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Willow y Luz emprendieron su camino a la calle dónde residía el viejo teatro abandonado en el centro de Hell’s Grave. Gus era popular en las fiestas debido a que el joven tenía un talento natural para el ilusionismo, y su carisma le hacía ganar un verdadero asombro de los adolescentes, estén sobrios o no.
La fiesta se estaba realizando en la casa del capitán de rugby masculino y aunque nunca había entablado ni una sola palabra con Gus, lo había fichado inmediatamente para entretener de vez en cuando. El joven mago aceptó con la condición de que sus amigas pudieran ir con él. Sii iba a “sufrir” en una fiesta, no sufriría solo.
Ambas entraron y Luz llamó la atención de algunas personas que se acercaron para intentar acariciar al can, quién se veía contento de toda la atención que tenía si es que el movimiento de su cola pudiera indicar algo.
Willow rió por la situación. —Iré a buscar a Gus, ¿está bien?
—Claro, estaré afuera. —Señaló el patio trasero.
Luz decidió ignorar el tumulto de la piscina donde jugaban algo que suponía sería volleyball pero con una pelota gigante y a la demás gente que hablaba o bailaba cerca de.
Finalmente, encontró un lugar un tanto alejado dónde decidió sentarse y el can se sentó junto a ella para terminar acostándose en el suelo.
Mientras observaba la multitud no pudo evitar notar una melena verde a lo lejos, al lado de ella, como siempre, estaban Boscha y Skara, ávidas en una conversación de la que Amity no era partícipe. Luz pensó que se veía aburrida mientras tomaba del vaso rojo.
Pronto, los ojos miel chocaron con los suyos y la castaña desvió su mirada rápidamente, avergonzada de haber sido atrapada.
Volvió a mirar de reojo y soltó un suspiro de alivio al ver que Amity no la miraba más pero parecía más atenta a la conversación. Skara le había preguntado algo y ella había dicho que no junto con algo más que Luz no pudo distinguir; la de cabello plateado caminó animosamente mientras jalaba de la mano a Boscha, quien miraba a Amity suplicando por algo. La peliverde soló rodó los ojos y volvió a tomar del vaso.
Amity volvió a mirarla, ésta vez levantando levemente su mano derecha para saludar, tímidamente y con una pequeña sonrisa.
Luz levantó su mano también y después la llevó a su nuca mientras veía a la chica acercarse hasta quedar casi frente a ella.
—¿Está… ocupado? —Señaló el piso y rió.
Luz sonrió. —Adelante.
Amity se sentó a su lado, dejando una corta distancia entre ellas.
—¿No volviste a tener problemas con tu auto?
—No, va de maravilla. Aunque te haré caso y lo llevaré al mecánico lo más pronto posible.
Amity jugueteó un poco con su vaso, golpeando las yemas de sus dedos contra el plástico y sin despegar la vista del líquido, le preguntó. —¿El perro es tuyo?
Luz la miró. —¡Oh, no!, no, lo encontré en el trabajo y me ha seguido toda la tarde así que…
Amity la miraba divertida y con curiosidad. —¿Y es la primera vez que pasa algo así?
Luz se encogió de hombros, riendo. —Creo que sí, honestamente siempre ha sido al revés. Me gustan mucho los animales y siempre quise mascotas.
—Tu mamá es veterinaria, ¿cierto?
Asintió con la cabeza y la miró extrañada. Amity pareció recapacitar en lo que dijo porque toda su cara se puso roja. Procedió a taparse la cara con las manos, aún sosteniendo su bebida. A Luz le pareció adorable aunque seguía extrañada, apenas y habían hablado y Luz nunca había mencionado eso, por un momento pensó en que Hunter se lo había dicho.
—No, lo que yo… —Titubeó. —Tengo una gatita y creo que tu mamá es quién la revisa, es Camila Noceda, ¿no?
Luz asintió riendo un poco y notó que las orejas de Amity seguían rojas. Un pequeño silencio se había formado y aunque no era incómodo, Luz quería terminar con él.
—De niña quería ser veterinaria también. —Llamó la atención de Amity, quién volvió a mirarla. —He aprendido varias cosas al ver a mamá pero no creo que sea lo mío.
Su acompañante la miraba atentamente y se sonrojó por la atención. —Me gusta más el arte.
—¿Es lo que estudiarás?
—Sí. Artes visuales, ¿y tú?
—Ingeniería mecatrónica, aunque mi madre preferiría que estudiara relaciones internacionales o algo así, pero así también puedo seguir con el negocio familiar así que no le pareció mal, papá se puso feliz, creo.
—¿Y es lo que en verdad quieres?
Amity se quedó callada unos segundos, pensando.
Pensando en cómo cree que nunca alguien le había preguntado algo parecido.
—Sí, creo que antes lo tenía en mente para complacer a mis padres, para compartir algo con papá, pero creo que realmente terminó gustándome.
Luz le sonrió genuinamente. Su sonrisa era contagiosa al parecer porque Amity hizo lo mismo, reclinando su cabeza sobre la pared sin despegar la mirada de aquellos ojos cafés que tanto le llamaban la atención.
—¿Y qué haces aquí? Nunca te había visto en las fiestas.
—Oh, ¿así que vienes a muchas? —Amity alzó una ceja y volvió a tomar del vaso.
—No. —Rió nuevamente. Parecía que era fácil reír con ella o tal vez solo era su nerviosismo. —Bueno, invitan mucho a Gus y a él no le gusta venir solo.
—No me gustan las fiestas pero Boscha y Skara me trajeron a la fuerza. —Contestó. — Dijeron lo aburrida que soy y me arrastraron a lo que juran será la última fiesta de preparatoria.
—Eso es mentira, escuché como a tres chicos más planeando otras fiestas.
Amity asintió. —¿Lo ves? — Refunfuñó bromeando. —Al menos Skara dejó de insistir en qué hiciera más cosas, creo que entraron a jugar verdad o reto.
Luz hizo una mueca de desagrado y Amity rió, alzando su vaso. —Iba a brindar contigo por el desagrado pero me acabo de dar cuenta de que no estás bebiendo nada. ¿Quieres algo?
—No, gracias. Estoy bien así.
—¿Segura?, porque sé cuál es el que no tiene nada más que mucha azúcar.
—Sí. —Sonrió. —Skara parece buena chica, realmente. Está en el equipo de roller derby con Willow.
—... A comparación de Boscha. — Sonrió de lado.
Luz asintió. —Boscha es… todo un caso.
—Puedes apostarlo. — Miró hacia arriba y notó las estrellas, el cielo estaba ya lleno de ellas. —No quería venir, hubiera preferido morir a hacerlo. —Volvió a mirar a la chica a su lado. Luz seguía mirándola, expectante. —Pero ahora agradezco haber venido.
Luz se acomodó en su lugar, enderezando su espalda y sin despegar la vista sobre su acompañante. Sus mejillas tenían un leve tinte rosa que Luz igualaba pero con mayor intensidad y se preguntó si el líquido de aquel vaso contenía alcohol.
—Yo, uhm. Me alegra que también hayas venido.
Amity sonrió y dirigió su vista a la multitud. Acomodando su cabello con su mano libre.
Luz no podía despegar la vista de ella hasta que escuchó a alguien gritar su nombre. Gus corría emocionado hacia ellas con Willow detrás, también con un vaso rojo en la mano mientras que Gus sostenía una bola de ping pong.
Ambos saludaron a Amity y ella levantó su mano, sonriendo, justo como había saludado a Luz.
La bola de ping pong se movía ágilmente entre los dedos de Gus hasta que la hizo desaparecer. Notando como el perro que se había mantenido inmóvil en el piso lo miraba ahora con atención, Gus llevó su mano detrás de la cabeza del can e hizo aparecer la bola de nuevo. Todas lo miraron atentamente.
—Sí, es bueno. —dijo Amity y Gus se enorgulleció ante el cumplido.
—Unos chicos entraron al teatro… —dijo emocionado. —Dicen que empezaron a escuchar ruidos y mejor salieron.
—¿Hace cuánto? —preguntó Luz.
—Una hora, tal vez, los escuché hablar de eso, creo que los retaron a entrar.
—¿Ósea que abrieron la puerta?
Gus asintió felizmente.
Luz se mordió el labio, insegura. —No venimos preparados.
—Habla por ti. — Dijo Gus mientras atrapaba una mochila que Willow le había lanzado.
Los tres miraron a la confundida peliverde.

Aquel lugar tenía fama de estar embrujado así que eso lo hacía tremendamente popular en noche de brujas. Muchos de ellos intentaban entrar para tratar de averiguar pero no todos corrían con la suerte (o mala suerte) de poder abrir la puerta de entrada, que si bien estaba prohibida, no era ilegal traspasarla.
Tal vez corrieron con buena suerte de que el capitán de rugby viviera en la misma calle y los chicos que lograron abrirla hubieran sido retados a hacerlo. Pero coincidencia o casualidad, aquel hecho les había beneficiado a los dos jóvenes que lideraban el recorrido.
—Ambos son fans de lo paranormal y llevan siglos tratando de obtener pruebas de que los fantasmas existen. —Willow le susurró a Amity y toda su plática en el patio trasero cobró sentido.
Luz sacó una cámara de la mochila que ahora cargaba ella y empezó a tomar fotos de todo. —Es difícil porque Hell’s Grave no tiene muchos lugares encantados que digamos. Además de que nunca habíamos logrado romper la cerradura, ni siquiera Eda pudo.
—Comprendo porque Gus estaba emocionado, entonces. —Replicó Amity. —¿Y cómo se supone que obtendrán las pruebas si es que hay fantasmas?
Gus se acercó a la Luz para tomar la mochila y sacar un aparato de ella, mientras Luz ponía la cámara a grabar en una esquina. —Una spirit box, haremos preguntas y si hay un fantasma nos responderá.
Colocó el aparato en el suelo y lo prendió, el ruido de las frecuencias retumbaron en los oídos de los chicos por unos segundos hasta que el volumen se controló.
—Bien, uhm, no queremos molestar, solo queremos hacer algunas preguntas. —Hubo un silencio después de que Gus habló. —¿Hay alguien aquí?
“Sí.”
Gus y Luz se miraron, sonriendo.
—¿Puedes decirnos tu nombre?
Algo ininteligible se escuchó entre la estática.
—¿Cómo sabemos que no se está filtrando una frecuencia de radio?— preguntó Amity.
—Hay que ser más específicos. —Susurró Luz. —¿De qué color es mi chaqueta?
“Verde.”
Luz pareció satisfecha con la respuesta, pero no lo suficiente, a pesar de que era cierto, necesitaban más de una palabra.
—¿Hay algo que te gustaría decirnos?— preguntó Willow.
El silencio volvió, ocasionalmente se escuchaban pequeñas parte de canciones o palabras que no tenían sentido. Pasaron cinco minutos, al menos, que sintieron como una eternidad cuando Gus bufó decepcionado y se encaminó a recoger el aparato. —Hay que irnos.
“Ayudenlo.”
Gus dejó su mano en el aire. —¿Ayudar a quién?
“Ayuden a mi niño.”
Luz se acercó.
—No podemos ayudar si no nos dices a quién.
“Mi cardenal.”
El silencio volvió a hacerse presente y Gus intentó hablar una vez más pero no hubo respuesta, finalmente, se despidió y apagó el aparato.
—Dijo muchas palabras.
—¿A qué se refiere con “su cardenal”? —Preguntó Gus. —¿Quiere que ayudemos a un pájaro?
Luz dejó de grabar y apagó la cámara. —Hay que revisar las grabaciones luego, para ver si dijo algo más que no escucháramos.
—Bien, hay que irnos antes de que alguien se de cuenta de que estamos aquí. —Willow tomó la mochila y todos salieron discretamente, la fiesta aún seguía pero ninguno quería regresar ahí dentro.
Se despidieron entre sí y partieron por caminos separados. Al caminar, Willow no evitó regresar su vista al viejo teatro a lo lejos, preguntándose a sí misma qué o quién era aquel cardenal.

Los misterios de Hell's GraveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora