrazandome con mucho entusiasmo y haciendo que despertara.

-Buenos días mamá, muchas gracias.- dije con un tono un poco somnoliento, pero entusiasta.

-Toma cielo, es un pastel de chocolate con cerezas. Es una pequeña merienda antes de que desayunes. Aunque sólo es una parte de lo que tu padre y yo te haremos más tarde.- dijo mi madre con una sonrisa en su rostro.

-De verdad, muchas gracias. Ansío por llegar a casa y ver lo que tienen hecho para mi.- dije mientras salía lentamente de mi cama y sacaba las pantuflas que yacían bajo la misma.

-Corre, ve a darte una ducha y a ponerte muy guapo.- dijo mi madre mientras salía de mi cuarto.

Entré al baño, me quite la camisa de cuadros que tenia puesta para dormir, luego me quité todo lo demás, y entré de un salto a la ducha. El agua estaba tibia, era una combinación perfecta de agua caliente con agua fría, muy relajante.

Cuando terminé de ducharme y arreglarme baje a desayunar con mis padres. Ellos estaban sentados, esperándome para empezar a comer todos juntos.
Tomé una silla y me senté en ella. Quede en medio de mi padres, nos miramos un momento, sonreímos y empezamos a comer.
Por mi mente paso que ese era el mejor día de mi vida, de hecho, aun faltaba lo mejor: la felicitación por parte de mis amigos. Esas felicitaciones son muy estilo juvenil, y me hacen sentir muy alegre.

-Listo, muchas gracias por la comida.- dije mientras me paraba de la silla.
Caminé hacia la recepción de la casa, tome mi mochila, me la colgué, y esperé a mis padres cerca de la puerta. De pronto escuché unos pasos, era mi padre.

-¿Listo Ethan?- dijo sonriendo y agarrando sus llaves del automóvil.

-¡Muy listo papá!- le dije con mucho entusiasmo.

Todos salimos para entrar al automóvil. Mi padre estaba de piloto y mi madre de copiloto.
Estaba muy emocionado por llegar al colegio, de hecho estaba dando pequeños saltos en el asiento. De repente escuche a mi madre.

-Ethan, ponte el cinturón, ya sabes que es peligroso no usarlo.- dijo con un tono muy serio.

Tomé el cinturón que se encontraba a mi derecha, me lo puse, y dejé caer mi espalda en el asiento, haciendo una exhalación la cual demostraba que me encontraba relajado.
Mi padre arrancó el automóvil y poco a poco empezó a subir la velocidad. De alguna forma mi felicidad paso a ser incomodidad en cuanto vi que mis padres no llevaban puesto el cinturón de seguridad y que iban demasiado rápido.

-Mamá, papá, ¿podrían ponerse el cinturón de seguridad?, no me gusta que no lo usen- dije con un tono nervioso e inquieto.- Por favor.

Mi padre asintió, y se puso el cinturón, seguido de mi madre que hizo lo mismo. Eso me relajo bastante.
Ya antes había visto muchos accidentes, de los cuales las personas resultaban heridas, e incluso muertas por el simple hecho de no usar el cinturón de seguridad.

Pasó un rato, y ya habíamos llegado al colegio. Mi padre estacionó el automóvil en una esquina de la calle, puso el freno de mano, y quito el seguro de las puertas. Entonces mi madre volteó a verme.

-¡Listo! Que te vaya muy bien cielo, cuídate.- dijo con una sonrisa, seguido de un gesto con sus labios, pidiendo un beso de despedida. Le di el beso, y mi padre volteo a verme.

-Suerte Ethan, me saludas a Jacob de mi parte.- dijo con un tono alegre.
Yo asentí, y baje del automóvil.
Jacob Valt, es mi amigo del alma, lo conozco desde que tengo memoria, y mis padres igual, hemos ido juntos al colegio desde pequeños, y somos muy unidos.

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