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6 de enero de 1991

Querido diario:

Han sucedido tantas cosas en estos días, que ni siquiera he tenido tiempo para contártelas. Mamá me inscribió en mi nuevo colegio y ya tuve mi primer día. Allí todos me recibieron muy bien cuando supieron que mi mamá era una diseñadora famosa. Estuve un poco celoso, porque eran demasiado atrevidos diciendo lo bonita que es mi mamá o lo lindo que es su pelo de princesa, cuando acababan de conocerla hacía como veinte minutos. Eso es otra cosa. Me acostumbré enseguida a llamar mamá a Henry. Fue más fácil de lo que creí y ella parece muy feliz cuando lo hago. Los empleados de la casa me tratan muy bien y siempre están pendientes a todo lo que yo necesite. Mamá dijo que si alguien me hacía algo malo y me amenazaba para que me callara, que se lo dijera más rápido, que ella siempre estaría ahí para apoyarme. Por suerte, no ha pasado nada como eso. Mi regalo de Día de Reyes fue un tren eléctrico. ¡Es fabuloso! Me lo dio mamá justo esta mañana y no paro de jugar con él.

También mamá me inscribió en karate y en el coro de la escuela, como yo quería. Cuando la maestra que dirige el coro me hizo una prueba, dijo que mi voz tenía mucho potencial. El profesor de karate dijo que yo tenía mucha agilidad y que aprendería rápido, así que estoy muy contento por eso. El colegio está como a dos cuadras de mi nueva casa, justo al lado de la iglesia. Cuando terminé mis lecciones, fui a la iglesia y me aceptaron en el coro. Ahora podré cantar en la representación pastoral de Navidad. Lo mejor es que ya nadie se ríe de mí por eso.

Lo único que realmente me molesta es que Harry y Marv se aparecieron por aquí. La policía los había capturado, pero mamá les pagó la fianza. Aún con su generosidad, ellos tuvieron el descaro de venir a pedirle dinero. Bueno, por lo menos Harry lo hizo.

—Henry, necesitamos dinero para enderezar nuestro camino —le dijo Harry—. Vamos, sé que puedes dárnoslo,  ¡a ti te sobra! Hazlo en nombre de los viejos tiempos.

—Ese fue dinero que obtuve con mi sacrificio y de manera honrada —dijo mamá—. Pero si de verdad se enmendarán con eso, se los daré. Es lo menos que puedo hacer por dos viejos amigos.

—¿Tú qué miras, niño? —preguntó Harry al ver que yo lo miraba con mucho enojo.

Enseñó los dientes, creí que iba a morderme de nuevo. Me asusté y me abracé a mamá.

—¿Podrían voltearse? ¡Sus caras espantosas asustan a mi bebé! —les gritó mamá.

Los dos nos dieron la espalda. Mamá me tomó en brazos y me llevó a su habitación, que era aún mayor que la mía. Me dejó sobre la cama y buscó el dinero.

—Quédate aquí, mi príncipe —me dijo al salir.

Pero por supuesto, yo no le iba a hacer caso. ¿Dejarla sola con esos dos? ¡Nunca! ¿Y si decidían golpearla para desvalijar la casa? ¡Debía estar ahí para protegerla! Bajé las escaleras descalzo para no hacer ruido y vi que Marv no cogía los billetes que mamá le daba.

—Yo... no quiero tu dinero, Henry —le dijo—. Quiero tener una oportunidad contigo.

—Nuestra oportunidad ya fue, Marv —dijo mamá.

—No. Aquel no era el momento oportuno. Pero ahora lo es. Haré cualquier cosa para demostrarte que soy digno de ti. Trabajaré y ganaré mi propio dinero.

El muy atrevido se sentó al lado de mamá y le estaba agarrando las manos. Se acercó a ella como si fuera a darle un beso. ¡No podía permitirlo! Bajé corriendo las escaleras y me arrojé a los brazos de mamá, obligándolos a soltarse. Entonces miré a Marv de una forma que decía: «Mamá es mía, imbécil».

—Ahora mismo, Kevin me está asesinando con la mirada —dijo Marv—. Creo que tiene el Complejo de Edipo.

—¡Ay, Marv, tú ni sabes lo que es eso! —exclamó mamá—. Kevin es un angelito. ¿Cómo podría enviarte una mirada asesina? A veces me pregunto qué vi en ti.

Sí, yo también me pregunto eso.

—Solías decir que yo era torpe, pero espontáneo. Que te atraía la manera en la que te hacía reír y que te encantaban mis ojos.

¡Otra vez la estaba mirando como si fuera una barra de chocolate y agarrándole la mano! No lo dejaría estar, así que le di un pellizco en la mano a Marv. Él la apartó dando un chillido de dolor.

—¡Deja a mi mamá! —le reclamé—. ¡Es mía!

—¿Tú por qué te metes en las cosas de los adultos, mocoso? —se entrometió Harry.

—Deja que el niño exprese su opinión, Harry —dijo mamá.

Aprovechando que ella me daba la razón, la abracé y le saqué la lengua a los dos.

—¡Qué criatura sin modales! —se quejó Harry.

—Ni que los tuyos hubieran sido mejores, Harry —dijo mamá—. Kevin, mi amor, ve a hacer tus deberes del colegio para mañana, que se te hace tarde.

Obedecí, pero llevé mis tareas al comedor para vigilar a Marv. Por suerte, no volvió a acercarse tanto a mamá. Cuando terminé mis deberes, me puse a contarte lo que había estado sucediendo.

—Oye, Kevin, ¿qué tanto escribes? —me preguntó Marv cuando mamá fue a pedir que sirvieran la cena.

«¿Qué te importa?», quise y debí haberle respondido. Pero recordé que una de las pocas cosas que mamá me pedía era que fuera bien educado, así que contesté con la verdad. Si se burlaba de mí, tendría una buena excusa para darle guerra.

—Es mi diario —dije.

—¿Sabes? Yo también tuve diarios cuando era niño —dijo Marv.

Eso me sorprendió.

—¿En serio?

—Sí. Harry solía burlarse de mí por eso. En aquel momento, no tenía a nadie con quien hablar de mis sentimientos sin que se rieran de mi.

Aquello me dejó pensando. Tal vez Marv y yo tenemos más cosas en común de las que me gustaría reconocer. Pero me costaría mucho aceptarlo como mi verdadero padre, después de lo que pasó la noche de Navidad. No es lo mismo que con mi mamá.

El diario de Kevin McCallister [Home Alone - Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora