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Caminaba por el pasillo rápidamente en busca de su hermano. Sus manos se cerraban con fuerza, sus labios curvados en una sonrisa burlona y nerviosa, y la adrenalina corría por sus venas luego haber despertado al león.

Sabía que Jungkook enviaría a investigarlo. Burlarse del futuro rey y el nombre de su casa en pleno acto luctuoso del fallecido rey Baekwan no estaba en sus planes. Sin embargo, la necesidad enfermiza de provocar al nuevo monarca para tener una excusa y poder atacar luego le había parecido tan tentadora que negarse a ella le era imposible.

Quizás su hermano tenía razón, y era un idiota volátil que no pensaba antes de actuar. Aún así, nadie le quitaría la satisfacción de haber visto el rostro de Jeon Jungkook congelarse y luego enrojecerse por la rabia.

Ni siquiera si eso significaba enviar al carajo su plan y entregar las cabezas de su familia en bandeja de plata.

Dobló hacia uno de los pasillos que lo llevaría hacia los establos. Allí, los hombres que trabajan para él estarían esperándolos para sacarlos del palacio antes de que los guardias los encontrara. Sería una huida fácil y rápida, sin complicaciones o encuentros desagradables; solo salir y regresar a lo que se suponía debía llamar hogar.

Claro, de no ser por el hecho de no encontrar a su hermano donde debería de estar, y obviar que el idiota que había abierto su boca ya se había largado.

Se detuvo abrupto, respiró profundo e intento calmar su temperamento para no abandonarlo allí a su suerte.
Sabía que su pequeño hermano menor podía ser inteligente, perspicaz y letal, pero también sabía que pensaba solamente con la cabeza de abajo, y que en ese momento ya habría conseguido meterse en el pequeño de los Jeon o dejar que el niñito mimado se metería en él.

— Voy a matar a ese idiota. Voy a matarlos a ambos —murmuró entre dientes acercándose a uno de los guardias reales —. Disculpe, busco a mi hermano. Quería saber si quizás lo han visto —intentó sonar calmado.

El guardia, quién se mantenía de pie con una mirada fría y calculadora, lo observó de pies a cabeza.

— ¿Cómo es? —preguntó seco. El castaño trago saliva y sintió sus manos picar, detallo el cuerpo del guardia enfundado de aquel traje completamente negro que se ceñía a sus músculos y marcaba cada detalle del mismo tales como sus pectorales aprisionados en la camisa, el botón de su saco haciendo un esfuerzo por mantenerse unido, los pantalones que se pegaban a sus muslos trabajados y sus manos grandes, quizás no tanto como las suyas, pero que hacían desear que aprisionaran su cuello — ¿Quieres que te ayude o no?

El castaño asintió embobado.
Genial, pensó. Ahora me parezco a ese idiota pensando con la polla.

— Es alto, de mi altura, más o menos. Lleva un traje azul Francia y una camisa blanca, cabello negro corto —describió a su hermano.

— ¿Llevaba una rosa en su bolsillo? —preguntó el guardia.

El castaño asintió.

— Estaba con el príncipe Yeonjun en el jardín trasero. Puedo llevarte, pero debo volver a mi puesto antes que el futuro rey se entere —le advirtió. El castaño, encantado con su voz, asintió —. Bien, sígueme.

— ¿Me dirás tú nombre? —preguntó una vez fuera del pasillo, yendo directo hacia donde el guardia había visto al mucho junto al príncipe.

— Mi nombre es Christopher Bang —se presentó, subiendo las escaleras, dándole una excelente vista de su trasero atrapado en la tela de los pantalones al castaño.

— Es un gusto, Christopher. Mi nombre es Seungmin —le sonrió mientras mordía su labio y detallaba los glúteos de Bang. Chris tragó disimuladamente mientras lo veía por el rabillo de su ojo relamerse los labios.


HEREDEROS. TK [AU FACEBOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora