Capítulo 10: Miedos.

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Hermione suspiró complacida al admirar aquel hermoso paisaje de luces que era Nueva York por las noches. Una suave brisa corrió logrando estremecerla un poco, solo para segundos después sentir como los brazos de Harry le brindaban calidez.

—¿Te gustó mi sorpresa? —Preguntó él despacio cerca de su oído; Hermione sonrió y asintió.

—Me encantó. —Aseguró, girando un poco su cabeza para regalarle un corto beso en los labios. Cerró los ojos, apoyando su frente en su barbilla en donde su esposo depositó un casto beso.

—¿Me dirás qué ocurre? —Dijo al cabo de unos largos segundos; Hermione soltó un suspiro y luego se apartó un poco para verlo a los ojos, notando enseguida la preocupación de él.

—No es nada malo... Creo. —Contestó insegura en un murmullo, ¿Y si él ya no estaba de acuerdo? Se repitió temerosa.

El auror supo leer su miedo y agregó de inmediato:

—Nada de lo que hagas u opines cambiará lo que siento por ti. —Le recordó, acomodando en el transcurso un mechón castaño travieso que se movía ligeramente con el viento. Hermione asintió, decidida a confesárselo, rogando internamente porque lo tomara bien.

—He estado pensando y... —Bajó su mirada a sus manos entrelazadas, acariciando suavemente las manos ásperas de él que reposaban en su vientre. —Estoy lista. —Harry frunció el ceño sin entender; ella tomó una gran bocanada de aire y añadió: —Quiero que nuestra familia crezca. —Harry alzó las cejas con sorpresa, pero tan pronto el shock pasó relajó su mirada y sonrió.

—Me parece una maravillosa idea, cariño. —Respondió y entonces fue el turno de la castaña de sonreír, aliviada al saber que estaba de acuerdo con ella. Y sin esperar un minuto más, la chica rodeó su cuello y lo besó, sintiendo enseguida como Harry la tomaba de las piernas, colocándola a horcadas sobre él.

—¿Le gustaría comenzar a hacer la "tarea" esta noche señora Potter? —Preguntó en tono juguetón a escasos centímetros de sus labios, tocando suavemente la piel bajo su blusa; Hermione sintió un escalofrió recorrerla.

—Estoy ansiosa por comenzar. —Aseguró sonriendo, admirando como los ojos de su esposo se volvían oscuros antes de tomarla en brazos y llevarla a la recamara.

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Hacía cinco minutos que había llegado a casa de sus padres y Hermione aún se debatía entre bajar o no del auto. Notó a su madre desde la ventana del living levantar unas tazas de té, y sonrió levemente al recordar que a ella y a su padre les gustaba beber un poco por las mañanas. La sonrisa se apagó y un gesto de preocupación apareció en su rostro, ¿Había sido buena idea el haber ido sin compañía? Se preguntó, temiendo hacer esto sola. Deseaba de verdad que Harry estuviera aquí para apoyarla, pero también sabía que él tenía encomendada una tarea más importante, la cual era proteger a sus hijos.

—Ellos están vivos aún. —Se repitió antes de tomar una gran bocanada de aire y bajar del auto. Caminó despacio hacia la puerta, sintiendo en cada paso el nudo crecer en su garganta; miró sus manos temblorosas y las estrujo enseguida aun con los guantes puestos.

"Puedes hacerlo, ellos estarán bien".

Sonó una voz en su cabeza muy parecida a la de su amigo. Asintió dándose valor y una vez estuvo frente a la puerta, tocó. El tiempo para ella corrió tan lento, pero en realidad no pasaron ni cinco segundos cuando su madre abrió.

—Por un momento creí que lo habías olvidado. —Le dijo Jean sonriendo, saludándola con un beso en la mejilla. Hermione relajó su mirada y asintió, dibujando en sus labios una sonrisa apenada.

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