Había una vez un pueblo llamado Temporis, gobernado por un rey justo, pero un hijo poderoso y desquiciado. Aunque todos lo pasaban por alto; su rostro angelical y su imponente presencia intachable lo ponían en lo más alto, en la cúspide de la idolatría.
Los habitantes de aquella monarquía eran gente común y trabajadora. Silenciosa, más al caer la noche, donde el mundo de los sueños era abierto y el pueblo invadido por sus pesadillas. Las ventanas eran cerradas, los rebaños guiados a los graneros y las chimeneas prendidas para que el fuego combatiera las bajas temperaturas que habituaban en aquel sector.
—¿Cómo está? — preguntó caminando con las manos descansando detrás de su espalda.
—Tiene varias costillas rotas pero vivirá, solo necesita hacer reposo y ...
—Bien— siguió caminando sin importarle más información que la que había escuchado. Se puso frente a la puerta de la habitación esperando que alguien la abriera, como se debía.
—Señor, ella aún está sedada— volvió a hablar el médico.
—Despiértala.
—Pero...
—Jungkook, no me hagas perder la paciencia.
—Sí, señor— abrió la puerta, cabizbajo. Su lealtad estaba con su príncipe, pero su rol como médico estaba estampado en su moral y aunque le obedecería, intentaría persuadirlo para darle una buena recuperación a su paciente.
Un tubo salía desde su torso la cual dirigía la sangre de sus pulmones hacia una maquina. Los medicamentos y suero directo a la vena y una cánula en sus fosas nasales para brindarle oxígeno.
—Prepárala para el traslado.
—Señor— comenzó acercándose lentamente hacia él. —Su vida depende de esa maquina.
—Pediré que te ayuden a llevar todo.
—Señor— colocó su manos en su hombro, con recelo al no saber cuál sería su reacción. Pero este solo le dio una mirada y se acomodó para tener toda la atención que él le demandaba. —Jimin. Sé que no tienes tiempo, pero si ella muere tampoco tendrás la oportunidad de realizar tu plan. Solo dame dos días y yo mismo la llevaré al habitáculo.
Jimin lo miraba serio, pero entendiendo sus palabras. Él era su mejor amigo, confiaba en todas sus propuestas. —Dos días.
—Cuando le he fallado, príncipe Park.
~•~
Sus sueños, su don y a la vez su maldición. Desde pequeña, desde que sus pesadillas comenzaron a dejarle rastros al despertar, que entendió que algo estaba mal con ella. Era una dromer, un nodo entre el mundo real y el de los sueños, un portal entre ambos universos. Un escaso linaje de dromers, casi extintos, casi desaparecidos del mapa. Se decía que ellos mismos habían acabado con su vida cuando los parásitos comenzaron a infectar sus mentes, a transformar sus dulces sueños, que eran hermosos espectáculos al anochecer, en horribles pesadillas tormentosas y aniquiladoras. Su bisabuela había yacido dentro de su propia pesadilla y ella quería repetir la historia.
Vivían en el anonimato. Entendía que en el pueblo solo existían tres dromers, conocidos entre ellos y sus familias. Nadie más debía saberlo o sino los condenarían sin defensa alguna. Pero un día uno de los tres fue descubierto, delatado más bien por la madre de la otra familia, del otro dromer. No fueron sus pesadillas las causantes de su final sino el miedo por perderlo todo. Quisieron tapar el sol con un dedo y terminaron sacando todo a la luz. Todos fueron asesinados y solo quedó ella.
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Dromers ~ El comienzo | OT7
Fanfic。゚・ Un plan, un mal. Ella es su única opción para poder lograrlo. Pesadillas y oscuras criaturas. Anclas y Parásitos. Dromers. Un mundo donde ella es el puente entre el mundo de los sueños con el real. Park Jimin el príncipe de Temporis, heredero de...