6 | Amor

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Necesitaba estar tranquila, no ser tan pesimista. Había vuelto a casa del curandero, esos lugares sagrados eran los últimos en los que buscarían.

—Tu madre dirá que estás muerta— decía Yoongi quien entraba a la casa luego de estar con los Kal. —Estarás bien, amor mío, no te llevarán a ningún lado.

Entraban a las casas sacando a las personas para ingresarlas a una jaula con ruedas.
Estuvieron todo el día expectantes, escuchando rumores, esperando que la pasaran por alto. Pero dentro de los mismo rumores habían revelado su paradero y no tardaron mucho en llegar a donde Nyx se encontraba.

—¿Dónde está?— dijo uno de los guardias.

—¿Quién? — dijo Hoseok haciéndose el desentendido. Pero Nyx si deseaba probar su valentía, esta era su oportunidad. Ellos no tenían cómo descubrir que tenía el don, y aunque tuviera un sueño no podrían probar que ella era la causante de todo. Así que salió desde el cuarto de atrás y se anunció como si nada pasara.

—¿Qué sucede?

—¿Usted es la señorita Nyx Kal?

—Sí, soy yo.

—Deberá venir con nosotros por orden real.

Y así fue como se la llevaron con los demás, a vista de todos, a vista de Yoongi quien había estado en su casa para no despertar sospechas. Sus miradas se cruzaron entre la multitud, donde ella asintió demostrándole que todo estaría bien.

Sin embargo, nada estuvo bien cuando los dirigieron a un túnel en bajada, oscuro, iluminado por candelabros en sus paredes. Todos los cautivos comenzaron a hiperventilar, a preguntar a donde los llevaban. Subieron a un elevador del cual uno de los guardias iba presionando uno de los botones para que este ascendiera, hasta que llegaron a una plataforma en donde las paredes vestían de un blanco luminoso.

Un largo pasillo recorrieron donde de a uno iban ingresándolos a salas. Diez fueron los primeros mientras los otros diez los mantuvieron en un calabozo igualmente de color blanco.

La incertidumbre los invadía porque el lugar era solitario, silencioso y por lo mismo terrorífico. Nadie les dirigía la palabra ni se detenía a mirarlos, y así fue hasta tres días después donde hambrientos y somnolientos los llevaron a las mismas salas, ocupándolas uno por uno.

Había una camilla al medio de esta y dos hombres vestidos igualmente de blanco a la espera.

—No me toquen. ¡Suéltenme! ¡¿Qué hacen?! — decía Nyx mientras la obligaban a recostarse y la ataban a la cama. —¿Q-qué es eso? — temió cuando vio una jeringa con una larga aguja llena de un líquido verde. —¿QUÉ ES?

Pero no le prestaban atención y la aguja fue enterrada en su cuello, comenzándola a adormecer hasta el sueño profundo. No supo cuantas horas estuvo así ni por cuántos días, ni las veces que volvió a ser inyectada. Estaba completamente ida cuando apareció por la puerta el príncipe Jimin.

—Buenos días, Nyx.

Ella elevó la cabeza lo que podía. —¿Qué quieres de mí? — dijo con la voz somnolienta. Tampoco se había enterado de los circuitos que tenía en su cabeza.

—Nada de lo que tú puedas darme. Volverás a casa. Pasaste las pruebas— dijo desganado.

Extrañamente Nyx no había tenido sueños durante los cinco días que había estado sometida. Ella había tenido suerte pero Jimin había perdido toda esperanza. Ninguno de sus cautivos había presentado actividad cerebral alterada, además de que ni criaturas diabólicas ni preciosas escenografías había aparecido por el pueblo o alrededores.

Dromers ~ El comienzo | OT7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora