El engaño

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KYNIGÓS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel.

Pareja: Stony, Winterwidow, otros por ahí.

Derechos: a ser libres como el viento.

Advertencias: esta es una historia AU, es decir, aquí no hay poderes ni super héroes ni cosas así. Hay un tanto de misterio, suspenso del bueno, con un poco de thriller para más placer. Tendremos escenas no muy agradables y situaciones incómodas, sobre aviso no hay engaño que luego me andan regañando por cosas que ya advertimos aquí, por algo se llaman advertencias. Una historia de encargo.

"Kynigós", palabra griega para cazador.

Gracias por leerme.


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El engaño.


"Me parecía que, dado mi peculiar estado mental, podía leer con frecuencia en el breve intervalo de una mirada, la historia de largos años."

Edgar Allan Poe.



Frontera de Canadá.


Tony despertó cansado con la cabeza dándole vueltas, al abrir sus ojos, frunció su ceño porque no reconoció sus alrededores. Estaba recostado sobre una cama amplia, en pijama de algodón rodeado de muebles de madera fina como los pisos, un ventanal de piso a techo dejaba ver un pequeño balcón que miraba hacia un bosque espeso rodeado de neblina ligera. Se llevó una mano a su cabeza, masajeándola un poco al erguirse, quedándose sentado con su espalda contra la cabecera de madera entre almohadas mullidas que acomodó apenas, todavía extrañado de ese ambiente tan quieto, no se escuchaba nada más que lejanos trinares y el sonido quizá del mar a la distancia.

Con algo de pánico, se dio cuenta de que no recordaba su nombre.

Quién era.

Qué hacía ahí.

De nuevo echó un vistazo a su alrededor, no había mucho que le dijera sobre su situación, los pocos objetos decorativos eran demasiado vagos en su significado, acaso solamente la fotografía enmarcada sobre uno de los taburetes junto a la cama, era su rostro o eso se dijo, junto al de alguien más. Esa persona entró en esos momentos, trayendo una bandeja con desayuno. Le sonrió muy cariñoso al notar que estaba ya despierto, dejando la bandeja sobre la mesita que extendió a la orilla de la cama, sentándose a su lado, tomando su mano izquierda, notando que ambos tenían un anillo de oro, de matrimonio.

-Sshh, estás bien, Edward.

-¿E-Edward?

Aquel hombre de cabellos negros rizados y ojos verdes le miró comprensivo, acariciando su mejilla.

-No te preocupes, lo repetiré cuantas veces lo necesites. Sufriste un accidente, mi amor, estuviste en coma por varias semanas, pero despertaste aunque con amnesia. Los doctores dicen que puede ser definitiva, no que eso no vaya a detener. Soy tu esposo, Jonas

-Yo no... no te recuerdo. Nada de esto.

-Tranquilo, ayer dijiste lo mismo. Es el efecto del trauma que te causó ese accidente, pero estás vivo y eso es todo lo que importa, podremos volver a comenzar -sonrió Jonas, besando el dorso de su mano- ¿Quieres desayunar? Preparé tu preferido.

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