ANTES DE TI | Ansu Fati

10: Confía en mi por favor

DANI

–¿Últimamente hablas mucho de Ansu, sientes algo por él? – pregunta Marta, mi psicóloga.

Mis mejillas arden y esbozo una leve sonrisa.

Es verdad que en las últimas sesiones con ella uno de los temas principales era Ansu. El chico había supuesto un cambio y la morena ojiazul lo sabía a la perfección. Me conocía demasiado, llevaba media vida viniendo a su consulta. Desde los dieciséis comencé a venir a terapia, aunque hubo épocas en las que no venía. Nacho decía que era tontería venir, y le hice caso omiso. Hasta que Dio me obligó a volver un día. Desde entonces lo hago a escondidas para que nadie excepto mi mejor amiga lo sepa.

–Es mi amigo, aunque nos hemos besado un par de veces.

Un par de veces que podían ser 20 perfectamente, pienso.

Ella me sonríe.

No sabía con exactitud lo que pasaba entre Ansu y yo, pero me gustaba eso. Me hacía muy pero que muy feliz.

–Tu solo intenta que lo de Nacho no te frene a nada con Ansu. Piensa que son personas diferentes. Y por lo que me has contado, parece que él no pretende hacerte daño.

Sonrío yo esta vez.

Ansu era diferente si, pero el miedo seguía ahí, acechándome a cada rato.

–Eso espero Marta.

Me regala una sonrisa.

–No cierres tu corazón a vivir cosas nuevas. Fue duro lo de Nacho, mucho, pero no hay que darle protagonismo a ese individuo. ¿Le denunciaste al final? – pregunta.

–No he tenido el valor de hacerlo.

Ella suspira y niega.

Es que no era fácil hacer eso. Estaba cansada de que todos me dijesen lo mismo "denuncia, denuncia, denuncia" como si fuese tan sencillo.

–Si quieres puedo acompañarte, no me cuesta nada. Sabes que aparte de tu psicóloga soy tu amiga. Pero debes hacerlo, no puedes quedarte callada.

Asiento.

–Lo haré.

Aunque no sé si lo haría o no, porque mis dudas y miedos me invadían cada vez que intentaba hacerlo. No era algo fácil, al fin y al cabo, Nacho había hecho lo que quiso conmigo.

...

Salgo del edificio y miro el móvil, voy a mandarle un mensaje a Dio a ver si puede venir a por mí.

Cuando le doy a enviar, oigo un claxon de un coche y me sobresalto. Miro al frente y veo el coche de Ansu, en el mismo lugar en el que estaba antes de dejarme aquí.

Le miro extrañada, y el a través del cristal me gesticula un "sube". Me acerco, todavía mirándole extrañada, y subo al coche.

–Hola – murmuro.

Me pongo el cinturón tras cerrar la puerta del copiloto.

–¿Hace cuanto vienes aquí? – pregunta, sin siquiera saludar.

Arranca el coche y me mira.

–¿Aquí a dónde? – intento hacerme la inocente, pero no cuela.

–Al psicólogo.

Me pongo nerviosa y juego con mi anillo del dedo índice.

–Oh em – comienzo.

–Confía en mí, por favor. Puedes hablar conmigo, lo sabes.

Asiento mientras el para el coche en un semáforo.

–Hace unos meses – digo –. Claro que confío en ti Ansu, solo que – me corta.

–Solo que confías para contarme las cosas buenas que te pasan. Me preocupa que no me cuentes nada y te lo guardes todo para ti. Entiendo que quizá no confíes en mi tanto como en un especialista o Dio, pero me tienes aquí joder.

Pongo la mano en su muslo y me mira.

–Lo sé. Y lo agradezco de verdad. Estas siempre ahí para mi y no sabes cuanto me importa eso, de verdad.

Él esboza una leve sonrisa.

–Puedes hablar conmigo de todo. De lo bueno y de lo malo. No pienses que me voy a alejar de ti ni nada.

Sonrío. Ansu, aunque no lo supiera, había supuesto un antes y un después a mi vida. Me soltaba más con la gente, era bastante más simpática, ya que siempre era muy reservada y me costaba abrirme con la gente. Y con él había cambiado. Me sentía más yo, más libre y hacía las cosas sin miedo. Las cosas que no tuviesen que ver con Nacho, claro.

–Gracias. Por todo.

Él sonríe.

–No es nada. ¿Esta noche vamos al partido, llevarás la camiseta de tu querido equipo?

Asiento.

–No es ni mía la camiseta, se la robé a mi hermano cuando fui a casa.

Él ríe.

–Puedo conseguirte una camiseta del partido si quieres.

Sonrío.

–¿Harías eso por mí?

–Lo haría todo por ti Dani.