Durante la madrugada, cuando el pueblo de Busán parecía descansar en sus respectivos hogares; los miembros correspondientes a la corte de los Jeon fueron llamados de manera urgente al gran palacio y, junto a ellos, los reyes de Seúl y Daegu.
El mensaje era claro: necesitaban a la realeza presente para discutir algo de suma importancia.
Hoseok y Seokjin caminaban adormecidos hacia el salón donde los habían convocado. Tantos ellos como los príncipes de Daegu se miraban unos a los otros sin entender el motivo de tan repentina y silenciosa reunión en plena madrugada. Sobre todo, la llamativa orden de vestir sus trajes de gala con las insignias de cada casa.
— ¿Qué crees que suceda? —preguntó Hoseok. Continuó caminando hasta atravesar la enorme puerta doble de roble que separa el oscuro y tenebroso pasillo del impresionante cuarto que se mostraba impoluto y atemorizante.
— Escuché que hay rebeldes en las ciudades vecinas, no están muy contentos con la toma de reinos —respondió su hermano mirando aburrido como los guardias desfilaban de un lado a otro organizando el lugar. Seokjin notó como el sacerdote que había oficializado la misa de Baekwan se encontraba en el lugar —. Creo que tiene que ver con eso.
— Yo escuché que pretenden coronar a Jungkook —dijo Félix llegando hacia ellos seguido de Jooyeon, que refregaba sus ojos y bostezaba —. Una amenaza a la corona, creo.
— ¿Y si es eso por qué nos necesitan a nosotros? Somos príncipes, no reyes —murmuró Jooyeon rascando la punta de su nariz. A su par, Félix asintió.
— Porque los reyes deben demostrar su lealtad, al igual que sus herederos —dijo Seokjin, comprendiendo poco a poco las intenciones de sus presencias en el salón del trono —. Jungkook pretende destituir a nuestros padres.
Félix observó el rostro frío de Seokjin. Sus ojos cafés estaban fijos observando el trono y la corona que acaba de ser ubicada a su par, junto a la gran capa de tonalidades negruzcas y el cáliz de oro dónde bebería con los reyes de la triarquía.
— ¿Un golpe de estado? —preguntó perdido Hoseok a su hermano — ¿Por qué Jungkook querría un golpe de estado?
Sin embargo, la voz de Jimin los hizo saltar en sus lugares, completamente pálidos.
— No es un golpe de estado, mi hermano está buscando la seguridad de la triarquía, y para ello es necesario que los reyes y herederos se muestren leales a la corona de Busán —les sonrió de lado, dejando a más de uno babeando por la imagen tan sensual que Jimin les transmitía vistiendo el traje de gala y la insignia de los Jeon; un lobo.
— ¿Entonces no quiere quitarles la corona a nuestros padres? —uno de los príncipes de Daegu consultó desanimado.
— ¡Jooyeon! —regañó su hermano.
Jimin rió.
— No, príncipe Lee. Las coronas de los Kim y Lee están a salvo. Si me disculpan, debo asegurarme que la coronación comience de inmediato —hizo una reverencia, dejando que mechones rubios cayeran sobre sus ojos y se balancearan —. Príncipe Kim, mi hermano está esperándolo junto a sus padres en la oficina central.
Lo último que vieron antes de que las puertas se abrieran y de ella emergieran guardias, miembros de la corte y Yeonjun, fue la espalda recta de Jimin desaparecer detrás del trono.
Seokjin sintió su pecho apretarse, pues el presentimiento de que nada bueno podría pasar estaba ahogandolo.
...
— ¿Es necesario? —preguntó nuevamente el más bajo a Jungkook, quién acomodaba su saco por quinta vez.
Jeon, viendo a su menor de reojo, suspiró.
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HEREDEROS. TK [AU FACEBOOK]
FanfictionCuando la inevitable guerra de las cinco décadas llevó a la separación de los estados de Corea del Sur, tres de las grandes familias se hicieron del poderío y las coronas más importantes, absorbiendo las demás ciudades a un estado divido en tres: Lo...