Me siento tentada a entregarle ya la carta pero aún así me contengo. Sé que si lo hago ahora me arriesgaría a que me viera mucha gente y si la respuesta es negativa podría resultarme difícil de llevar.
Su cabellera rubia oscura se mueve por el viento. Sus ojos azules brillan en cuanto el balón llega a sus pies, y luego lo golpea con una sonrisa.
Gira su cabeza y camina hacia la esquina en la que me encuentro escondida. Me tiemblan las manos pero ya es el momento, tengo que dársela.
—Hola, Trevor. —le saludo colocándome en frente de él.
Él arruga su pequeña nariz decorada con pequeñas pecas y me mira extrañado. Temo por lo que va a pasar pero me arriesgo por él.
—Hola...
—Soy Ariana, voy a la misma clase que tú. —le explico mientras jugueteo con la carta entre los dedos.
Él parece que sigue sin saber quién soy pero intenta aparentar una sonrisa. No me dejo abatir.
—Sí, claro, Ariana. —pasa su mano por el cabello rubio.
Debe de ser muy suave y, de golpe, me entran unas ganas tremendas de acariciarlo, de sentirlo entre mis dedos, pero también me contengo.
—Yo... —comienzo, pero algo me traba y no me deja seguir. —. Yo...
—¿Tú..? —sigue él, parece que se está cansando de mí.
—Yo solo quería darte esta carta. —se la entrego y él la mira extrañado.
Creo que nunca le han dado una carta, por eso la mira así.
—Uhm... Gracias, Ariana. —me agradece con una pequeña sonrisa.
Ha sonreído, ¡ha sonreído gracias a mí! Soy la causante de esa sonrisa.
—Me gustaría que cuando la leas me dijeras qué te ha parecido.
Trevor vuelve a bajar su vista hacia la carta de color rosa palo y asiente.
—Claro.
Vuelvo a clase sonriente, sabiendo que él estará allí, leyendo mi carta. El profesor aún no ha llegado y me voy a mi asiento con pasos alegres.
—¿Estás bien? —me pregunta una voz.
Dirijo mi vista hasta aquella voz y veo a mi amiga Sandra mirándome curiosa con sus ojos chocolate. Hoy lleva el pelo recogido en dos coletas.
Asiento con una gran sonrisa que deja visible la ausencia de mi diente de leche.
—Creo que estoy enamorada, Sandra. —le confieso en un pequeño susurro.
Sandra alza sus cejas con asombro y deja escapar un pequeño grito.
—Pero eso es de mayores, Ariana.
Me cruzo de brazos y suspiro.
—Lo sé pero creo que esto es real —me acerco más a ella hasta llegar a susurrar en oído. —. Siento mariposas en la tripa.
Sandra se tapa la boca con las manos, aún más sorprendida.
—¿Y quién es? —me pregunta, mirándome de hito en hito.
—Trevor Brown.
Sandra comienza a pegar pequeños saltos y me abraza. Luego, gira su cabeza hacia el asiento de Trevor, que se encuentra hablando con sus amigos. No tiene la carta con él, la busco con la mirada hasta que mis ojos se encuentran con la papelera de clase. De ella sobresale un papel rosa.
—Ahora vengo. —le comento a mi amiga.
—Vale.
Camino hacia la papelera y miro aquel papel rosa. Es mi carta.
Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos al sentir el rechazo. Al sentir el desprecio. Salgo de clase ante la atenta mirada de todos. También me observa Trevor con la mirada preocupada. Me da igual, él no es el príncipe de mis libros.
Voy corriendo al baño y me intento relajar. Trevor ha tirado mi carta. Me ha tirado a mí sin percatarse en absoluto.
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Across Italy [EN PAUSA]
Ficção AdolescenteAriana siempre ha tenido la ilusión de viajar y conocer lugares con distinta cultura. Por no decir; que está aprendiendo distintas lenguas para, en cuanto cumpla los dieciocho, poder largarse de su país a conocer mundo. Uno de sus idiomas favoritos...