Capítulo 5

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Ya no tenía más un hogar...

Ochako se había ido y su presencia, lo único que hacía de este puto lugar mi casa, un lugar al que añoraba volver; se había ido.

Sabía lo que hacía, colmaba su paciencia de a poco mientras me preguntaba cuando llegaría el momento en que se cansaría de mi. Era un maldito abusivo.

Ya era un hombre con el criterio formado, sin embargo, no era capaz de dejar de comportarme como un asqueroso e irritante adolescente. Obviamente, Ochako, MI mujer... mi hermosa esposa... por mucha paciencia que me tuviera a mí y a mis mierdas, se iba a terminar por cansar.

Me lo merezco.

Rompí dos de las promesas más importantes que le había hecho en mi vida y le mentí. Ella jamás me pedía nada, sólo en aquella ocasión en que me hizo prometer comportarme como un hombre medianamente decente, y aún así no lo pude cumplir. La decepcioné y de paso la trate como a una cualquiera...

Desvístete, quiero follar.

¿En qué puto universo se me pudo ocurrir que diciéndole eso, Ochako mágicamente se abriría de piernas y aceptaría frotarme contra ella estando ebrio?

Joder...

Ahora definitivamente le debo causar asco.

...

Maldición...

No me siento bien, me siento desorientado, mi boca está seca, tanto así que, si la abro demasiado para bostezar, mis labios resquebrajados sangran y arden.

A veces me siento tan ajeno a mi mismo que, hasta llego a sentir que vivo relegado a otro tiempo, algunos días reviviendo constantemente aquel hermoso pasado y otros, degustando de a poco aquel atemorizante y solitario futuro...

¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que Ochako se fue? - Fue la última pregunta que me hice antes de cerrar los ojos para siempre...

¿Un mes?

¿Dos semanas?

¿Un par de días?

¿Horas o...

Cierto.

Estoy desorientado, incluso desde antes de que se fuera, no tenía idea de qué día era, ni de la hora, ni de nada. En aquellos momentos, para mí sólo existía el alba, la media tarde y la noche. Nada más, más allá de la posición del sol, el reflejo de Ochako en los ventanales y el sabor del licor en mi boca.

¿Qué será de mí de aquí en adelante?

Pues nada, ya no queda nada, y seguramente, la próxima persona que pase por esa puerta sea quien encuentre mi cadáver... mi lisiado y decrépito cadáver.

Ochako... quiero pensar que esto es solo un sueño y que aquel día en que te fuiste, yo también lo hice contigo, que nunca más volvimos a salir por esa puerta por separado.

Odio soñar, odio soñar y darme cuenta de que hasta en mis fantasías, estoy solo y la necesito, la busco y no la encuentro, sigo a su fantasma y luego me decepciono al toparme con la compañía de mi puro reflejo. Entonces me enfurezco y necesito acallar, necesito hacer silencio, pero en vista de que descansar es demasiado pedir, bebo y me embriago hasta ya no poder sostenerme más en pie, hasta que mi cerebro se oscurece lo suficiente y nuevamente me duermo, pero esta vez sin soñar, sin el recuerdo de Ochako... sin Ochako.

.

.

.

Deseaba ver a mi madre casi tanto como necesitaba sentir la calidez de sus dulces brazos alrededor mío.

Cuidados Especiales - KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora