«George en multimedia»
Voy sacando poco a poco la ropa de una de las maletas. La dejo sobre la cama con cuidado y, de nuevo, observo detenidamente la habitación en la que me han asignado.
Es bastante amplia en comparación a mi habitación de España. La decoración es bastante neutra y vacía: Las paredes son de un color crema, la cama es grande con sábanas de color blanco y hay un armario blanco lo bastante grande como para ocupar toda una pared. Después, hay una puerta dentro la habitación que da lugar al baño.
Vuelvo a concentrarme en la ropa y, poco a poco, coloco las prendas en el armario. Mientras guardo todo, las voces de Juliette y Paul resuenan a través de las paredes. Se les entiende perfectamente y, por lo que parece, están discutiendo.
- ¡No quiero seguir con esto, me parece estúpido! -grita Juliette. - Ni siquiera me llevo bien con ella.
- Háblalo con el tío Flavio, yo no tengo nada que ver. -estoy segura de que es la voz de Paul la que habla y parece de mal humor. - ¡Y, por lo que más quieras, cállate ya, me tienes harto!
Después de aquellas palabras, se escucha un grito de frustración. Parece de chica lo que supongo que es Juliette la que lo hace. El silencio vuelve a dominar la casa y, cansada, vuelvo a sentarme en la cama.
Me muerdo el labio intentando no sentirme vacía y sola. Pero no puedo evitarlo, estoy en un país diferente y la familia que me ha tocado ni siquiera me quieren entre ellos. Es frustrante no saber por qué Juliette me tiene tanto odio.
Me siento débil, sin fuerzas. No sé si voy a poder soportar el verano entero sumida en esta soledad. Debería tener experiencia, he pasado todo el curso sola pero al menos tenía a mi familia al llegar a casa. Tenía a mamá y a Sofía. También tenía a papá, aunque él estuviera lejos, trabajando en Alemania.
No sé cuánto tiempo paso sumida en mis pensamientos hasta que unos golpes suenan en mi puerta. Suspiro, esperando lo peor, que me echen y me quede sin hogar.
Me levanto y abro la puerta. Juliette está tras la puerta con un rostro neutro, sigue llevando aquellas gafas de sol sobre su cabeza. Son RayBan de pasta blanca con el cristal negro.
- ¿Ya has colocado todas tus cosas? -me pregunta asomando su cabeza por la habitación.
Me giro y observo que solo he guardado una maleta y aún me falta otra más.
- Más o menos. -respondo.
- No importa, puedes hacerlo más tarde. -me dice algo rápido. Frunzo el ceño ya que tengo que esforzarme en entenderla cuando habla así de rápido. - Si hay algo que digo que no me entiendes, puedes decírmelo.
Parece algo más simpática que hace unas horas. De repente, mis músculos dejan de estar en tensión y sonrío levemente.
- No pasa nada, te he entendido.
- Vale, a lo que iba. -dice sin darle mucha importancia. - Vamos a ir a comer con una amiga, ella también tiene a una chica como tú. Seguramente la conoces.
- Está bien. -asiento agradecida. La verdad es que ya estoy sintiendo hambre y me apetece visitar un poco Venecia.
Sigo a Juliette y bajamos las escaleras. Se escucha unas voces, me giro hacia ellas, que provienen de la cocina. Paul está charlando, mientras bebe una cerveza, con alguien algo más mayor que él. Me fijo en los rasgos de aquel hombre que son muy atractivos y le echo unos cuarenta años, puede incluso que algunos menos. La mirada de aquel hombre de cabello castaño se clava sobre mí y sonríe ampliamente.
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Across Italy [EN PAUSA]
Ficção AdolescenteAriana siempre ha tenido la ilusión de viajar y conocer lugares con distinta cultura. Por no decir; que está aprendiendo distintas lenguas para, en cuanto cumpla los dieciocho, poder largarse de su país a conocer mundo. Uno de sus idiomas favoritos...