Capítulo 4: Mal presagio

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Harry permanecía sentado en la cama de su habitación, cabizbajo ante los regaños de la castaña, quien hacía más de quince minutos que no había dejado de maldecir, algo poco usual en ella.

—¡¿Un cajón?, ¿De verdad?! —Logró decir entre dientes, apretando sus puños.

—Hermione, te juro que... —Intentó abogar un poco por él, pero de nuevo Hermione se interponía.

—De todos los lugares que hay, ¿Se te ocurrió que el más seguro para guardar un giratiempo era un cajón? —Decía mientras se acercaba a él de forma peligrosa; James y Lily, quienes oían a través de la puerta, sonrieron al saber que su plan estaba saliendo a la perfección.

—Lo sé, debí guardarlo en una bóveda en Gringotts y...

—¡No, debiste destruirlo! —Profirió de forma acusatoria. —¿Ahora cómo arreglaremos esto? —Le preguntó enojada mientras señalaba la puerta, en donde dos de sus hijos los esperaban detrás de ella.

—¡No me mires así! —Trató de defenderse Harry. —¿Cómo iba yo a saberlo? —Preguntó preocupado, buscando disipar la molestia de su amiga y ahora, futura madre de sus hijos; la castaña bufó enojada, pasando una mano por su cabello con frustración al tiempo que iba y venía de la habitación como león enjaulado. —Entiendo que estés molesta y... —Quiso tranquilizarla.

—¡Claro que no lo entiendes! —Lanzó otra vez. —¡Nuestros hijos están aquí por un descuido tuyo! —Exclamó, tratando de hacerle ver la gravedad del asunto.

—¡Lo sé! —Profirió cansado de aceptar parte de la culpa. —A mí tampoco me hace gracia que estén aquí, peor aún si yo fui el responsable. —Agregó esto último en tono bajo. —Sin embargo... —Dijo mientras se incorporaba para después silenciar la habitación con un movimiento rápido de su varita. —Me niego a aceptar que todo sea culpa mía. —Declaró firme, enfrentándose a la mirada colérica de su amiga.

—¿Es que quieres que alguien más se haga cargo de tus errores? —Lanzó mordaz mientras se cruzaba de brazos, a la espera de su objeción; ahora fue el turno de Harry de gruñir molesto, ¿Cuál era su maldito problema? Pensó frustrado. Sí, cometió un error, pero echándoselo en cara no solucionaría nada, sus hijos estaban aquí, ¿Qué otra cosa podía hacer?, ¿Regresarlos a su época? No sabían siquiera cómo funcionaba el giratiempo.

—Necesito que te calmes y me escuches. —Pidió lo más suave que pudo, no queriendo que ambos se molestaran más; Hermione en ningún momento quitó su mirada dura de él. —Tan solo piénsalo, ¿De verdad me crees tan estúpido como para guardar algo de esa importancia en un cajón? —Le cuestionó, ofendido porque lo creyera un imbécil.

—¿Honestamente? —Contestó seria.

—Hermione. —Dijo con mesura, sabiendo sus intenciones; la chica soltó un suspiro y se sentó con pesadez sobre la cama.

—Ya no sé qué creer, Harry. —Reconoció al tiempo que se pasaba las manos por su rostro con cansancio; fue entonces donde el moreno entendió que por fin su amiga estaba pensando con claridad.

—Analízalo un poco. —La animó mientras se sentaba junto a ella. —Supieron llegar perfectamente a mi departamento sin ayuda en otra época y sin dinero, ¿Cómo es posible que se les haya pasado un detalle tan importante del giratiempo? —Preguntó, logrando despertar la curiosidad de su amiga.

—¿Qué quieres decir? —Lo miró sin entender a dónde iba.

—Algo me dice que hay algo más... no sé exactamente qué, pero pienso que no nos han dicho toda la verdad. —Reconoció con seriedad.

—Tal vez tengas razón... —Declaró seria después de meditarlo unos segundos. —James y Lily a mi ver no son tontos. —Pensó al recordar las provocaciones de su hija hacia ella para molestarla. —Sí, sé que son adolescentes y rebeldes, pero...

RegresiónWhere stories live. Discover now