Capítulo 14

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Los villanos en las historias, en la mayoría de los casos morían en manos de los héroes o eran derrotados, siendo castigados, desterrados, obligados a ir a prisión. Eran los personajes más odiados por los lectores, y usados por los escritores para descargar su ira contra las personas que detestaban en sus vidas diarias.

En su libro: "Cristales rotos" había descrito y usado a su marido para matarlo en las últimas páginas luego de haberse casado con él. Ni siquiera había aparecido en la primera parte de la historia, pero tanto era su ira que lo había puesto como un personaje adicional y lo mató sin tanta explicación.

Oliver no debía llegar tan lejos por la culpa.

-Sí. Seré el villano, de esa manera me perdonarás.

Un sentimiento engañoso agitó el corazón de Ariadna y ella, furiosa y traicionada, no solo por él, sino por su propia creencia de que Oliver la protegería, apartó la vista.

Estaba mal sentir algo por él. Ese maldito... merecía morir como un villano... como su bebé.

-Necesitaba librarme de ti -confesó Oliver con las manos juntas sobre la mesa. Estaba tan arrepentido que no podía enfrentarla cara a cara-. Tengo secretos que he estado ocultando casi toda mi vida.

Ariadna se resistía a mirarlo, pero ya tenía toda su atención.

-Así como tu marido te controla, yo soy controlado por alguien. -Oliver tragó y sintió como si hubiera pedazos de vidrio en su garganta-. Mis padres murieron cuando era pequeño y mi hermano quedó a mi cargo. Mis familiares más cercanos eran pobres y nos desconocieron en ese entonces.

Dentro de la mujer, algo se quebró.

-Un hombre se interesó en nosotros -continuó hablando, su mente perdida en su pasado-. Nos dijo que pagaría nuestra educación y que nosotros le devolveríamos ese gasto con nuestra obediencia. Sabiendo que debía aprovechar esa oportunidad, lo hice, pero mi hermano no. Se juntaba con los peores de su clase y casi siempre lo castigaban, no por ser el malo, sino por estar con ellos.

La mala junta, pensó Ariadna, dándose cuenta que quería saber más de él. Igualmente, le dio la espalda.

-Por favor no me odies -se interrumpió Oliver, cobrando fuerzas para abrirse a ella.

Solo dime, suplicó Ariadna con irrazonables ganas de darle unas palmaditas para consolarlo.

-Jaime, mi hermano pequeño, es un prisionero en la cárcel donde trabajo. Supuestamente traficaba con estupefacientes y los consumía, pero todo es una tapadera de nuestro controlador. El verdadero culpable es su hijo que nos pidió que lo ayudáramos.

Oliver dejó de hablar. Era peligroso contarle todo, y, en el estado descontrolado que estaba su mente, él no medía sus palabras.

-¿Qué pasó? -Preguntó Ariadna.

A pesar de que no le había encarado, Oliver se dio cuenta que lo estaba escuchando.

-Aceptamos. -Oliver se rascó las manos, como si se sintiese sucio-. Me darían un trabajo por haber estudiado lo que me pidieron, y Jaime, al tener esos antecedentes fue el blanco perfecto para ser culpado. Él terminó preso y yo como su guardián. No pude protegerlo como debía. -Comenzó a llorar recordando como los otros presos lo acorralaban para golpearlo, pero se controló-. Le supliqué a mi mayor, a mi manipulador, que hiciese algo. Jaime no debía morir.

» Él aceptó darme el cargo más importante dentro de la prisión para obtener todo el poder, y de esa manera salvar a mi hermano. Así fue como terminé siendo el jefe. Hasta que apareciste en mi vida ese día y complicaste todos mis planes.

La última esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora